Este martes, la Sala de Reconocimiento de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) anunció la imputación de nuevos cargos contra el general en retiro Mario Montoya Uribe, excomandante del Ejército, por los casos de falsos positivos que se registraron en Antioquia entre los años de 2002 y 2003 cuando estuvo al mando de la Cuarta Brigada, con sede en Antioquia.
Tras evaluar varias declaraciones y recolectar elementos materiales probatorios, la Sala encontró un patrón que vincula el aumento considerable de las ejecuciones extrajudiciales en la región con la llegada del general Montoya a la Brigada. Igualmente, muchos de sus subalternos reseñaron las presiones que recibían para demostrar resultados operacionales.
“Esta práctica de los falsos positivos se vuelve sistemática en el Ejército con la llegada del general (Mario) Montoya al comando de la Séptima División y, posteriormente, al comando del Ejército”, aseguró el pasado 27 de junio el sargento en retiro Fidel Iván Ochoa Blanco, en la audiencia de reconocimiento de responsabilidad de 49 ejecuciones extrajudiciales que se presentaron en el municipio de Dabeiba, Antioquia, entre los años de 2002 y 2006.
El sargento, quien hizo parte del Batallón Contraguerrilla n.° 79 que operaba en esa región, aseguró que el general Montoya daba órdenes precisas y constantes sobre la necesidad de resultados operacionales en la lucha contra la subversión. De manera directa, les decía que su único interés eran los resultados “por bajas” y nada más.
“Este general Montoya, siendo comandante de la Séptima División, ejecutaba programas radiales con cada uno de los comandantes del pelotón, nos insinuaba, nos inculcaba diciéndonos frases que eran muy fuertes. Nos decía: ‘Yo no necesito litros de sangre, necesito carrotancados de sangre’, y era enfático y nos manifestaba en el radio que los únicos resultados que para él contaban eran los muertos, no valían capturas, no valían incautaciones, lo único que importaba era el número de muertes”, narró el sargento ante los magistrados de la Sala de Reconocimiento de la JEP y las víctimas.
En esos mensajes radiales, el general les decía “abiertamente” que el “pelotón que no diera resultados, no salía a permiso, siendo así que había pelotones que duraban hasta nueve o diez meses [sin] ver a su familia o disfrutar de un permiso, porque los comandantes de pelotón, como en mi compañía, no se prestaban para hacer estos asesinatos”. Por estos mismos hechos, serán imputados varios excomandantes de batallones adscritos a la Cuarta Brigada del Ejército.
General Mario Montoya pedía “carrotancados” de sangre: la fuerte declaración en contra del excomandante del Ejército
“Esta práctica de los falsos positivos se vuelve sistemática en el Ejército con la llegada del general (Mario) Montoya al comando de la Séptima División y, posteriormente, al comando del Ejército”. De esta forma inició su intervención el sargento en retiro Fidel Iván Ochoa Blanco, en la audiencia de reconocimiento de responsabilidad de 49 ejecuciones extrajudiciales que se presentaron en el municipio de Dabeiba, Antioquia, entre los años de 2002 y 2006.
El sargento, quien hizo parte del Batallón Contraguerrilla n.° 79 que operaba en esa región, aseguró que el general Montoya daba órdenes precisas y constantes sobre la necesidad de resultados operacionales en la lucha contra la subversión. De manera directa les decía que su único interés eran los resultados “por bajas” y nada más.
“Este general Montoya, siendo comandante de la Séptima División, ejecutaba programas radiales con cada uno de los comandantes del pelotón, nos insinuaba, nos inculcaba diciéndonos frases que eran muy fuertes. Nos decía: ‘Yo no necesito litros de sangre, necesito carrotancados de sangre’, y era enfático y nos manifestaba en el radio que los únicos resultados que para él contaban eran los muertos, no valían capturas, no valían incautaciones, lo único que importaba era el número de muertes”, narró el sargento ante los magistrados de la Sala de Reconocimiento de la JEP y las víctimas.
En esos mensajes radiales, el general les decía “abiertamente” que el “pelotón que no diera resultados, no salía a permiso, siendo así que había pelotones que duraban hasta nueve o diez meses [sin] ver a su familia o disfrutar de un permiso, porque los comandantes de pelotón, como en mi compañía, no se prestaban para hacer estos asesinatos”.
En su intervención, el sargento no dudó en reconocer los nexos que tenían con los paramilitares de Antioquia, con los cuales realizaban operativos conjuntos. Incluso, ellos eran los que le daban los nombres de los campesinos que tenían supuestos nexos con la guerrilla para que fueran asesinados y así presentarlos como “bajas en combate”.
En julio de 2021, se presentó la retención de los campesinos Diofanor Guisao, Isidoro Cardona y María Zenaida, en la vereda Caliche, de Dabeiba, para ser presentados como guerrilleros abatidos en combate. En ese momento ―reconoció con total vergüenza―, se adelantó la práctica de buscar víctimas de otros municipios cercanos a Medellín para ser trasladados hasta Dabeiba y registrar los supuestos operativos.
Frente a esto, el coronel (r) Edie Pinzón Turcios, quien fue comandante del Batallón de Contraguerrilla n.° 26 tomó la palabra y se comprometió a contar toda la verdad, resarcir el buen nombre y dignificar a las familias de las víctimas.
El oficial reconoció las alianzas que se forjaron con los grupos paramilitares, que ya para ese momento estaban fortalecidos, con el fin de realizar operativos conjuntos en contra de los campesinos a quienes retenían tras acusarlos de brindarle apoyo a los subversivos. “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”, aseveró el coronel.
Tras los operativos, se modificaban todos los informes para aparentar que todo había sido en medio de un combate. “Fueron asesinadas personas por pertenecer a un área como Dabeiba y presentados como guerrilleros por la estigmatización”.
Después, el mayor en retiro Yaír Rodríguez explicó que se presentó una estigmatización constante en contra de los pobladores con el fin de demostrar resultados operacionales. “Todo el que vestía de blanco o negro era guerrillero y tenía que morirse”. La frialdad de sus palabras retumbaron en los oídos de las víctimas presentes en el auditorio que no pudieron ocultar su dolor, llanto y rabia.
El mayor Rodríguez contó en detalle cómo fue la muerte de Edison Lexander Lezcano Hurtado, un humilde campesino de Dabeiba. Tras un operativo en contra de las Farc, y en la búsqueda de un guerrillero que había salido con vida, se dirigieron a la casa en la que habitaba el jornalero, lo sacaron, golpearon y torturaron.
“Me convertí en un asesino (...). Vinimos a quitarle la vida a otro ser humano sin importar”, el oficial aseguró que no ha podido sacar este recuerdo de su mente. “Destrocé a una familia. Dejé a una esposa sin su esposo, a unas hijas sin su padre y a unos padres sin su hijo”.
En su intervención, que estuvo marcada por el llanto, reconoció que estigmatizó a Lezcano Hurtado, aclarando que él nunca fue ningún guerrillero, “sino un hombre trabajador”. Cuando ocurrieron los hechos, su mente se nubló y solamente pensó en dar las órdenes para mostrar cualquier tipo de resultado.