Durante años, a Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, jefe del Clan del Golfo, le pisaron los talones. Desde el 7 de agosto del 2018, cuando el presidente Iván Duque llegó a la Casa de Nariño, tenía fijo en su mente capturar a como diera lugar al máximo capo del narcotráfico del país.
Alias Otoniel, durante años, logró escapar del cerco de las autoridades. Aunque varias veces estuvieron a punto de capturarlo, los organismos de inteligencia sabían que era escurridizo y tenia varias estrategias para lograr evadir la acción de la Fuerza Pública. Se movía con poco personal, era supersticioso, escurridizo, desconfiado, muy violento, y dominaba toda la región del Urabá antioqueño, donde se movía como Pedro por su casa.
En los últimos meses, el Ejército y la Policía habían arreciado las operaciones en su contra. En cada reunión que tenía la cúpula militar con el presidente, la orden era clara: estrechar el cerco y capturarlo. Mientras tanto, el capo seguía enviando toneladas de coca hacia Estados Unidos y Europa. En su zona de influencia, solo dejó muerte y terror.
Por esta razón, este golpe militar se convierte sin lugar a dudas en el más importante que le ha propinado el presidente Duque al narcotráfico en el país en los últimos años.
En su larga carrera delincuencial, sin duda, Otoniel se fortaleció durante el gobierno de Juan Manuel Santos desde que fueron suspendidas las fumigaciones con glifosato en medio de las conversaciones de paz con las Farc en La Habana.
Las autoridades, recientemente, habían capturado a alias ‘La negra’, su hermana, una mujer que era considerada muy peligrosa y de la máxima confianza del capo. Poco a poco lo fueron debilitando. En toda la operación Agamenón 2, Estados Unidos prestó su colaboración. Hace unos meses también los cuerpos de seguridad habían dado de baja a alias Marihuano, otro de sus lugartenientes.
Con la captura de Otoniel, Duque se anota un gran éxito militar que pasará a la historia.