El Dane reveló una cruda realidad en Bogotá: una de cada tres personas está en situación de pobreza. Para 2021, en la capital del país, 3.030.261 personas recibieron mensualmente menos de 477.221 pesos, es decir, cerca del 47 por ciento de un salario mínimo, que para este año se fijó en un millón de pesos.

En la pobreza monetaria extrema, el panorama también es desalentador. Durante el año anterior, 799.434 personas sobrevivieron mensualmente con un ingreso igual o menor a 197.925 pesos, eso quiere decir que el 10 por ciento del total de habitantes en la ciudad está en pobreza extrema o indigencia. Aunque Bogotá mejoró frente a las cifras de 2020, cuando la pandemia del covid-19 generó estragos en todo el aparato productivo y comercial, la capital está bastante rezagada frente a 2019 y 2018.

En 2018, dos años antes de la pandemia, el 26,4 por ciento de la población en Bogotá estaba en condición de pobreza; para 2019, el índice subió a 27,2 por ciento; en 2020, por obvias razones, se trepó al 40,1 por ciento y en 2021 bajó a 35,8 por ciento, pero aún sigue 8,6 puntos porcentuales por encima de hace dos años. En otras palabras, hoy en día en Bogotá hay 783.410 personas más en condición de pobreza frente a 2019 y 454.843 personas más en condición de pobreza extrema frente a hace dos años. Un dato aterrador.

Las cifras no solo evidencian lo empobrecida que está Bogotá, con la tercera parte de su población aguantando hambre, sino que también reflejan la poca efectividad de la política social de la alcaldesa Claudia López en la ciudad.

Si bien es cierto que las ayudas sociales y los subsidios de ingreso mínimo garantizado que ha entregado la Alcaldía han ayudado a que la pobreza monetaria y extrema no fueran más elevadas, la política social de López se ha quedado corta y no ha alcanzado los objetivos esperados, más aún cuando pidió al Concejo aprobar un proyecto de rescate social por 1,9 billones de pesos, de los cuales 770.000 millones eran para política social.

“La gente tiene hambre. Hay que revisar si los programas de política social se están quedando cortos o si realmente están llegando a las personas que lo necesitan. ¿Estamos seleccionando bien a los beneficiarios?, ¿hay errores de inclusión o exclusión? En cualquiera de los dos casos, el escenario es preocupante”, aseguró Omar Oróstegui, director de Futuros Urbanos.

El reciclaje es una de las actividades de las que dependen miles de personas. | Foto: GUILLERMO TORRES

El bajo efecto de la política social en Bogotá se ve reflejado en las propias cifras que expuso el Dane. En otras ciudades en las que no se adoptaron planes de rescate social, ni las alcaldías establecieron subsidios monetarios, se logró reducir la pobreza monetaria y extrema en mayor medida que en la capital de la república.

Tal es el caso de Medellín, Bucaramanga, Villavicencio, Ibagué y Barranquilla, en donde la pobreza retrocedió más que en Bogotá. Cabe destacar que el Dane tiene para cada ciudad un nivel de ingreso diferente sobre el cual se establece la pobreza monetaria y extrema en cada territorio.

“Bogotá fue una de las ciudades con menor reducción en pobreza monetaria, comparado con otras ciudades. ¿Qué hicieron las demás ciudades que no logró hacer Bogotá con muchos más recursos? Esta situación es cuestionable porque Bogotá tiene la disposición presupuestal para hacerle frente a la crisis de pobreza, contrario a otras ciudades que dependen de los ingresos de la nación y no tienen mayores libertades financieras”, indicó Oróstegui.

En pobreza multidimensional, que analiza indicadores como acceso a servicios, educación, salud y demás, Bogotá ha hecho mejor la tarea al bajar esta pobreza del 7,5 por ciento en 2020 al 5,7 por ciento en 2021, una cifra incluso menor que la reportada en 2019. Ese resultado se explica principalmente por una mejora en la asistencia escolar y una disminución en su rezago, al igual que una recuperación en el aseguramiento en salud.

A pesar de la mejora de estos indicadores que confluyen en generar una mejor calidad de vida en el futuro, lo cierto es que hoy la tercera parte de la población en Bogotá recibe menos de la mitad de un salario mínimo, lo que implica que muchos de ellos se ven obligados a dejar de comer por lo menos una vez al día.

