Hace apenas unos minutos terminó la visita de Julio César Santa, cónsul honorario de Colombia en Haití, a la cárcel donde permanecen detenidos los exmilitares colombianos señalados de supuestamente participar en el asesinato del presidente Jovenel Moïse.

Según conoció SEMANA, el reporte de Santa sostiene que los 18 colombianos están mejor de salud y en una zona aislada del resto de la población carcelaria. Además, pudo verificar que los heridos ya recibieron atención médica, al igual que sus demás compañeros de prisión.

Colombianos detenidos en Haití. | Foto: SALUD HERNÁNDEZ-MORA

El cónsul Santa les abasteció de agua y confirmó que no hubo restricciones para que él pudiera ingresar al centro penitenciario. Recientemente, un informe de la Defensoría del Pueblo había dejado muy preocupadas a las familias. El documento revelaba que los detenidos estaban en condiciones muy precarias y los que tenían mayores lesiones en el cuerpo requerían una atención médica urgente. También se conoció entonces que los investigadores exmilitares colombianos permanecían esposados, algunos pegados a otros.

La vicepresidenta y canciller Marta Lucía Ramírez ha estado al tanto de la situación para verificar que se les respeten todos sus derechos a los colombianos procesados por, supuestamente, participar en el magnicidio.

En días pasados, SEMANA reveló la confesión de los colombianos en ese país. En primer lugar, el soldado retirado Juan Carlos Yepes Clavijo llegó a Haití el 6 de junio pasado. Un mes después estaba preso y acusado por el asesinato del presidente Jovenel Moïse al lado de 20 colombianos más, tres de ellos muertos. Esta semana, el exmilitar no aguantó y decidió confesar ante los investigadores de ese país en qué consistió el plan para ejecutar el crimen. SEMANA conoció en exclusiva, con fuentes judiciales de Puerto Príncipe, su impresionante relato.

El soldado (r) Yepes –quien supuestamente también había llegado a la isla para brindar seguridad al médico Emmanuel Sanon, uno de los estadounidenses arrestados, quien aparentemente quería ser elegido presidente–, aseguró que tres días antes del 7 de julio, cuando ocurrió el asesinato, él y sus 20 compañeros ya estaban listos para el “evento”. Incluso les habían entregado chalecos de protección. “Primero llegan los chalecos negros y los traen en unas cajas negras. Llegan en un carro. Los recibimos en la casa privada, en los primeros ocho días de haber llegado [a Haití]”, narró.

Sostuvo que los primeros días alojaron a un grupo en una casa y a otro en un hotel, donde incluso entrenaban permanentemente. Durante todo el tiempo les hablaron de ayudar a ejecutar una captura. El exmilitar les dijo a las autoridades haitianas que siempre recibían las órdenes del sargento (r) Duberney Capador, quien murió en medio de estos hechos. Setenta y dos horas antes del magnicidio fueron ubicados en una casa en la montaña, hasta donde empezó a llegar el armamento.

“No consiguieron el material completo. Entonces Capador dijo: no, no se hace porque no tenemos material completo, y yo no voy a entrar con gente sin armas. Ejemplo: van a ir 20 personas y de los 20 van 7 armados y los demás sin armas. Entonces así pasó el segundo día, llegó otro poquito, no llegó lo suficiente y ese otro día también se postergó. No había el suficiente material para la seguridad de nosotros”, confesó el exmilitar.