El pasado 3 de octubre los habitantes de Fusagasugá, en Cundinamarca, vivieron momentos de pánico cuando sujetos armados atracaron en el pleno centro del municipio y a la vista de todos a un hombre. En medio de los confusos hechos, nadie sabía que era lo que estaba pasando.
Tras la compleja situación, se conoció que la víctima era Huber Salazar, un comerciante de Fusagasugá, quien, al parecer, había hecho un negocio reciente y al termino de este fue abordado por desconocidos. Uno de ellos se le abalanzó para raparle un canguro, en donde posiblemente llevaba una fuerte cifra de dinero. El comerciante se resistió al hurto y fue herido de gravedad por parte de su atacante.
SEMANA habló con fuentes cercanas al caso, quienes señalaron que se avanza en la revisión de varias horas de grabación de al menos 10 cámaras de seguridad que había cerca al sitio por donde se movía el comerciante el día de los hechos y que habrían captado no solo el instante del ataque sino la ruta de escape.
Y aunque todavía es muy difícil lanzar una única hipótesis del caso, las fuentes confirmaron que la versión que más toma fuerza es un posible caso de fleteo, porque hasta el momento ningún familiar o amigo de la víctima ha denunciado amenazas o temor por su vida.
Este hecho de inseguridad corrobora que la seguridad urbana en el país no va por buen camino. Las propias estadísticas del Ministerio de Defensa muestran que las cifras en materia de seguridad ciudadana siguen en rojo.
El reporte del Ministerio de Defensa indica que entre enero y agosto del 2022 se presentaron 210.199 hurtos a personas, mientras que entre enero y agosto del 2023 el registro fue de 248.214 casos, para un incremento del 18 %.
Y es que la situación de seguridad urbana es compleja y de mayor preocupación para la Policía, tanto así que recientemente el general William Salamanca, director de la Policía, lanzó una toma de Bogotá, en donde personal de las diferentes unidades llegaran a reforzar la seguridad en la ciudad.
De acuerdo con el alto mando, lo que se buscará es que este modelo se replique en otras ciudades del país, en donde se ha evidencia que la situación de seguridad es compleja. Para el caso de Bogotá, la toma estará activa hasta diciembre, en donde habrá en las calles personal de inteligencia, de los grupos Gaula, de la Sijín, Dijín, entre otros.
Serán cerca de 2.200 uniformados que reforzarán la seguridad de manera temporal en la ciudad, con el propósito de ayudar a bajar los índices de delincuencia en las principales ciudades del país.
La medida también obedece a la orden que dio recientemente el presidente Gustavo Petro, luego de liderar un consejo de seguridad en la capital, en donde ordenó que todos los policías que estuvieran en tareas administrativas fueran enviados a las calles a patrullar.
“Tuvimos dos ejes, el eje de cómo aumentar en el corto plazo la fuerza policial en la ciudad de Bogotá, castigada porque, dado el conflicto violento de Colombia, pues buena parte del crecimiento del número de efectivos de la Policía fue llevado a zonas de violencia, a cubrir territorio que la Policía había abandonado hace bastante, en medio de la violencia”, sostuvo el presidente Petro, tras la reunión de seguridad en Bogotá.
Añadió, además, que “no podía resistir el ataque, no estaba capacitada para ese tipo de conflicto y de hecho no debería estar capacitada porque la misión de la Policía es la seguridad ciudadana (...) Pero ese esfuerzo durante dos décadas dejó a Bogotá mal parada en este tema de los números y se han venido acumulando, digamos, bajando la tasa relativa de policías por 10 mil, 100 mil habitantes, la unidad que se quiera, disminuyendo la capacidad policial en la ciudad de Bogotá”.