Esta semana se conoció otro expediente que da cuenta del horror del conflicto colombiano. Esta vez los escenarios son por lo menos cuatro centros penitenciarios del país, sitios que deberían estar dedicados a la resocialización de los delincuentes detenidos, pero, en cambio, se convirtieron en lugares donde se libran cruentas batallas cuyos detalles apenas se empiezan a conocer.El indicio más concreto de ello es que la Fiscalía inició investigaciones por la desaparición y el descuartizamiento de por lo menos cien personas en la cárcel La Modelo de Bogotá. Semana.com conoció la declaración de un ex paramilitar postulado a la Ley de Justicia y Paz, en la que relató los detalles de esta escabrosa práctica criminal.Su nombre se mantiene en reserva y su testimonio puede resultar escandaloso y afectar la sensibilidad de los lectores. Semana.com lo publica por considerarlo de interés público y por tratarse de un testimonio clave acerca de uno de los más nefastos episodios de la degradación del conflicto en el país. (Escuche aquí).El postulado narró, sin el mínimo asomo de pudor, la forma como torturaban a las víctimas: “Primero le metían corriente a la gente. Al que no moría en los tanques de la corriente lo sacaban y lo desaparecían en canecas de aguamasa (sobras de comida)”.Cuando el fiscal quiso ahondar en los detalles, este explicó que “los picaban, degollaban, ahorcaban, eran envenenados o atacados a cuchillo”.El desmovilizado afirmó que los hechos fueron de dominio público, aunque no daban la magnitud real de la macabra situación. “Eso hubo un revuelo a nivel nacional, me acuerdo tanto que eso salió por las noticias. El Inpec tenía un contrato con un señor de Soacha, de unas marraneras. Eso fue muy mencionado para el 2001, cuando encontraron un marrano chilingueando con una mano, este señor llamó a la prensa y eso fue noticia”.Afirmó que para esa época se confirmó que los restos humanos provenían de las sobras de comida en la Cárcel Nacional Modelo y “por eso los marranos se engordaban tanto”, apuntó.El ex paramilitar destacó que sólo los grandes jefes eran asesinados con disparos. “El que se moría con arma de fuego era miembro de las Autodefensas o era un duro que dejaban tener armamento ahí. De resto, capturaban a cualquier persona en la calle y ya estaba la orden de matarlo. Entonces se lo llevaban y lo desaparecían”.Sobre las víctimas señaló que muchas eran personas que tenían deudas pendientes con los jefes de las AUC. “Había gente que tenía algún problema en la calle y lo iba a resolver con alguien. Y pues como tenían cola, decidían: ‘Como en la cárcel está el comandante, vaya hable con él’. Resulta que subían dónde el comandante y llamaban a un tipo del patio 3. Le daban la orden de detenerlo. Resulta que la detención era que lo desaparecían”.Ante la pregunta del fiscal acerca de si en el penal fueron enterrados restos, el postulado afirmó que todos fueron desaparecidos. “Se botó mucha gente por las alcantarillas. Me acuerdo tanto que este señor (descuartizador) cargaba un banco con un trozo de madera. Llevaba una almádana (martillo grande). Este señor cargaba esto… Nosotros le teníamos miedo y recelo, él era uno de los sicarios del patio 3. Cargaba tres o cuatro costales paneleros de cabuya. Se encargaba de picar la gente, llegaba y ponía los huesos encima del banquete, ponía los costales encima y les daba”.Según el ex paramilitar, tomaron esa modalidad después de que ya no pudieron deshacerse de los cuerpos a través de la aguamasa. “Esa modalidad la tomaron para desaparecer a la gente definitivamente”.Cerró su cruel relato afirmando que estos hechos se produjeron con la complicidad de muchas personas. “Los picaban. Sí, señor fiscal, la verdad no se puede tapar”.Estas declaraciones son la pieza clave en las investigaciones que adelanta la Fiscalía. Según los investigadores del caso, bajo esta modalidad habrían desaparecido a decenas de personas en al menos cuatro cárceles del país entre los años 1999 y el 2001. Las autoridades no descartan que existan más casos posteriores.“Las personas desaparecidas serían reclusos, visitantes y personas ajenas al penal, cuyos restos fueron arrojados por la red de alcantarillado de la cárcel”, señaló el miércoles la directora de Fiscalías Nacionales Especializadas, Caterina Hyeck.Con el fin de acelerar las pesquisas fue conformado un grupo especial de fiscales de la Unidad de Justicia Transicional que ya practicaron varias inspecciones judiciales a La Modelo, en la capital del país.La Fiscalía también indaga si esta misma práctica criminal se habría presentado en cárceles como la de San Isidro (Popayán), La Modelo (Bucaramanga) y El Bosque (Barranquilla).De igual forma, el ente acusador no descarta iniciar investigaciones contra funcionarios del Inpec por el presunto ocultamiento de estas prácticas criminales.Al respecto el general Jorge Luis Ramírez, director del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), manifestó que en los 15 meses que lleva al frente de esa Institución no tenía información sobre descuartizamiento de personas.El oficial explicó que en los años en los que habrían ocurrido las desapariciones, las cuentas del Inpec no cuadraban y se presentaban confusiones, pues, según contó, “incluso había casos de internos que se fugaban y no se daban cuenta”, mientras que ahora se tiene certeza y conteo claro de los reos de cada establecimiento carcelario.Así las cosas, se comienza a escribir un nuevo capítulo judicial, protagonizado por paramilitares y antiguos capos del narcotráfico que han confesado a la Fiscalía que estas desapariciones y descuartizamientos son una realidad en varios centros carcelarios del país.Escuche la grabación aquí. Este audio puede herir la sensibilidad del lector.