Cuando la Policía, la Fiscalía y demás autoridades inspeccionaron uno a uno los inmuebles de la temida calle del Bronx, se llevaron varias sorpresas. Una de las que más los impactaron tiene como protagonista un joven de baja estatura y escasos 17 años. En uno de los ‘rumbeaderos’ clandestinos de ese sitio, los uniformados comenzaron a sacar a decenas de menores de edad que se encontraban en ese momento en el lugar. Sin embargo, en una de las habitaciones, un grupo se resistía a seguir las órdenes. Después de mucho insistir, salieron. La primera impresión es que se trataba de un grupo de seis niñas de entre 14 y 17 años de edad. Pero al observar detalladamente al grupo, los agentes se percataron de que se trataba de niños vestidos de mujer. El hecho llamó poderosamente la atención. Lo mismo que la extraña actitud del grupo que se resistía a caminar en fila y se movían en una especie de círculo como ocultando algo.Nuevamente, al mirar con cuidado, quedó al descubierto qué protegían los menores. En la mitad de los seis niños había uno que llamó la atención por su estatura, porque escasamente superaba un metro de altura. No menos sorprendente resultó lo que este jovencito terminó por contarles a las autoridades que se tomaron el lugar el sábado 28 de mayo. Comenzó por revelar que era un visitante frecuente del Bronx. En esta oportunidad llevaba varios días en el lugar y había consumido diversos tipos de droga. Al preguntarle por los niños que lo acompañaban, dio una respuesta que dejó escandalizados a los policías: que se trataba de sus compañeros con los que realizaba fiestas sexuales que duraban varios días.Esa sincera confesión causó un profundo impacto, en medio de las historias macabras que se iban conociendo en ese momento en el Bronx. No era para menos. No es fácil entender cómo este joven y los niños que lo acompañaban terminaron sumergidos en un mundo de drogas y sexo a tan corta edad.Luego de su charla con los uniformados los seis niños quedaron bajo custodia del ICBF y el jovencito de 17 años fue remitido a una fundación, a la espera de que algún familiar fuera por él, cosa que no ocurrió. Los testimonios de estos jóvenes son apenas la punta del iceberg de la degradación a la que fueron sometidos decenas de menores de edad en lo que ya se convirtió en la mítica calle del ‘infierno’, como muchos han calificado el Bronx.De acuerdo con las estadísticas suministradas por las autoridades, en ese lugar se encontraron 149 menores de edad y otros 42 jóvenes no reportaron ni edad ni fecha de nacimiento en el momento del registro.Esta historia, hasta ahora inédita, es un capítulo más dentro del oscuro mundo que durante años funcionó en el corazón de Bogotá y que terminó la semana pasada tras la operación de recuperación del Bronx efectuada por la Alcaldía con el apoyo de la Policía, el Ejército, la Fiscalía y Bienestar Familiar. (Lea también: “Mamá perdóneme”, las cartas olvidadas en el Bronx)