Este viernes, a las 5:10 de la tarde, cuando Gustavo Petro se dirigía la plaza general Santader de Cúcuta, un rumor se propagó por algunas calles de la ciudada fronteriza. Lo que se transmitía de boca en boca era que cuatro disparos habían impactado la camioneta en la que se movilizaba el candidato de la Colombia Humana, quien horas antes había denunciado falta de garantías por parte de la Alcaldía para cumplir con su acto proselitista. En ese momento la confusión invadió a los miembros de la campaña y a los seguidores del candidato. En redes sociales se denunció un presunto atentado. Fotografías en las que Petro, dentro del vehículo, mostraba uno de los impactos en los cristales del vehículo, se difundieron de inmediato. Mientras tanto, la Policía, con gases lacrimógenos, intentaba disolver a la multitud que esperaba al excongresista, quien partió hacia en el Hotel Casino Internacional, donde en una conferencia de prensa el propio candidato explicaría lo que realmente ocurrió.
Petro se encargó de aclarar el episodio. Admitió que había un extraño grupo que lo recibió con violencia, pero negó que hubiera sido atacado con impactos de bala. Eso sí señaló a quienes considera fueron los responsables del boicot a su manifestación en Cúcuta.
Petro responsabilizó de la agresión a los agentes de Policía, al señalar que fue llevado al punto más viulnerable del parque donde se le expuso para que fuera atacado. "Lo que aconteció aquí algunos funcionarios del Estado, empezando por el alcalde de Cúcuta, intentaron sabotear esta manifestación". Pidió procesar por constreñimento al elector a quienes agredieron violentamente la caravana. Petro, quien se ha convertido en el fenómeno de las presentes elecciones, esta semana fue blanco de una amenaza. Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, exlugarteniente de Pablo Escobar, sugirió que con Petro había que hacer lo mismo que con Carlos Pizarro en los años 90, el lider que llevó al M-19 a la desmovilización, y que fue candidato presidencial para las elecciones de 1990, fue asesinado por sicarios al interior de un avión en pleno vuelo.