Luego del proceso de judicialización de Gabriel Enrique González, el confeso asesino de su propio hijo Gabriel Esteban, de apenas cinco años de edad, el Inpec ordenó que el sitio de reclusión sería la cárcel de Picaleña en Ibagué.
SEMANA estableció que por razones de seguridad del ahora confeso asesino fue necesario su traslado desde el búnker de la ciudad de Ibagué a la cárcel de la misma ciudad y a un sitio de reclusión especial, dadas las características del crimen.
La Fiscalía imputó el delito de homicidio agravado en contra de este hombre que, en un acto brutal, secuestró a su hijo y lo llevó hasta un hotel en el municipio de Melgar, departamento de Tolima, donde lo asesinó, según su propio dicho, en un acto de venganza en contra de su exesposa.
La historia de horror, contada a través de la propia confesión de Gabriel Enrique González y revelada por SEMANA, explica que este hombre planeó de manera detallada cómo cometería el crimen y hasta la forma en que supuestamente asfixio al niño con una almohada de la habitación de hotel.
Luego de cometer el asesinato, hombre salió del hotel con la excusa de buscar un sitio para desayunar. Huyó y la Policía lo ubicó en una vía que comunica los municipios de Melgar y Girardot, cuando supuestamente pensaba llegar a la ciudad de Cali, para esconderse.
En la confesión que conoció SEMANA, González dijo que luego de asesinar a su propio hijo intentó suicidarse en el baño del hotel, pero no lo pudo hacer y recurrió a tomarse 40 pastillas de un supuesto medicamento que asegurara su muerte, pero tampoco funcionó.
Cuando el confeso asesino fue identificado por la Policía de Tránsito, se atrevió a ofrecer 50.000 pesos a los uniformados para que lo dejaran continuar con su camino. Ese hecho criminal se convirtió en el segundo delito que imputó la Fiscalía y que, sin dudarlo, aceptó. Fue capturado y luego recapturado para imputar el homicidio.
En audiencias preliminares, Gabriel Enrique González aceptó su responsabilidad en el asesinato de su hijo y la Fiscalía advirtió que solicitará la máxima condena en su contra, que podría superar los 50 años de cárcel, sin ninguna clase de beneficios por tratarse de un crimen cometido en contra de un menor de edad.