La infancia de Carolina Galván estuvo marcada por la epilepsia, una enfermedad que desapareció en la adolescencia, y por la separación de sus padres cuando tenía 9 años. Desde ese momento, tanto Carolina, la menor de la familia, y sus 4 hermanos no volvieron a saber nada de su madre, pero contaron con el amor de su papá y su abuela, quien se convirtió en su mamá.

Según Xiomara Galván, quien es la mayor de los 5 hijos, Carolina nunca fue buena estudiante, pero tampoco era una niña callejera o fiestera, solo hizo hasta sexto bachillerato y antes de cumplir los 18 años tomó la decisión de irse de Barrancabermeja, Santander, y llegar a Bogotá a vivir con un tío y la hija de este quien sufre de una discapacidad.

Al cumplir los 18 años, Carolina resultó embarazada, pero el hombre no quiso responder por el bebé. Según familiares que lograron rastrear al sujeto en redes, la pequeña Sarita sería igual a su papá: blanca, rubia y de ojos azules. Pero tras percatarse de que estaba siendo rastreado en redes por familiares de Carolina, el hombre desapareció.

Según Xiomara, a Carolina le gustaban mucho los niños y dice que en la cuadra donde vivían en Barrancabermeja solía estar rodeada de ellos para alzarlos y jugar. Detalla que su hermana nunca soñó con ser profesional o con algo relacionado, pero sí decía constantemente que quería tener un hogar, esposo e hijos, incluso se rehusó a operarse cuando nació Sara Sofía porque quería darle un hermanito a la niña.

“Mi suegra se ponía a hablar con ella y (Carolina) decía: ‘es que yo quiero conformar un hogar, yo quiero tener un esposo como Xiomara, bien, que responda por Sara Sofía, yo quiero tener otro hijo’. Yo le rogué a esa niña para que se operara y ella decía que no, que ella no se operaba porque quería tener otro hijo y que quería darle un futuro a Sara Sofía”.

Xiomara manifiesta que al nacer Sara, Carolina era descuidada pero jamás fue violenta con la niña. Incluso señala que la pequeña era de un temperamento muy fuerte y por eso ella le decía a su hermana que no podía perder la autoridad con la niña. Pero aún así, y tras las pataletas de la niña, en especial después de una siesta, Carolina nunca le dio una palmada o tuvo una reacción violenta con la menor.

Carolina Galván | Foto: Carolina Galván

Desde que Sara Sofía nació, dice su hermana, Carolina nunca mostró señales de desprecio hacia la menor, de ser negligente o descuidada con las comidas y el cambio de pañal. Pero Carolina decidió irse de la casa y dejar a la pequeña al cuidado de su hermana mientras ella se estabilizaba.

“Ella le quitó el seno a Sara cuando se fue de la casa, porque Sara todavía tomaba seno, no constante porque ya Sara comía y tomaba, pero ella le daba seno (...) El motivo por el que ella dice que no se va para donde mi tío es porque él tiene una hija que es discapacitada y a la niña a veces le dan ataques de pánico y ella decía que le daba miedo irse para allá porque en uno de esos ataques que tal cogiera a Sara y le hiciera algo, ella no mostraba su rol de mamá, pero sí quería a su hija”.

Para Xiomara y toda su familia el infierno de Carolina se inició al conocer a Nilson Díaz, de quien considera que es completamente dependiente a nivel emocional. Y aunque aún no cree que su hermana fuera capaz de hacerle daño a su propia hija, reconoce que todo cambio desde que el hombre de 45 años apareció en la vida de su hermana y de Sara Sofía.

“Yo digo que ella se quería quedar con la niña, aparte quería estar con Nilson porque estaba o está enamorada de él; de pronto eso no la hizo ver más allá, del riesgo que estaba corriendo su hija. Estaba ciega, se cegó como muchas mujeres hoy en día, porque yo creo que el caso de Carolina no es el único. Yo sé que muchas están pasando por eso y es duro uno no tener la valentía de defender a su propio hijo”.

Carolina Galván | Foto: Carolina Galván

“Carolina ni sabe que pasó con su hija”, dice Xiomara, quien manifiesta que Nilson Díaz es el único que conoce lo que en realidad ocurrió con la menor. Ella cree que este hombre, que le doblaba la edad, la enredó y por temor a lo que le fuera a decir su familia Carolina nunca contó lo que le sucedía al lado de él.

“Yo creo que él primero le habló bonito y ya luego ella se dio cuenta y vio que no podía salir, salirnos a nosotros y decir: ‘Xiomara, es que me estoy prostituyendo’. De pronto para ella, eso también era difícil, entonces habrá dicho: a mí me toca sí o sí seguir, yo digo que el detonante de todo esto fue ese señor, él es el que tiene la verdad”, apuntó.

Xiomara afirma que ella y su familia necesitan paz, saber lo que pasó. Por ello, sigue permanentemente las jornadas de búsqueda esperando que ese día si se sepa o se encuentre algo, pero al llegar al río, dice, pierde de nuevo las esperanzas.

“Yo digo que para esto se necesitan recursos, se necesita más gente apoyándome en este proceso para encontrar la verdad. En este momento tenemos prácticamente cuatro personas de la Defensa Civil, no sé cuántos hay de Bomberos y hacia arriba hay un grupo de la Policía, por ejemplo Defensa Civil y Bomberos son personas voluntarias, ellos no tiene recursos. Lo del bote lo hacen por encima con unos ganchos y sacan, pero esto es cuestión de personas especializadas, de buzos, que se pueda excavar, que se pueda remover, que se haga una búsqueda pero bien, no una búsqueda por encima”.