Durante 30 años, las Farc se valieron del poder de los explosivos para impulsar su estrategia de guerra. Y fue con esas herramientas, el anfo, la pentolita, la dinamita, con las que llegaron a un punto crítico de degradación del conflicto. Caballos, burros, ambulancias, balones y hasta cadáveres de niños terminaron convertidos en bombas. También profundizaron en el manejo de las minas que pasaron de mutilar extremidades a matar pelotones completos. El Ejército y la Corporación Mil Víctimas acaban de entregarle un informe a la Justicia Especial para la Paz en el que aportan su conocimiento sobre estas tácticas que usó la exguerrilla. El uso de explosivos se acentuó en las Farc luego de la Séptima Conferencia Guerrillera, organizada en mayo de 1982. Entonces, el secretariado trazó lineamientos para enfrentar las nuevas estrategias con las que la Fuerza Pública los combatía. El Estado le había apostado a las labores de inteligencia a partir de las que se diseñaban operaciones de contraguerrilla mucho más eficientes. Entre las tácticas que acababan de implementar, los militares habían abandonado el uso de trochas y caminos en donde solían ser víctimas de las típicas emboscadas guerrilleras. En contexto: El dosier secreto de las Farc Entre las nuevas disposiciones del secretariado estuvo el fortalecimiento de su propia inteligencia de guerra, y el uso de las minas antipersonales como cordones de defensa, que a la vez generaban un impacto sicológico fuerte entre los militares. Así mismo, se definió el ataque a la infraestructura del Estado -torres eléctricas, puentes, centrales telefónicas- para debilitar a su enemigo. En todo esto, la clave eran los explosivos. Sobre una base de 6.532 guerrilleros, las Farc llegó a tener 739 (el 11%) explosivistas. La apuesta por esas herramientas de guerra fue tal que al menos la décima parte de sus tropas terminaron especializadas en su uso. Según estimaciones del Ejército, sobre una base de 6.532 guerrilleros, las Farc llegó a tener 739 (el 11%) explosivistas. Entre esos, había bloques donde la proporción era mayor. En el Occidental alcanzaba el 21% mientras que en el Norte eran el 4%. La especialización fue tal que, pese a la existencia de un modelo de mina antipersonal, hacia el final de la guerra había muchos tipos de este artefacto y cada estructura los aplicaba a su manera. En un comienzo, las minas eran diseñadas para mutilar las piernas de sus víctimas hasta el tobillo. Pero su poder fue evolucionando hasta artefactos que en las mismas filas conocían como "borradores" o "fantasmas", capaces de matar hasta cinco personas sin dejar casi rastro de sus cuerpos. En esas acciones, explica el informe del Ejército, el frente 36, que operaba en Antioquia y del que hoy queda una disidencia comandada por alias Cabuyo, era el más sofisticado y cruel. Le sugerimos: La ‘vaca‘ para matar a Uribe El poder explosivo no solo se enfocó contra las tropas del Estado, también contra su infraestructura. Según el Ejército, solo entre el 2000 y el 2015, las Farc atentaron 2.652 veces contra torres eléctricas, 1.683 contra oleoductos, 289 contra torres de comunicación, 210 contra puentes y hasta 19 veces contra acueductos. El informe que el Ejército le presentó a la JEP también hace un recorrido por las formas más crueles en las que la guerrilla llegó a usar esos explosivos. El niño bomba El cadáver de un niño de 14 años degollado y envuelto en papel llegó a una base militar en Vista Hermosa, Meta, el 3 de mayo de 2002. Llevaba una bomba entre su ropa y una carta en la que un jefe del frente 27 se atribuía, entre burlas, el asesinato. Esta es la carta:. “De: Farc E-P 27 Frente Alberto Pitufo 24 de abril de 2002 Señores del EJERCITO NACIONAL C. El motivo de la presente carta es para saludarlos ya que en días anteriores no se dejaron saludar amablemente…momento que los buscamos para saludarlos y de todas maneras en cualquier momentos les mandamos saludes en una mula en un carro o en una volqueta bomba bonita, por otra parte y en realidad tanto nosotros como ustedes señores sabemos y somos conscientes que tenemos filtros de ambos bandos y contrainteligencia entrenada para morir ya no hablamos de 32. Osea inteligencia militar ahora es mas moderno ahora son super filtros… bueno ya me canse (sic) de tanta carreta vamos al grano “hay (sic) le mando el sapo o sapito pero quedan debiendo 2 (dos) para arreglar cuentas, pero se bayan a poner bravitos por lo del sapito a y ojo con las paticas y los cañitos y la bomba del Bum Bam y Bam bueno señores que dios los bendiga y que dios me bendiga Gracias por todo (JA JA JA JA) Att Gomelo 27 – Kener 27”. Los caballos Guerrilleros del frente 45 obligaron a un campesino a arriar un caballo en Chita, Boyacá, el 10 de septiembre de 2003. El animal llevaba una carga explosiva camuflada entre dos bultos de papa. El hombre lo abandonó, y cuando el equino pasaba a una cuadra del parque principal, estalló. Ocho personas - un niño incluido- murieron y 15 quedaron heridas. Este método no fue asunto de un día. Otro caballo explotó contra la Cuarta Brigada del Ejército en enero de 2012, y mató a un soldado. Ese mismo día, otro equino estalló en Huila. Este método no fue asunto de un día. Otro caballo explotó contra la Cuarta Brigada del Ejército en enero de 2012, y mató a un soldado. Ese mismo día, otro equino estalló en Huila. Murieron un niño y dos campesinos. En 1996, un burro había sido detonado contra un cuartel de la Policía en Chalan, Sucre. Ese atentado se combinó con ataques de rockets que mataron a once uniformados. El balón Guerrilleros del frente 21 de las Farc camuflaron una carga explosiva en un balón, en la vereda Vega Chiquita, en Chaparral (Tolima). Una niña de cuatro años la activó accidentalmente. Ella murió y otros cinco pequeños quedaron heridos. Los cadáveres La policía de Florencia, la capital de Caquetá, recibió una llamada de alerta el 6 de diciembre de 2011. Les dijeron que había una persona herida. Cuando atendieron la emergencia, encontraron el cuerpo de un indigente. Debajo del muerto había 50 kilos de anfo y metralla contenidos en dos cilindros, con un sistema eléctrico de detonación. Los agentes, finalmente, hicieron una explosión controlada. Algo parecido había pasado en febrero de 1998, cuando el cuerpo de un suboficial del Ejército que había muerto en combates en Fómeque, Cundinamarca, llegó evacuado en helicóptero a la Escuela de Artillería de Bogotá. Sus compañeros lo recibieron y de repente explotó una granada que los guerrilleros le habían escondido en sus genitales. Dos soldados más murieron y otros cinco quedaron heridos. Debajo del muerto había 50 kilos de anfo y metralla contenidos en dos cilindros, con un sistema eléctrico de detonación. En el informe que el Ejército le entregó esta semana a la JEP también se reseñan el uso de bicicletas, maniquíes y hasta ambulancias para ocultar explosivos. Con el recuento y los datos contenidos en un documento de 80 páginas, los militares pretenden entregar insumos que demuestran las violaciones al Derecho Internacional Humanitario y los actos de lesa humanidad que las Farc usaron como estrategias de guerra. El tribunal de paz recibe el informe, junto a los que le entregan otras instituciones, para articular los procesos con los que juzgará a los actores del conflicto.
Los generales Nicacio Martínez -comandante del Ejército- y Javier Ayala reunidos con Giovanni Álvarez, fiscal de la JEP.