En Medellín se han capturado más de 3.000 personas desde 2016 a la fecha, lo que incluye la aprehensión de 135 cabecillas, cifra récord en una ciudad con el 43 por ciento de los grupos armados delincuenciales que hay en el país. Tal grado de eficiencia ha desordenado el corazón de la criminalidad, dejando la tasa de homicidios en más de 200 en lo que va del año, un aumento de casi el 20 por ciento con relación a 2018. A estas cifras fatales se suma que, al parecer, las bandas se están armando con todo un arsenal, pues solo en Medellín se han incautado este año más de 250 armas, todas de fabricación extranjera: gringas, europeas, rusas, israelíes. Escuche el pódcast: El azar de un balazo. Bien es sabido que las diez bandas de Medellín y su área metropolitana que tienen injerencia en otras ciudades del país —Picacho, Caicedo, Sierra, Terraza, Trianón, Triana, Pachelly, Chatas, La unión y Los Pesebreros—, poseen conexiones internacionales y rutas de narcotráfico, las mismas por donde pudieron llegar estas armas que hoy tienen en alerta a la ciudad. Y es que según el director seccional de Fiscalía, Raúl Humberto González Flechas, en el Valle de Aburrá las incautaciones sobrepasan las 400 armas y nunca se ha encontrado una hechiza o un trabuco. Como quien dice: el crimen cada vez es más profesional, pues estas armas se han encontrado hasta en simples fleteros o en atracadores del andén. En un solo operativo realizado el martes 16 de abril en Bello, la Fiscalía incautó diez armas entre pistolas, revólveres y uzis, además de cartuchos y silenciadores, la persona que terminó capturada tenía en su poder más de 16 millones de pesos en efectivo. Y esta es la imagen diaria: hombres armados hasta los dientes, capturados con altas sumas de dinero producto de extorsiones y venta de drogas. Y la pregunta que queda entonces es: ¿para qué tantas armas, solo para extorsionar? Puede leer: Crimen organizado: se prenden las alarmas en Medellín. Sin embargo la incautación que prendió las alarmas fue realizada en febrero por parte de la Fiscalía y la Cuarta Brigada del Ejército en una casa de Bello, donde encontraron siete fusiles, siete pistolas nueve milímetros, siete silenciadores, una ametralladora M60, tres granadas de mortero y municiones como para surtir una guerra urbana. Según dijo en su momento la Fiscalía, “iban a ser vendidas al Frente Resistencia Cimarrón del ELN, quienes estarían conformando una compañía urbana en la ciudad de Medellín, específicamente en los barrios de Villa Hermosa y Enciso con el fin de ejercer control territorial para controlar la venta de estupefacientes, tráfico de armamento y reclutamiento de jóvenes para ser enviados a la subregión del Urabá antioqueño y el Bajo Baudó, en Chocó”. Y es que según información de inteligencia, el ELN ya tiene un grupo urbano entre Bello y Medellín que actúa en alianza con los Pachelly, librando una guerra contra estructuras como los Chatas, Mesa y el Clan del Golfo. Hay que recordar que esta semana el mismo ministro de Defensa, Guillermo Botero, estuvo en ese municipio del Valle de Aburrá evaluando la situación de seguridad, donde hasta el momento se han capturado más de 500 personas, se han incautado más de 60 armas y han asesinado a 36 personas, duplicando las cifras de 2018. Le puede interesar: Así era la vida en el Bronx de Medellín, la olla que desmantelaron las autoridades. Según Fernando Quijano, director de la corporación Corpades, el tráfico de armas se incrementa con la expansión de los criminales urbanos hacia el crimen rural y las conexiones internacionales. “A Medellín vienen traficantes que traen unos armamentos muy especiales por encargo, armas de última generación. Muchos vienen de Estados Unidos porque allá no están controlando la industria liviana. Los señores de la guerra se mueven libremente por esta comarca, son muy pocos los que se capturan, nunca escuchamos que se haya capturado a alguno. Además, están los capos del crimen internacional con rostro brasileño y mexicano que viven en Colombia y que están haciendo muchos negocios, también con armas. En Medellín hay bandas que compran armas cada ocho días, preparándose para cuando se acabe la guerra fría entre las dos facciones de la Oficina y empiece la de verdad. ¿Cómo es posible que bandas tengan fusiles M4 y pistolas automáticas de última generación? Todo eso entra por la frontera con Venezuela, que es muy porosa, y también por Ecuador y por el Caribe”. No solo Quijano sino las autoridades, creen que este tipo de armamento llega a tierras paisas con el fin de preparar a las bandas para las confrontaciones por el poder en el territorio, pues hay que recordar que en 2018 hubo 12 confrontaciones permanentes entre facciones en diferentes barrios, una muestra de la división que hay en la Oficina desde hace varios años, cuando se dividió el poder entre los grupos de alias Tom y los de alias Douglas, quienes al parecer siguen ‘haciendo vueltas’ desde la cárcel.