El presidente Juan Manuel Santos, en su discurso, hizo una referencia a la historia de la ciudad de Cartagena. Aseguró que en adelante será reconocida también por ser la ciudad donde el Gobierno y el grupo insurgente de las FARC sellaron una confrontación de más de 50 años. Y sin duda paz es lo que necesita una ciudad que hace 12 días vivió durante más de tres horas una violenta escena con tiroteo y persecución de tres delincuentes que se hicieron pasar por guardianes del Inpec con el fin de secuestrar o asesinar a John Jairo Jiménez Atencio, alias ‘Pichi’, un confeso narcotraficante que realizó un acuerdo de colaboración con la Fiscalía y a quien un juez de control de garantías le otorgó el beneficio de detención domiciliaria la cual cumple en un edificio del barrio residencial y turístico de Bocagrande. La prolongada escena terminó con la captura de dos individuos heridos y capturados y dos prófugos. Lo ocurrido hizo notorio el hecho de que 1.262 personas con procesos judiciales, de un total de 986 condenados, 392 tienen el beneficio de detención domiciliaria y 431 de esos condenados o en procesos, tiene vigilancia electrónica. La firma de los acuerdos estuvo antecedida por varias semanas de inseguridad, lo que obligó a blindar la ciudad con más 1.500 policías y otros tantos infantes de marina, además se implementaron medidas de cierre de calles, día cívico, prohibición de expendio de licores y restricciones de publicidad política a las campañas tanto del SÍ como del NO. La prohibición  a los primeros se cumplió a rajatabla, sin embargo, en algunas calles del centro se vio a jóvenes portar camisetas, avisos y calcomanías alusivos al SÍ. Desde tempranas horas de la mañana de este lunes la ciudad comenzó a moverse con los turistas. Los locales se quedaron en sus casas. El alcalde Manolo Duque, en diálogo con Semana.com, dijo: "Este lunes parece un domingo, ha sido un éxito, la gente se guardó en sus casas. Lo único fue que el expresidente Álvaro Uribe trajo a una gente y con el procurador hicieron una manifestación por allá por el monumento a las Botas Viejas, pero no hubo inconvenientes, los del Esmad les explicaron y ellos aceptaron. Creo que ahora van a dar una rueda de prensa en un restaurante en El Cabrero y están en todo su derecho". Los periodistas corrían de un lado a otro, al medio día fue la homilía en la iglesia de San Pedro Claver, pero las calles aledañas estaban cerradas. La humedad relativa rondaba los 80 y unos nubarrones negros se extendían sobre el norte y oriente de la ciudad. El estado del tiempo pronosticaba lluvia entre las 4:00 p. m  y 5:00 p. m, pero se adelantó y llovió aproximadamente durante 90 minutos, de 1:00 a 2:30 p. m. Las comitivas de las diferentes delegaciones que recorrían la ciudad no salían de su asombro ante la sofocación, pues ante una temperatura de 31 o 32 grados y una humedad superior a 80 %, la sensación térmica rondando los 35 grados. Las camisas blancas parecían recién lavadas y el sudor corría por las caras de los transeúntes. El aguacero no se espantó completamente y hacia la isla de Manga se mantuvieron toda la tarde unos negros nubarrones, pero la brisa soplaba noroccidente y mantuvo a raya una nueva tempestad, típica en los días finales de septiembre y durante octubre, el mes más lluvioso. La esquina caliente de Fidel Leotau Cuando promediaba las 3 de la tarde, en la esquina de la calle del Carretas, al borde de la Plaza de Los Coches, un grupo de jóvenes arengaba contra los acuerdos y exigían a los policías que custodiaban el acceso a la plaza que les permitieran pasar al senador Luis Alfredo Ramos, del Centro Democrático. El célebre poeta Luis Carlos ‘el tuerto’ López Escauriaza llamó esa esquina hace casi 100 años ‘el riñón de la ciudad, por donde la gente va y viene en un ir y venir de lanzadera’. Los jóvenes uribistas no pudieron probar las bolitas de tamarindo, ni las melcochas, ni las conservitas de leche que han hecho del Portal de los Dulces, uno de los sitios predilectos de la Ciudad de la Paz. En la otra esquina donde se comunican los Coches con la Aduana, en el recodo de la esquina caliente de Fidel Leotau, donde se consume cerveza y los cultores de la salsa se dan gusto al caer la tarde hasta bien entrada la madrugada, miles de periodistas, funcionarios, invitados internacionales y empresarios hacían fila para ir hasta el Centro de Convenciones atravesando la Boca del Puente o Torre del Reloj, previa identificación ante funcionarios de Presidencia y agentes de la Policía nacional. Por ahí pasaron sofocados el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, cartagenero como el dulce de ajonjolí; el exministro Rudolf Hommes; el enjambre de periodistas internacionales que seguían a Ángela Calderón como quien sigue a un flautista encantador; la exministra Cecilia Álvarez Correa. También pasaron los ministros Gina Parody y Mauricio Cárdenas; el secretario general de la Presidencia, Luis Guillermo Vélez; el gobernador encargado de La Guajira y superintendente de notariado, Jorge Enrique Vélez.   Cerca de las 5:00 p. m. las calles comenzaron a aquietarse, un sol amarillo que se colaba por los callejones y edificios, empujado por la brisa suave y fresca de la tarde, llegaba hasta las graderías de la explanada del Centro de Convenciones, el Camellón de los Mártires y la calle del antiguo y centenario mercado que fue demolido para darle paso al Centro de Convenciones inaugurado por el presidente Julio César Turbay. A las 5:15 p. m. las notas del himno nacional interpretadas por la orquesta sinfónica de Malambo, Atlántico, anunciaban el comienzo de la sobria y breve ceremonia, que sólo se vería alterada por tres aviones de combate caza 16 que provocaron un estruendo inesperado en el cielo cartagenero durante la intervención de Timochenko. El discurso del exjefe guerrillero fue ovacionado cuando pidió a las víctimas que lo perdonaran. Un grito de asombro llenó de alegría las plazas de Cartagena, rebotó en las paredes de la Puerta del Sol, se paseó por el parque del Centenario y el Camellón de los Mártires y entró al corazón de las víctimas que estaban esperando ese momento. Como dijo el presidente Santos, haciendo alusión a la estrofa del himno nacional escrito por el expresidente cartagenero Rafael Núñez, había cesado la horrible noche. A las 6:35 p. m., bajo el cielo malva descrito por García Márquez y citado por Timochenko para referirse a esta ciudad histórica y llena de vida nacional, la sobria ceremonia de firma de los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC había concluido. Poco a poco la algarabía de los ilustres visitantes fue llenando las plazas y callejuelas de la Heroica. O ahora la Ciudad de la Paz.