Dos presidentes de la República, tres ministros de Transporte, seis alcaldes (más tres periodos atípicos) y seis gerentes pasaron por Transcaribe antes de que este entrara en operación en Cartagena el pasado 27 de noviembre. Tras una inversión de medio billón de pesos, este sistema de transporte masivo arrancó con una fase pedagógica. Esto, en medio de mucha expectativa, peticiones de aplazarlo y el malestar de grandes sectores de la población por la congestión que generó la restricción de ingreso de vehículos particulares a la Avenida Venezuela, en el centro histórico de la ciudad. Transcaribe se empezó a construir al mismo tiempo que Transmetro de Barranquilla, MÍO de Cali y Megabús de Pereira. Pero mientras aquellos ya llevan varios años en operación, el proyecto cartagenero tiene un retraso de más de cinco años, a pesar de que la troncal es sólo de 11 kilómetros. La última semana de noviembre, el alcalde, Dionisio Vélez Trujillo, en una decisión que fue criticada por transportadores, ciudadanía y concejales puso en circulación dos buses articulados y con ello dio la largada a la fase de pedagogía cuyo recorrido quedó establecido desde el Castillo de San Felipe hasta la estación de La Bodeguita, diagonal al Palacio de la Aduana. El anuncio del mandatario alteró los ánimos de mototaxistas, transportadores y algunos ciudadanos que consideraron que debía dejar que el alcalde entrante tomara esa decisión. Pero Vélez no dio marcha atrás, al considerar que los cartageneros no resistían más sin que se pusiera en marcha el proyecto.
En esta primera etapa, el Distrito tomó medidas que afectaron la movilidad. Mientras algunos han optado por caminar hasta el centro, otros comenzaron a usar los articulados para aprender cómo funciona el sistema. En la primera semana un total de 70.000 personas han tenido la experiencia de usar el sistema en un circuito de dos kilómetros en esta fase. En las estaciones, los empleados indican a los usuarios cómo opera el sistema, así como la preferencia que tienen mujeres embarazadas, niños y ancianos en el uso de las sillas azules, entre otras instrucciones. El alcalde Vélez afirmó que “Transcaribe no es sólo un sistema de transporte, es un sistema de cultura ciudadana”. En diálogo con el Semana.com, el mandatario afirmó que cuando llegó, tras el fallecimiento del alcalde Campo Elías Terán, el proyecto estaba paralizado. El tramo quinto estaba suspendido porque los comerciantes no habían desalojado el espacio público y se había parado la construcción del Patio Portal, donde funcionarán los talleres, oficinas, patios y estaciones de gasolina. Todas esas obras, afirma Vélez, se reiniciaron. “Yo mismo me puse a la cabeza de que los contratistas cumplieran los tiempos: tumbamos el puente de Bazurto, recuperamos las estaciones que estaban ocupadas por indigentes, recuperamos el espacio público del tramo quieto, el contratista pudo terminar la obra y a través de un Conpes conseguimos 120.000 millones de pesos adicionales para el Patio Portal y obras complementarias”, dijo a este portal. Críticas y preocupaciones Los principales críticos están agrupados alrededor de siete empresas de transporte que durante más de 50 años prestaron este servicio público colectivo, pero que decidieron no participar en la licitación mediante la cual se adjudicó la operación porque, según ellos, ‘los estudios sobre movilidad no son concluyentes’, precisamente porque gran parte de la demanda ha sido asumida por el transporte informal. En la ciudad están autorizadas 39 rutas, de las cuales 16 se encuentran inactivas. Esas rutas fueron asumidas por transportadores informales, entre los cuales se encuentran mototaxistas, camionetas y camperos que prestan servicio colectivo, incluso por la misma troncal donde comenzó operaciones Transcaribe. Hace 12 años se inició la construcción del sistema sobre una demanda de 385.000 pasajeros diarios, que para ese entonces se consideraba el 90 % del total de pasajeros que utiliza el transporte público. Hoy, según el alcalde, los usuarios pueden ser más de 600.000 personas. Los transportadores tradicionales creen que esa demanda está sobrestimada, pues actualmente ellos transportan aproximadamente 300.000 pasajeros, lo que permite el florecimiento de los mototaxis, que son más eficientes en tiempo pero son inseguros y más costosos. La etapa pedagógica debía empezar con 35 buses. Sin embargo, ha sido gradual: el 27 de noviembre se inició con dos automotores que pasaron a ser cinco el 9 de diciembre. El alcalde Vélez afirmó que el 31 de diciembre habrá 75 buses, de los cuales 14 son articulados (150 pasajeros), 34 padrones (90 pasajeros) y 30 busetones (50 pasajeros). La operación se extenderá hasta el mercado de Bazurto. Al finalizar el 2016, la flota alcanzará 250 buses y al tercer año de funcionamiento, en el 2018, deben estar circulando 658 buses nuevos que remplazarán a los 1.596 del sistema vigente. Una de las preocupaciones más grandes es la chatarrización, que no se ha iniciado porque los dueños de los buses dicen no haber recibido garantías de que les pagarán sus vehículos. Fuentes no oficiales indican que para esta primera etapa se necesitan 40.000 millones, de los que nadie da razón. Otros, ingresaron como socios de los operadores y recibirán acciones en contraprestación. Ante esa incertidumbre, Vélez afirmó que ese proceso se dará de manera paulatina y, mientras eso ocurra, ambos sistemas coexistirán. Aclaró, eso sí, que el pago de la chatarrización correrá por cuenta de los propietarios de las empresas operadoras, no como sucedió en Barranquilla, donde el Distrito pagó ese proceso. De esa cifra, el 30 % será asumido por Transcaribe, que además de administrador y gestor del sistema, entró como operador. Otra gran preocupación es que se debieron reestructurar las rutas del transporte colectivo que fueron abandonadas. No haberlo hecho, dice un conocedor del sistema, es lo que está generando los problemas de movilidad y, al dejar el carril del solobús para Transcaribe, los buses que no han salido continuarán circulando con mayor dificultad. En los próximos días el Distrito expedirá el decreto mediante el cual prohíbe la circulación de mototaxistas y camperos por la troncal de Transcaribe. Precisamente, hace poco, los primeros protestaron y bloquearon las vías de la ciudad por la prohibición, atacaron unos buses y las estaciones. Causas La demora en la construcción del sistema de transporte masivo cartagenero tiene múltiples causas. En los períodos atípicos de los alcaldes Alberto Barboza y Nicolás Curi no se avanzó un kilómetro. Luego vino la administración de la alcaldesa Judith Pinedo, en cuya administración las obras llegaron al 90 % de ejecución, pero sus críticos le reprochan no haberle puesto empeño en la recuperación del espacio público en Bazurto. Luego el proyecto se frenó durante la administración de Campo Elías y su sucesor Carlos Otero, durante 18 meses. Hoy en medio de las dudas, temores, incertidumbres, preocupaciones e inquietudes, Transcaribe es una realidad parcial porque aún faltan unas estaciones, el patio portal está en el 60 % y falta ver si el alcalde Manolo Duque, que se pronunció en contra de inaugurarlo antes de tener todas las obras terminadas, da marcha atrás. El alcalde Vélez reitera que su administración puso a rodar el sistema “porque había que romper la inercia”. Contó que los asesores del Metro de Medellín le dijeron que “lo que necesita Transcaribe para operar está dado y lo que hace falta se puede ir construyendo y terminando con la etapa pedagógica” Entretanto, en las discusiones callejeras, la gente afirma que la entrada en operación de Transcaribe aún está por verse porque arrancó ‘empujao’. Y esperan que no se frene.