La vida de Carlos Ardila Lülle, que se extinguió esta madrugada a sus 91 años en la clínica Valle de Lily en Cali, marcó uno de los capítulos más exitosos de la industria colombiana y se convirtió en referente para varias generaciones de líderes empresariales del país.
Ingeniero industrial, nacido en Bucaramanga, pero con un fuerte arraigo en el sector productivo de Antioquia, Ardila fue el artífice de la creación y el desarrollo de uno de los principales conglomerados del país integrado por poderosas empresas industriales y de servicios.
Su impronta se encuentra en el desarrollo de empresas icónicas para el desarrollo del país como Postobón, la textilera Coltejer; la compañía de vidrio Peldar; Crown Colombiana empresa productora de latas de aluminio-, la cadena radial RCN, el canal de televisión RCN, los ingenios azucareros Incauca y Risaralda y el periódico La República y el club de fútbol Atlético Nacional en su fase más reciente de desarrollo.
Su nombre quedará para la posteridad al lado de otros líderes tan importantes y representativos como Julio Mario Santo Domingo, quien en una época fue su amigo y posteriormente su gran competidor.
Su alma de pionero le dio en su vida las claves para la generación y el desarrollo de la industria de gaseosas del país.
Será recordado para siempre como uno de los ‘reyes Midas’ del siglo pasado por su probada capacidad de transformar una pequeña empresa de Antioquia, Gaseosas Lux, en uno de los emporios más importantes de América Latina.
Sus batallas
Su vida y obra lo convirtieron en uno de los grandes protagonistas de episodios históricos del desarrollo empresarial en Colombia, como la llamada ‘guerra de la Pola’, que se desató a comienzos de los años 90, cuando decidió incursionar en un mercado que parecía reservado a Bavaria, su principal competidor en el negocio de las bebidas.
Tras varios años de secretismo, en 1995 tanto Ardila como su principal antagonista en los negocios, Julio Mario Santo Domingo, pusieron fin a un “pacto de no agresión” y se jugaron sus mejores activos para obtener el liderazgo en el negocio de la cerveza.
Santo Domingo, para esa ésa época era el rey de la cerveza, pues había logrado consolidar un emporio alrededor de Bavaria, después de comprar varias de las pequeñas cerveceras del país.
Ardila Lülle, por su parte, se había convertido en el mayor productor de gaseosas, pues tras llegar a transformar la pequeña fábrica de gaseosas Lux en un duro competidor que años después convirtió en la poderosa productora de gaseosas tras hacerse a la propiedad accionaria de Postobón.
Las nuevas oportunidades de mercado que se abrieron tras la recién adoptada apertura económica de los años 90 en el país les dieron alas a Ardila y Santo Domingo para ampliar sus negocios en el mundo de las bebidas. Ardila picó en punta al anunciar la construcción de la más moderna planta de producción de cerveza en el país, con su marca Leona, que marcó así el fin del pacto de no agresión con el grupo Santo Domingo. A su vez, este poderoso grupo cervecero decidió entrar al negocio de las gaseosas que había dominado la Organización Ardila Lülle.
A comienzos de 1995 Postobón, que hasta el momento estaba en el negocio de bebidas no alcohólicas, aguas y jugos, se convirtió en el fuerte contendor de Bavaria, al iniciar la producción de cervezas y maltas en la moderna planta de Leona, construida en Tocancipá, al norte de Bogotá. Bavaria, por su parte, inició unos meses después la producción de sus gaseosas Link, Konga y Wizz.
Este fue uno de los capítulos más dinámicos de la industria de las bebidas en Colombia y duró varios años en los que las dos compañías líderes en este mercado, Postobón y Bavaria, generaron nuevos empleos, produjeron innovadores productos y estrategias de mercadeo y crearon nuevas empresas que se fundaron alrededor de los emprendimientos de cada uno de los grupos.
Al final, Santo Domingo decidió dejar de producir gaseosas mientras que Ardila Lülle terminó vendiéndole su moderna planta de cerveza a Bavaria, cerrando así un memorable capítulo de la industrialización en el país.
El emprendedor
Tres elementos fueron esenciales para que Ardila lograra tener una carrera tan destacada en los negocios pues durante su vida combinó tres elementos: visión, habilidad empresarial y espíritu innovador.
A sus 23 años, este santandereano fue nombrado administrador de la fábrica de Gaseosas Lux en Cali, con la misión de montar una nueva planta. Se había graduado como ingeniero de la Escuela de Minas un par de años atrás y se acababa de casar con Beatriz Gaviria, hija de uno de los fundadores de Lux, Antonio José Gaviria Callejas.
Pero fue al año siguiente, un día de 1954, cuando después de reunirse con el belga Jean Martin Leloux –quien le dio a oler un frasco con esencia de manzana utilizado para hacer postres–, tuvo la idea de fabricar una gaseosa con ese sabor.
Contra el escepticismo de muchos, se arriesgó, y a mediados de julio de ese año lanzó la gaseosa con sabor a manzana que resultó ser todo un éxito y le dio a la marca Lux 70% del mercado caleño.
Gaseosas Lux producía entonces bebidas con sabores de piña, naranja, kola, ginger y vinol. Había sido fundada el 24 de agosto de 1925 en Medellín y era hasta entonces una industria familiar pequeña, que estaba a leguas de pisar los talones de su principal competidor: Gaseosas Posada Tobón, constituida el 11 de octubre de 1904 en Medellín por Gabriel Posada y Valerio Tobón.
Pese a la diferencia de tamaños, la mayor participación de mercado ganada por Gaseosas Lux desató una ‘guerra’ con Postobón que, según algunos historiadores de la época, incluyó hasta la destrucción recíproca de envases y productos para evitar su comercialización.
Las acciones de Postobón se transaban en la Bolsa de Medellín, y fue entonces cuando Ardila empezó a comprar títulos de dicha compañía, acompañado de Carlos Upegui, quien había sido Superintendente de Sociedades y lo apoyó en su empeño de hacerse al control de su competencia.
El resultado de la habilidad empresarial y su estrategia bursátil se tradujo en el hecho de que, en 1976, Ardila Lülle se presentó en la Asamblea de Accionistas de Postobón con 93% de las acciones de la industria de gaseosas en su poder, incluidas unas que había comprado a Jaime Michelsen Uribe a través del naciente Grupo Grancolombiano.
Ese día, en medio de la confusión que reinaba, los asistentes quedaron sorprendidos ante el hecho contundente del cambio de dueño. El presidente de la compañía, Carlos Posada Uribe, fue ratificado, pero la junta directiva, de seis miembros, fue cambiada por personas cercanas a Ardila.
Esta compra cambió la historia de las bebidas no alcohólicas en Colombia.