El viernes sucedió lo que todos temían. Un nuevo foco de preocupación en medio de la pandemia apareció de la nada. Se trata de la variante B.1.1.529, bautizada como ómicron, reportada en Sudáfrica. “Nos sorprendió, tiene un gran salto en la evolución, muchas más mutaciones de las que esperábamos”, dijo el profesor Tulio de Oliveira, director de KwaZulu-Natal Research and Innovation Sequencing Platform.
El anuncio surgió tras una reunión entre expertos y miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para discutir qué hacer ante esa nueva amenaza. La noticia generó una reacción en cadena: hizo temblar los mercados de las bolsas y en Colombia subió el precio del dólar por arriba de 4.000 pesos. Muchos países tomaron la decisión de restringir vuelos desde y hacia Sudáfrica, pese a que la historia de la pandemia ha demostrado que ese bloqueo no ha logrado detener el virus.
Varios expertos dijeron que es pronto para saber a ciencia cierta si la nueva variante es más contagiosa o letal que delta, o si logra evadir la respuesta inmune de las vacunas; pero otros, con solo ver las mutaciones, afirmaron que ómicron luce “horrible”. Y con razón. Según el experto en biología molecular Gustavo Gámez, la variante tiene una serie inusual de mutaciones: más de 30 solo en la proteína de la espícula (proteína S) y diez en el dominio de unión al receptor, que es el que interactúa con el ser humano para penetrar la célula e infectarla.
“Entre esos cambios, están los que ya hemos visto en otras variantes de preocupación, como alfa, beta y delta. Es decir, en ómicron están todas en un solo ente. Es como si cogiéramos a todas estas y las pusiéramos en un solo virus”, señaló el experto. Es el caso de la mutación P681H, que ya se había encontrado previamente en otras variantes. Esta hace que el virus exponga la proteína espiga y tenga mayor infectividad, aunque no necesariamente mayor letalidad.
También está presente la mutación N679K, que, según Gámez, cumple un papel importante en la infección, “y con esas dos juntas ya hace a la variante más nociva que delta”. Como si esto fuera poco, hay otros cambios que nunca han sido vistos, lo que causa mayor inquietud entre los científicos.
Las modificaciones en la proteína son preocupantes, pues las vacunas se diseñan para ayudarle al cuerpo a reconocer la forma de la proteína S. Pero, si cambia mucho, como sucede en este caso, es posible que el sistema inmune no la detecte. Además, muchas mutaciones en las posiciones 484, 446, 417 y 493 se encuentran en puntos de escape máximos, lo que significa que muchos anticuerpos se verían afectados, según dijo al diario The Telegraph Jesse Bloom, virólogo del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, en Seattle.
“Esto no significa que la variante escapará por completo a la vacuna o a los anticuerpos provocados por la infección. Pero esperaría que la variante impacte más las vacunas y la neutralización de anticuerpos provocada por la infección que cualquier cosa que hayamos visto hasta ahora”. Todo esto, sin embargo, se tendrá que demostrar con investigaciones sólidas.
El primero de los casos apareció en Botsuana, pero se expandió rápidamente a Sudáfrica, donde ya se han identificado más de 77 casos, predominantemente en la población joven, que cuenta con un menor índice de vacunación.
Pero de ahí se ha expandido rápidamente a Bélgica, Hong Kong e Israel, es decir, ya está en tres continentes: Europa, Asia y África. Los científicos recuerdan que la pandemia no se ha acabado y que la mejor estrategia en el momento, además de la vacunación, es mantener las medidas de bioseguridad y hacer vigilancia epidemiológica y genómica. De lo contrario, se podría estar frente a una nueva pandemia.