El profesor David Antonio Aguirre dice que está vivo de milagro. El pasado martes 19 de mayo salió a las calles de Atlanta en su patineta para buscar algo qué comer, pero a mitad de camino una conductora se comió el pare y lo arrolló.  No recuerda mucho de ese momento, solo que al llegar al hospital el dolor de cabeza era intenso. Le dieron morfina para diezmar el sufrimiento. Un día después le confirmaron que tenía la tibia y rodilla de la pierna derecha fracturadas; un fisura en el cráneo que permitió la entrada de sangre y aire al cerebro, además, como si fuera poco, una hemorragia en el esófago.

Esta era la patineta en la que se movilizaba el profesor David Aguirre el día del accidente. 

El accidente tan solo es otra de las desgracias que ha vivido este profesor de inglés en Norteamérica. Viajó el 28 de enero desde Ibagué, donde trabaja desde hace tres años, hacia Atlanta para cumplir su sueño de niño. Lo primeros días fueron los soñados hasta que se desataron los efectos colaterales por la pandemia de covid-19 en el mundo.  Su vuelo de regreso debió ocurrir hace un mes, en abril 14, pero con el cierre de aeropuertos y la restricción de vuelos internacionales se quedó a la deriva. Abandonó el lugar donde se estaba hospedando y se fue a vivir con una turista inglesa que le alquiló una habitación por 500 dólares mensuales, pero desde hace dos meses no le ha podido pagar ni un centavo. 

Así quedó el profesor David Aguirre tras el accidente. Casi a diario su recorrido era el mismo: casa-consulado-casa. El cónsul lo atendió un par de ocasiones y le prometió un bono de mercado que nunca llegó. Tampoco tenía dinero para acceder a los vuelos humanitarios. "Yo acá como poco, porque no tenemos mucho", dice.  El profesor David cumplió 28 años el domingo 17 de mayo. Una vuelta al sol gris, en soledad y sin mucha comida. Es oriundo de Armenia, donde se graduó del colegio Comfenalco. "Llevo un sombrero casi todos los días y estaba conmigo en el momento del accidente. Me estoy preparando para sanar y ser más fuerte que nunca", le contó a SEMANA. 

Hoy los dolores son muy intensos, y a pesar de que ya le dieron de alta en el hospital, este viernes nuevamente tuvo que regresar. "El dolor de cabeza es muy intenso, es como que palpita. Ya han pasado cuatro días y no he podido ir al baño" relata David, visiblemente conmovido por la situación.  Tiene miedo, asegura. Miedo de que las lesiones se compliquen y no le den tiempo para despedirse de su familia. Miedo de no volverlos a ver. Miedo de no volver a pisar suelo colombiano. Le pide a la Cancillería estudiar su caso para gestionar algún tipo de ayuda. Por ahora, y debido a la gravedad de sus heridas, le recomendaron no volar, por lo que tendrá que quedarse en Estados Unidos al menos dos meses más.