El nombre con el que era conocida la banda era engañoso y escondía sus macabras acciones. Se hacían llamar ‘Los profetas’. Eran 25 y durante años aterrorizaron San Cristóbal y Ciudad Bolívar, dos de las localidades con mayor población en el sur de Bogotá.Desde hace más de un año hombres encubierto de inteligencia y miembros de la Sijín de la Policía Metropolitana, junto con la Fiscalía, comenzaron a rastrear esta organización. La investigación nació inicialmente como parte de la estrategia de ataque a las bandas de microtráfico. Los datos preliminares les señalaban que Los profetas controlaban un multimillonario negocio de la venta de drogas al menudeo en un lugar cuya población supera las 700 personas. Sin embargo lo que descubrieron los investigadores de la Policía durante los meses que estuvieron tras los delincuentes resultó aún más escabroso.Le puede interesar: Un freno a las pandillasPara mantener el control de cada cuadra en esos sectores los integrantes de los profetas acudían a una violencia extrema. No sólo para evitar que la comunidad los denunciara, sino para mantener alejados a rivales y cobrar, con la vida, a aquellos que tenían deudas.Por meses los sabuesos los siguieron y grabaron cada una de las actividades de todos los integrantes. Con las evidencias suficientes la Fiscalía General de la Nación expidió 23 órdenes de captura por los delitos de concierto para delinquir con fines de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, homicidio, tortura, desaparición, constreñimiento ilegal y porte ilegal de armas de fuego.Le recomendamos: Las pandillas mortales que atemorizan las ciudadesEn la madrugada de hoy un nutrido grupo de uniformados de la Policía de Bogotá allanó en simultanea 14 sitios en donde vivían y se escondían todos Los Profetas. En esos lugares encontraron armas, 12 kilos de marihuana y más de 350 dosis de bazuco.Los investigadores de la Policía de Bogotá y la Fiscalía documentaron que Los Profetas son los responsables de por lo menos 25 homicidios. No menos aterrador fue descubrir que para deshacerse de los cuerpos no tuvieron ningún problema en enterrarlos en fosas comunes. Tras los arrestos la Policía, junto con antropólogos del Medicina Legal empezaron la labor de buscar y desenterrar los cuerpos de las fosas para comenzar la identificación de las víctimas de la sin duda es una de las bandas más sanguinarias en la historia criminal reciente de la capital.