Los opositores al candidato presidencial Rodolfo Hernández han acudido a todo tipo de estrategias para truncar su carrera por la Casa de Nariño.
Después de atacarlo fallidamente por su llamado a juicio tras el supuesto favorecimiento de una licitación de las basuras a la firma Vitalogic cuando fue alcalde de Bucaramanga, los contradictores del ingeniero empezaron a especular sobre la suerte de Juliana Hernández, la hija mayor del candidato independiente.
Informaron que estaba viva, que no estuvo secuestrada sino que había formado parte de la extinta guerrilla del EPL, que permanecía en una unidad psiquiátrica en Estados Unidos, entre otras hipótesis que carecen de sustento.
Este miércoles, Rodolfo Hernández, cansado de defenderse de los ataques políticos que cruzaron la línea de lo familiar, expidió un comunicado e hizo una solicitud a sus opositores.
“Les pido que respeten mi dolor, les pido que respeten la memoria de mi hija. Espero esta sea la última vez que deba pronunciarme frente a este tema”, afirmó.
Agregó que hoy, “la manipulación infame basada en chismes y rumores frente a la desaparición de mi hija ha llegado a un punto sin precedentes”.
“Durante esta campaña la revictimización a mí, a mi esposa y a mis hijos ha sido constante. Ahora, la paranoia de un periodista obsesionado con destruirme abre una vez más esta herida que nunca ha logrado sanar. Les pido que respeten mi dolor, les pido que respeten la memoria de mi hija. Espero esta sea la última vez que deba pronunciarme”, manifestó.
Aunque el candidato presidencial no da nombres se refiere al columnista del diario El Espectador, Jorge Gómez Pinilla, quien generó una falsa expectativa desde este martes sobre la suerte de la joven 17 años después de su desaparición. Anunció en sus redes sociales su columna titulada ‘La hija de Rodolfo y el hospital psiquiátrico’, pero no evidenció en el texto ninguna prueba que confirmara que la hija del candidato presidencial estuviera viva.
Juliana desapareció hace 17 años y ni siquiera Rodolfo Hernández ha tenido claridad sobre qué ocurrió con ella. Salió de su casa en Bucaramanga con una amiga, pero a él le informaron que fue secuestrada. A la compañera la dejaron libre porque era parte de una familia con escasos recursos económicos, mientras que a la hija del constructor santandereano la mantuvieron retenida.
Exigieron una gruesa suma de dinero, relató Hernández en su momento, pero él no accedió al pago de las pretensiones porque su padre también había durado 135 días secuestrado en manos de las Farc y la familia había pagado una cifra millonaria por su libertad.
Hasta 2016, el hoy candidato presidencial creyó que la responsabilidad del secuestro de Juliana era de las Farc, pero lo descartó cuando el exjefe negociador Humberto de la Calle tendió puentes con los excomandantes de esa guerrilla en La Habana, Cuba, y descartaron la responsabilidad en los hechos.
La semana anterior, el ELN confirmó que tampoco había secuestrado a la joven estudiante de quinto semestre de derecho de la Universidad Santo Tomás en Bogotá, una afirmación que Socorro Oliveros, esposa de Rodolfo Hernández, no cree. “Yo no les creo. Muchos de los que estuvieron en la época deben estar muertos”, le dijo a SEMANA.
Juliana está viva jurídicamente. A su nombre permanece el apartamento que le regaló Rodolfo Hernández en el barrio Sotomayor de Bucaramanga, además de una cuenta de ahorros en la que le consignan el dinero mensual del canon del arriendo del predio.
Rodolfo Hernández ya empezó los trámites para declarar a su hija desaparecida como muerta, pero en Colombia el procedimiento no es tan sencillo. Menos cuando no existe un cuerpo o gran claridad sobre lo que verdaderamente ocurrió con ella.