Luego de una larga y dolorosa historia de guerra, es otra Bojayá la que se ve en el horizonte. En medio de la penumbra de velas encendidas que iluminan el camino hacia el cementerio un numeroso grupo de hombres, mujeres y niños oran por el eterno descanso de sus familiares fallecidos hace 15 años.Alabaos y rezos que entona la comunidad marcan el ritmo de quienes recorren las angostas calles de este remoto pueblo chocoano incrustado a la orilla occidental del majestuoso río Atrato. Una tristeza perpetua inunda el ambiente entre canto y canto, y como acostumbran desde que ocurrió la masacre los bojayecenses le rinde un homenaje a los 119 muertos que dejó e conflicto.Puede leer: Agonía sin fin: 12 años de la masacre de BojayáEl 2 de mayo de 2002, un cilindro de gas lanzado por las FARC convirtió a la iglesia de Bojayá en un infierno del que pocos pudieron salvarse pero cuyo dolor no sólo persiste entre las heridas que todavía algunos conservan por las esquirlas incrustadas en el cuerpo, sino que además se filtra por la incertidumbre de no haber podido sepultar a sus familiares con los honores que corresponde.

Para ellos resulta incomprensible que después de más de una década no haya certeza de dónde están los restos de sus familiares. “El proceso comienza el 3 de mayo, Colombia y el mundo deben saber que esto va a ocurrir aquí", relató Delci Palacios. Sin embargo, será un encuentro íntimo, sin la presencia de medios de comunicación o personas externas a la comunidad. Frente a frente todos aquellos que perdieron uno o más familiares encararán de nuevo su pasado.No es fácil y eso lo sabe María Aurelia Moreno, una de las sobrevivientes que espera identificar el cuerpo de su madre y su hijo entre en la primera exhumación que se hará pasado mañana en Riosucio (Chocó). "Es un dolor muy grande. Nosotros quedamos para contar la historia pero nos tocó construirla en medio del dolor", le dijo llena de nostalgia Semana.com. Le recomendamos: Tragedia anunciada (Bojayá)El proceso, según cálculos de la comunidad, podría tardarse poco más de siete meses. Aunque las exhumaciones terminarían a final de mes la identificación y entrega podrían extenderse hasta diciembre. La venta es que las autoridades ya cuentan con todo un banco genético para agilizar el proceso."No hay que olvidar. Hay que tratar de sanar pero no olvidar porque cuando uno olvida está condenado a repetirlo. Entonces si no olvidamos de lo que pasó futuras generaciones tienden a caer en eso. Por eso hay que contarlo", relató Elizabeth una de las participantes de la marcha.A su juicio, aunque se han minimizado casi en su totalidad los estragos que solía dejar a su paso el conflicto, las preocupaciones para el pueblo ahora son otras como todo lo que tiene que ver con políticas públicas. Gestiones que les permita acomodarse en el Bellavista Nuevo al que se desplazaron después del atroz hecho.Desde abril los recuerdos comienzan a rondar la memoria de cada uno de los habitantes porque ellos saben que la tragedia se comenzó a gestar desde ese mes. Por eso desde esas fechas arrancan los preparativos de la jornada que se ha extendido a lo largo de la semana. Le recomendamos: La resurrección de BojayáLa conmemoración de la masacre de Bojayá comenzó muy temprano este martes con una peregrinación encabezada por lo que quedó de la figura del ‘Cristo mutilado’. Un recorrido hasta el antiguo poblado de Bellavista lugar de la tragedia y Vigía del Fuerte (Antioquia) el pueblo que sirvió de refugio para quienes escaparon de la violencia inclemente.