Lo que está viviendo Carlos Calero por estos días no es nuevo ni para él ni para su familia. La exposición mediática, las opiniones y el matoneo han sido parte de la dilatada carrera del presentador en los medios masivos. En los últimos 20 años, el cartagenero de la sonrisa inconfundible ha llegado a los televisores de millones de colombianos ya sea en el noticiero, en recordadas campañas publicitarias y, cómo no, en los lluviosos puentes de noviembre cuando anuncia la ganadora del reinado nacional de la belleza.En una entrevista con el periódico El Universal, publicada en 2012, Calero reservó sus sueños para la última respuesta. Cuando le consultaron por el colega que admiraba desde niño, el animador no dudó en nombrar a Fernando González, Pacheco. Carlos Calero confesó que quería ser como el presentador por excelencia, el afable animador que estaba en casi todas las reuniones familiares que los colombianos realizaban entorno a un televisor. No le faltó mucho para cumplir aquel sueño, pero la política primero, y ahora la diplomacia, lo hizo cambiar de rumbo.Puede leer: El nombramiento de Carlos Calero atenta contra los intereses del EstadoLo que quizá desconocen esos millones de televidentes (hoy comentaristas en redes sociales) que lo vieron primero como presentador de noticias, que luego se transformó en figura prominente del mundillo del entretenimiento nacional, es que Carlos Calero es un apasionado por la comunicación y estrategia política. Mientras presentaba concursos o se convertía en el rostro de un producto diario como Ricostilla, el presentador asesoraba campañas políticas para tuvieran un lado más humano y lograron conectarse con ese electorado pasional y silencioso.Entre la política y los mediosDe hecho, la carrera pública de Calero comenzó mucho antes de su incursión en el entretenimiento. Antes de hacer su irrupción en los medios, Carlos Calero había trabajado en la oficina de prensa en una entidad del Estado y había comenzado su carrera organizacional en la Contraloría General de la República. A principios del siglo, Carlos Calero tuvo que tomar la decisión de salir de las comunicaciones públicas para cumplir el sueño de parecerse a Pacheco y convertirse en el presentador y animador más importante de la televisión nacional.La fulgurante carrera mediática de Calero se alternaba con sus asesorías. Calero es especialista en Opinión Pública y Marketing Político de la Pontificia Universidad Javeriana. Junto con su esposa, Paulina Ceballos, el presentador conformó la empresa ‘Caleros Comunicaciones y Eventos’, que se dedicaba a dictar talleres de comunicación y, en el último lustro ayudó en temas de coaching. Con todo esto, Carlos Calero también se convirtió en el presentador oficial de los eventos de Juan Manuel Santos, y su aporte no sólo se quedó al frente en las tarimas.Desde el propio entorno del presentador aseguran que participó activamente en la construcción mediática de las campañas presidenciales del 2010 y el 2014. Recientemente, el todavía presentador oficial del reinado nacional fue una pieza clave en la campaña de Manuel Vicente Duque para llegar a la alcaldía de su natal Cartagena.Como era de esperarse, el nombramiento de Carlos Calero como cónsul generó un sinnúmero de reacciones. Su figura y sobre todo su paso por los medios masivos reabrieron el debate de la idoneidad para llegar a un cargo diplomático. Margarita Manjarrez, presidente de la Asociación Diplomática y Consular de Colombia, señaló que Calero “no tiene la experiencia para ocupar el cargo de cónsul general de Colombia en San Francisco, no tiene la formación que tenemos los funcionarios diplomáticos, no ingresó por concurso, no pertenece a la carrera diplomática”.Ante esto, el presentador decidió guardar silencio, casi que un contrasentido por su carrera. Fue la Cancillería la que tomó la vocería para defender el nombramiento. “La Cancillería jamás ha vetado a las personas por su profesión, ni para los cargos de libre nombramiento ni en la selección de elegibles para los aspirantes a la Carrera Diplomática”, publicaron.Ante la andanada de críticas y caricaturas por el pasado mediático y publicitario del cónsul en San Francisco, la Cancillería fue enfática en señalar que “no se puede descalificar a una persona por su profesión” y recordó que la Cancillería ha contado anteriormente con periodistas que “han cumplido una gran labor en el exterior”.La defensa de la Cancillería no se quedó sólo con historiales, también apuntó a los recuerdos previos. “La experiencia nos ha demostrado que en los cargos consulares, que requieren funcionarios con don de gentes, que se entreguen a las personas a través de un acercamiento permanente, los comunicadores cumplen una excelente labor por su habilidad para interactuar con ellos”, concluyeron.Así pues, Carlos Calero, que supo llegar a los televisores de las familias colombianas por más de dos décadas, volvió a tomar una decisión que cambió el rumbo de su vida pública. De la presentación a la política y de la política a la diplomacia, así fue el periplo del presentador cartagenero que cumplió su sueño de ser como Pacheco y ahora tendrá la responsabilidad de ser la imagen del país en una ciudad que toma cada vez más relevancia mundial como San Francisco (Estados Unidos).