“La política de subsidios lo que entra a mejorar son los ingresos de las personas, pero no quiere decir que la calidad de vida de las personas esté mejorando. Si bien estos subsidios pueden ser una política complementaria, de asistencia y atención en casos particulares, las políticas tienen que estar más relacionadas con las problemáticas estructurales que hacen parte de la pobreza”, indicó Felipe Mariño, director de Bogotá Cómo Vamos.

Desempleo, migración e inflación

El desempleo es, sin duda, la principal razón de la elevada cifra de la pobreza monetaria en Bogotá. Con la reapertura de todos los sectores económicos después de los confinamientos y las restricciones, el PIB creció 10,3 por ciento en 2021, pero el empleo no corre con la misma suerte.

Bogotá cerró 2021 con una tasa de desempleo de 16 por ciento, 2,2 puntos porcentuales menos que 2020, cuando la tasa se ubicó en 18,2 por ciento. En 2019, el desempleo era del 10,9 por ciento. Para el trimestre móvil octubre-diciembre de 2021, Bogotá tenía 3.934.151 personas empleadas, mientras que para igual periodo de 2019 eran 4.258.172 las personas ocupadas. Esto quiere decir que la capital cerró 2021 con 324.021 personas desempleadas más que 2019.

“Bogotá prácticamente es una ciudad que se dedicó al sector servicios. El 76 por ciento del PIB de Bogotá son servicios, pero el sector requiere mano de obra calificada, las manufacturas no. Por consiguiente, las personas que no tenían las capacidades o las cualidades para poder conseguir empleo en un mercado de servicios están ingresando a la pobreza”, señaló Guillermo Sinisterra, profesor de economía de la Universidad Javeriana.

Las mujeres han sido las más afectadas a la hora de recuperar el empleo, incidiendo aún más en la pobreza monetaria. “La pobreza tiene rostro de mujer en Bogotá porque afecta más a las mujeres cabeza de familia y allí es donde se deberían concentrar los esfuerzos en cualquier plan de rescate social”, precisó Oróstegui.

El Dane compartió las cifras, en términos monetarios, de la cantidad de dinero que una persona recibe y entraría al grupo de pobreza en Colombia. Foto: Getty Images. | Foto: Getty Images

El alto flujo de migrantes extranjeros y desplazados que frecuentemente recibe Bogotá también tiene gran efecto en la pobreza. “El número de pobres en Bogotá es muy complicado cambiarlo porque a la ciudad llega mucha gente, en su mayoría familias pobres y vulnerables. A eso hay que añadirle la migración venezolana que se ha radicado en Bogotá. Por eso, antes de la pandemia, la pobreza ya venía aumentado en la ciudad, además del cambio de metodología que hizo que más personas entraran en pobreza”, explicó Sinisterra.

En los últimos meses, la inflación también ha incidido en la pobreza, reduciendo la capacidad adquisitiva de los más vulnerables. “El impacto de la inflación también se refleja en hambre, al pobre cada vez le alcanza menos la plata”, puntualizó Oróstegui.

¿Incidencia en la inseguridad?

Una percepción de la ciudadanía es que la pobreza y el hambre generan mayor inseguridad e incremento en los hurtos. Sin embargo, Sinisterra y Oróstegui fueron tajantes en advertir que no hay correlación significativa.

No obstante, Sinisterra reconoce que, en una pequeña proporción, el hambre y la desesperación sí pueden llevar a la gente a cometer delitos. “Aunque no hay una estadística relativamente robusta, si un grupo de personas no tiene suficientes ingresos y no logra entrar a un mercado laboral, lo más probable es que tenga que robar para comer”, dijo.

¿Qué hacer?

“Si el problema es de hambre, debemos revisar qué pasó con la política de seguridad alimentaria en Bogotá. Los comedores comunitarios nacieron en el gobierno de Lucho Garzón, cuando también se evidenció que los bogotanos estaban pasando hambre, ¿qué ha pasado con ellos? Asimismo, por qué no pensar en alternativas de supermercados o centrales de abasto que tengan subsidios del Distrito para que la gente pueda ir a comprar a menor costo y no sea víctima de la inflación. El gran problema hoy de la pobreza en Bogotá es de hambre y hay que buscarle soluciones”, subrayó Oróstegui.

Lo cierto es que la meta que se propuso la alcaldesa López de reducir la pobreza monetaria en la ciudad, hasta ahora, no ha arrojado grandes resultados.