El pasado 24 de junio de 2021 falleció, víctima del coronavirus, el señor Marcos Fidel Claros Rojas, un campesino de 81 años oriundo del municipio de Oporapa, en el sur del departamento del Huila. El anciano se encontraba en la unidad de cuidados intensivos (UCI) de la clínica Belo Horizonte de Neiva y aguantó hasta donde sus fuerzas se lo permitieron.
Como si no fuera suficiente con la tragedia de su pérdida, cuando sus familiares llegaron desde Oporapa para recoger su cadáver, se encontraron con una insólita noticia: alguien más ya había retirado el cuerpo del centro asistencial.
Según los registros de la clínica, el cadáver fue entregado por error a otra familia, oriunda del departamento del Tolima, quienes pensaron que se trataba de su ser querido, otro adulto mayor que murió casi al tiempo que don Marcos.
De inmediato, los familiares del anciano se pusieron en contacto con dicha familia, encontrándose con que los restos del señor Claros ya habían sido trasladados hasta el corregimiento de Velu, perteneciente al municipio de Natagaima, Tolima, para adelantar las honras fúnebres.
“Ellos tenían todo arreglado allá cuando llegó el féretro, ya lo habían velado y lo peor es el trauma para esta familia también, pues los siete hijos del cadáver equivocado lo lloraron y lo sepultaron pensando que era su padre”, contó conmocionado el periodista local Elmer Peña, del portal Sur Noticias PC, quien brindó ayuda a los familiares.
Para completar este círculo de errores, negligencia e indolencia, los hijos de don Marcos Claros y su familia no podrán ir a desenterrar el cuerpo para llevarlo al Huila, pues según las disposiciones sanitarias implementadas por el Gobierno nacional el cadáver de una víctima de covid-19 que ha sido inhumado no puede ser retirado del lote en al menos 4 años, ya que podría convertirse en un foco de contagio.
Los familiares han anunciado acciones legales contra la clínica Belo Horizonte y desean reunirse con las autoridades sanitarias del Tolima para solicitar que se les permita reunirse una vez más con don Marcos, o al menos sus restos mortales.
Por su parte, el centro asistencial ha guardado silencio frente al inaudito error y sus abogados se han puesto en contacto con los hijos de ambos fallecidos para encontrar una salida extrajudicial.
A pesar de las súplicas de los Claros, la secretaría municipal de Neiva aclaró que la exhumación no puede ser aprobada por ningún ente territorial y cualquier acción relacionada a ella se considera un delito grave contra la salubridad pública.
Entre tanto, la clínica entregó en las últimas horas el cadáver del campesino tolimense que originalmente debía ser entregado a la familia proveniente de Natagaima, quienes ahora tendrán que adelantar un segundo funeral, esta vez con el fallecido correcto.
No se descarta que ambas familias afectadas puedan recibir apoyo psicosocial para superar la traumática experiencia, adicional al sufrimiento por la muerte del ser querido por covid-19.