Cambio Radical fue el mea culpa de una pléyade de figuras del Partido Liberal tras el proceso 8.000. Su nombre fue compromiso de nuevas prácticas políticas y las banderas del galanismo trazaron su ideología. Casi veinticinco años después, el partido en el que no se mueve una hoja sin el consentimiento de Germán Vargas Lleras ha sido, paradójicamente, el de mayor número de dirigentes salpicados en sucesivos escándalos de corrupción.
En su acta de fundación (1997), Humberto de la Calle (exvicepresidente de Ernesto Samper), los senadores Claudia Blum y Luis Guillermo Giraldo figuran como los directores de la que fue la mayor desbandada liberal de la historia, la que se produjo cuando el entonces ministro Horacio Serpa Uribe fue designado, a bolígrafo, como candidato presidencial para el año 2002. Así se traicionó el pacto de la consulta interna, principal condición con la que el Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán (1988) aceptó regresar al oficialismo. Historia patria, pero a muchos se les olvida.
El comité político de Cambio Radical lo integraban Fuad Char Abdala, Nancy Patricia Gutiérrez, Leonor Serrano de Camargo, Roy Barreras y Jorge Mario Eastman. Del comité ideológico eran parte Néstor Humberto Martínez, Rafael Pardo y Augusto Galán Sarmiento, este último hermano de Luis Carlos Galán.
Todos cerraron filas alrededor de la candidatura presidencial de Alfonso Valdivieso, primo hermano de Galán, y muy popular en el país por haber sido el fiscal general que recopiló las pruebas que demostraron el ingreso de cinco mil millones de pesos del cartel de Cali a la campaña ‘Samper Presidente’.
Como ‘director técnico’ fue designado un veterano congresista conocedor de todos los secretos para ganar en las urnas: Antonio Álvarez Lleras, tío de Germán Vargas Lleras, quien en ese entonces era la joven figura por la que el Partido Liberal apostaba para el Senado.
La candidatura de Valdivieso nunca creció, por lo que adhirieron a Andrés Pastrana, quien derrotó a Serpa en la segunda vuelta de 1998. Conquistaron cinco curules en Senado y nueve en Cámara, ganaron la personería jurídica como partido y el presidente los premió con los nombramientos de Néstor Humberto Martínez, Humberto de la Calle y Rodrigo Villalba en el gabinete.
En 2001 sorprendieron al país cuando proclamaron a Uribe Vélez como su candidato presidencial. En 2002 mantuvieron los cinco escaños en el Senado, ascendieron a diez representantes y, de nuevo, se cobijaron con la sombra del presidente de turno.
Tras la reforma política de 2003, el partido hizo el mayor fichaje de su historia: Germán Vargas Lleras. Luego de denunciar los excesos de las FARC en la zona de despeje del Caguán, se había hecho elegir en el Senado con la tercera votación nacional, 210.500 votos, pero con el aval del movimiento Colombia Siempre (de Juan Lozano). En menos de un año se ganó el brazalete de capitán, fue elegido presidente de Cambio Radical y cabeza de lista al Senado para 2006, elecciones en las que el partido ocupó el cuarto puesto con 15 senadores y 21 representantes, en buena parte gracias al arrastre de sus 223.330 votos. Líder de la coalición uribista en el Capitolio, Vargas había sido el primero en montarse al bus de la reelección.
Vuelve y juega
Pero el partido que juró no repetir la historia del 8.000 terminó sacudido por un escándalo de mayores y escalofriantes proporciones: la parapolítica. Cambio Radical fue el de mayor número de congresistas condenados por nexos con las AUC: cinco senadores y nueve representantes. Y pasó a la historia como el primer sancionado con la ‘silla vacía’, la que castigó a quien fuera presidente del Senado, Javier Cáceres. Vargas Lleras renunció a su curul, estudió un par de años en España y regresó como candidato presidencial. Se opuso a la segunda reelección, partió cobijas con Uribe y varios de los fundadores aprovecharon una ley de transfuguismo para cambiarse de partido, como el caso de Roy Barreras, quien se puso la camiseta de La U con el eslogan “de frente con el presidente”.
Vargas convenció a Fuad Char, retirado de la política, para ser el cabeza de lista al Senado. Buscaba atraer el caudal electoral gracias a la popularidad del alcalde de Barranquilla Álex Char, a quien quería tener como fórmula vicepresidencial, pero tuvo que conformarse con su secretaria de Hacienda, Elsa Noguera, consentida del viejo Fuad.
El plan no frenó el descalabro. En 2010, la bancada pasó de 15 a 8 senadores, y de 20 a 16 representantes. La sorpresa la dio Vargas con un tercer lugar en la primera vuelta, adhirió a Santos en la segunda y este lo nombró ministro del Interior y luego de Vivienda.
Pecado capital
En las elecciones regionales de 2011 fue cuando el partido inspirado en el pensamiento de Galán dejó en evidencia la poderosa maquinaria regional en la que se iba convirtiendo. Conquistó 155 alcaldías y una gobernación, la de La Guajira, tras el más cuestionado de los avales firmados por Álvarez Lleras, el de ‘Kiko’ Gómez, destituido y condenado por homicidio y nexos con ‘Marquitos Figueroa’, jefe de una temible banda criminal.
