Aunque la situación de Buenaventura no es nueva, todo este año el principal puerto del Pacífico colombiano ha llamado la atención no solo de medios de comunicación sino del gobierno y los académicos.A pesar de que es una de las ciudades más custodiadas por la fuerza pública, los homicidios, desplazamientos, extorsiones y guerras entre bandas, son el pan de cada día. El Ministerio de Defensa decidió militarizar todo el puerto, pero son muchos los que creen que esta medida de poco servirá.Dentro de ese grupo de “escépticos” está Bruce Bagley, doctor en Ciencia Política de la Universidad de California y director de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami. Bagley desarrolló sus estudios en relaciones entre América Latina y Estados Unidos, con énfasis en narcotráfico y seguridad.El investigador estuvo en Colombia exponiendo sus tesis respecto a Buenaventura en un seminario organizado por la Universidad Icesi en Cali.Para él, lo que está ocurriendo en la costa Pacífica es producto del deseo de las bandas criminales (Bacrim) por extender su control territorial. “Son principalmente los ‘Urabeños’ quienes tienen una estrategia de expansión agresiva que va en busca del control de Medellín, Cali y toda la región comprendida entre ellas, buscando llenar el vacío que dejaron organizaciones paramilitares anteriores”.La principal pelea era con los ‘Rastrojos’, porque el dominio de una ruta tan jugosa para el narcotráfico es algo por lo que vale la pena pelear hasta las últimas consecuencias. Es jugosa porque a través de ella tienen acceso directo a México y países del norte de Centroamérica, que son los principales puentes para llegar al mercado estadounidense.“Los ‘Urabeños’ han tenido algunos reveses, como la muerte de uno de sus máximos jefes hace más de un año, pero muestran que están en una situación superior a las demás bandas criminales, lo que les permite jugar el papel que antes tenía el cartel de Cali, o del Norte del Valle. Esto es un rezago de Uribe y del gobierno de Santos que no establecen control, ni seguridad ciudadana en el puerto”, asevera Bagley.En Buenvantura, además de los grandes grupos de Bacrim, hay unos pequeños que están resistiendo y también está las FARC. La ocupación militar no es la solución al problema, al menos eso asegura el investigador. “Se ha tenido que apelar a las Fuerzas Armadas, pero mientras más tiempo ocupen el puerto, más posibilidades hay de codearse con narcotraficantes y con los ‘Urabeños’, quienes buscarán corromper y sobornar; porque así actúan y eso es parte del problema”.Buenaventura no está lejos de ser Ciudad JuárezPor ser un puerto, Buenaventura es un caso único en esta enorme problemática del crimen y el narcotráfico, pero Ciudad Juárez (México) pasó durante mucho tiempo por algo parecido. Podría considerarse que esa guerra era la más sangrienta del planeta. La pelea era entre el Cartel de Sinaloa y el de Juárez. “El asunto no se arregló con militares mexicanos sino con un pacto implícito entre los bandos, un pacto ejecutado por el ‘Chapo’ con el que lograron salir de ese caos”, comenta Bagley.Para el investigador otra situación comparable es la de San Pedro Sula (Honduras), ciudad que ostenta la cifra de homicidios más alta del planeta, con aproximadamente 150 asesinatos por cada 100.000 habitantes y tiene una población que apenas supera el medio millón de personas.No obstante, Bagley considera que también hay que prestar mayor atención a la frontera con Venezuela, pues esta también es una ruta apreciada por el narcotráfico y se relaciona con Honduras. “El cartel de los soles, conformado por colombovenezolanos, establece rutas desde Venezuela por el Atlántico hacia África occidental. Se reviven los problemas en el Caribe y se utiliza a Venezuela para evadir la vigilancia colombiana y estadounidense. Esta situación genera un cambio constante de rutas y mayor dispersión del crimen organizado”. ‘El efecto cucaracha’Así como Colombia tiene el plan Colombia, México cuenta con el plan Mérida, el