El nuevo pecado tuvo su acto de contrición. Cambio Radical recurrió a la figura de Carlos Fernando Galán como director único y cabeza de lista al Senado para 2014, cuando obtuvieron nueve senadores y 15 representantes. Galán libró una batalla por depurar el partido, pero perdió la guerra frente al bolígrafo de Álvarez Lleras, que siguió repartiendo avales pensando más en votos que en el pasado judicial de los candidatos. El menor de los Galán renunció a la jefatura y su lugar lo asumió el hijo de otro mártir del Nuevo Liberalismo: Rodrigo Lara Restrepo.
Mientras el vicepresidente Vargas Lleras repartía casas gratis y construía carreteras por todo el país, Cambio Radical fue el gran campeón de las elecciones de 2015 al conquistar 255 alcaldías y 14 gobernaciones, triunfo empañado posteriormente con las destituciones de cinco de ellos por corrupción; fueron los casos de Oneida Pinto, a quien Lara, Álvarez Lleras y la casa Char avalaron pese a ser la heredera política de ‘Kiko’ Gómez en La Guajira.
La resurrección
Cuando parecía que Cambio había tocado fondo, al punto que Vargas Lleras prefirió lanzarse a la Presidencia por la vía de las firmas, el partido obtuvo los mejores resultados de su historia en 2018: más de dos millones de votos, 16 senadores y 30 representantes, elegidos gracias a la maquinaria de los Char, pues de los 46 congresistas de la bancada, 13 son del poderoso clan costeño.
Los resultados contrastaron con la estrepitosa derrota de Vargas en primera vuelta, penúltimo con apenas 1,4 millones de votos. Las urnas revelaron la infidelidad de los Char, quienes apoyaron a Iván Duque. Cuando la bancada del partido hizo oficial su adhesión al candidato de Uribe, Galán renunció al partido. Todo un golpe a la moral de Vargas que, por primera vez, perdía el pleno control de sus parlamentarios.
El mismo día de las elecciones, Vargas pareció poner fin a “30 años de vida pública” y se convirtió en el primer colombiano en confinamiento, como anticipándose a la pandemia que se avecinaba. Se refugió en una columna en El Tiempo en la que mantiene su perfil de estadista y, aunque muchos lo den por retirado, sigue conociendo cada movimiento de sus congresistas. No en vano destapó las ‘jugaditas’ del Gobierno y los congresistas de los Char para salvar el Plan de Desarrollo.
A pesar de las heridas, Vargas y los Char se han visto obligados a convivir, pues un divorcio podría significar el fin de Cambio Radical. De hecho, la supervivencia del partido en las elecciones de marzo depende del clan político de la costa Caribe.
Sin embargo, el partido afronta la nueva cita con las urnas con máculas añadidas: las denuncias de Aida Merlano por presunto fraude electoral que salpicaron a Arturo Char y el desfalco por más de $70.000 millones del ministerio de las TIC que tumbó a Karen Abudinen como ministra, principal ficha de los políticos barranquilleros en el Gobierno.
Tras la renuncia de figuras de opinión como Rodrigo Lara, la estrategia de Cambio Radical parece reducirse a conservar la maquinaria, pues de los 16 senadores electos en 2018, 14 van a aspirar a la reelección en 2022, y como fórmulas ascenderán exalcaldes, exgobernadores y exdiputados que intentarán catapultarse gracias a los votos acumulados en sus regiones.
Se da por hecho la baja de Germán Varón, fiel escudero de Vargas Lleras, quien no aspirará a un nuevo periodo en el Senado. Hasta la fecha, el único refuerzo es Camilo Trujillo, hijo de Carlos Holmes Trujillo, cuya candidatura es impulsada por Enrique Vargas Lleras. Es inminente el fichaje del exministro David Luna, quien sería el cabeza de lista al Senado.
Ahora es Germán Córdoba, subalterno de Vargas y quien fuera su secretario en los ministerios de Interior y Vivienda, el encargado de firmar los avales, aunque su bolígrafo no es autónomo. Ahí lo impuso el exvicepresidente, como para cuidar el aviso en caso de llegar a utilizarlo. Aunque Cambio Radical iniciará la campaña sin candidato presidencial, tiene hasta dos días antes de las elecciones del 13 de marzo para inscribir alguno. Sus dirigentes aún esperan el milagro de que Vargas Lleras, o en su defecto Álex Char, decidan lanzarse al agua para enfrentar a Gustavo Petro.
Los pronósticos no son alentadores. Al interior del partido la ambición se reduce a conquistar la mitad de los 46 escaños obtenidos en 2018. Nada fácil porque el movimiento que prometió un cambio en las costumbres las ha reeditado y hoy representa todo lo que en las calles se censura de la clase política. Pese a ello, Cambio Radical sigue ahí. La opinión pública decidirá en las urnas si habrá garrote o zanahoria.