cual es un tratado internacional de seguridad establecido con Estados Unidos para combatir el narcotráfico y el crimen organizado.Para Bagley, el plan funciona, pero “devuelve la pelota” pues los esfuerzos que se hacen para acabar el narcotráfico en Colombia se pierden. El gran negocio de la droga se devuelve de México a Colombia, de ahí el aumento en el tamaño de las bandas criminales en la costa Pacífica y de ahí el llamarlo efecto cucaracha, pues este insecto vuelve reiteradamente al lugar de dónde lo sacaron.El plan Colombia envió la ola criminal hacia el norte y ahora el plan Mérida está devolviendo la ola criminal al sur, concluye.¿Por qué es importante Buenaventura?*Su cercanía a Panamá y proximidad a países del Asia-pacífico y ciudades del este de los Estados Unidos ha convertido a Buenaventura en el puerto geoestratégicamente más importante del país. En congruencia con lo anterior, en Buenaventura se empiezan a dar dinámicas delictivas que la van convirtiendo en un caldo de cultivo para diferentes formas de expresión de la ilegalidad, desde la emergencia de grandes capos responsables de la exportación de las drogas ilícitas del Cartel de Cali a los Estados Unidos en los 80 y 90, hasta la conformación de pequeños traficantes locales, herederos del negocio del narcotráfico luego de la entrega de los grandes cabecillas de dichos carteles. A partir de 2000 suceden, por un lado, la mayor etapa de fragmentación del tráfico de drogas en la que se fortalece la articulación de actores nacionales e internacionales que participan de manera independiente y diferenciada en cada eslabón de la cadena productiva, y por el otro, una expansión de la siembra de coca y la arremetida de los paramilitares en la zona. Claramente es un territorio de frontera, una puerta para la importación y exportación, lo cual se presta, infaliblemente, para el contrabando que va desde exportaciones ilegales hasta la entrada de insumos químicos para la industria ilegal, relacionadas al comercio de drogas ilegales, pero también al comercio de armas para la guerra y las redes de protección a la industria, y los bienes utilizados en los procesos de lavado de activos. Por lo tanto, el Pacífico terrestre de Buenaventura, así como su extensión marítima, se configura como un lugar de interés no sólo para el Estado y demás actores políticos, sino también para el narcotráfico en general que vincula bandas criminales (Paisas, Urabeños, Rastrojos, Empresa) y guerrillas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC).Esta confluencia de intereses, hace de Buenaventura una población con indicadores de pobreza, marginalidad y violencia que se expresa entre 2003 y 2010, en cifras de aproximadamente 1900 personas muertas, de las cuales más de 1300 son jóvenes entre 15 y 35 años, es decir que el 67 % de la población total de víctimas son estas generaciones de jóvenes. Desde el 2000 se presentan denuncias, reportes de prensa, e informes de medicina legal que indican un aumento considerable de asesinatos, desplazamientos, masacres colectivas, amenazas y desapariciones forzadas que incluyen personas tanto inocentes como pertenecientes a los grupos criminales, o a las Fuerzas Armadas. De hecho, durante el 2014, se han presentado más de 50 personas asesinadas y la Armada Nacional ha capturado a 41 personas de las cuales 12 son menores de edad. Por su parte, la Policía ha capturado a 60 miembros de las bandas criminales. La precariedad de las condiciones de vida de los habitantes de Buenaventura ha sido una constante histórica y aunque desde los años 70 se vienen estipulando políticas que ayuden a cambiar este panorama, la efectividad de dichas políticas ha quedado en entredicho al ver la situación social en que está sumida la totalidad de la población, donde según el Dane, el 80,6 % de la población del puerto vive en condiciones de pobreza.*Fragmentos del artículo Violencia, terror y narcotráfico en Buenaventura, elaborado por el Seminario Narcotráfico y Securitización de la Universidad Icesi.