A diario miles de venezolanos atraviesan la frontera de Cúcuta en busca de alimento o de un futuro mejor. Esta crisis humanitaria ha convertido a la capital de Norte de Santander en la principal receptora de migrantes del país, y el gobierno local, pese a sus grandes esfuerzos, ha tenido dificultades para enfrentar ese reto. Ante esta circunstancia, la Iglesia Católica decidió tomar cartas en el asunto y ofrecer atención humanitaria a los venezolanos. Por eso, la diócesis de Cúcuta crearon la Casa de Paso Divina Providencia, en el corregimiento La Parada, municipio de Villa del Rosario, a solo un kilómetro de San Antonio del Táchira. En poco tiempo esta casa se convirtió en una de las iniciativas sociales más importantes de la región al consolidar un modelo humanitario para la atención de la población venezolana migrante en la frontera con Cúcuta. Le recomendamos: Pablo Felipe Robledo del Castillo, al servicio de los consumidores Desde hace más de un año, miles de venezolanos encuentran allí la solidaridad del pueblo cucuteño. Según el padre José David, sus colaboradores hacen lo que la Iglesia y el papa Francisco ordenan: atender en la misericordia de Dios a todos los emigrantes en el mundo. La casa, actualmente, da 3.000 desayunos y la misma cantidad en almuerzos, así como, afirma el padre José David, alimento espiritual para que los migrantes recobren la fe y la esperanza. A la obra se han sumado particulares y entidades estatales que donan alimentos y servicios de salud. La Casa ha contribuido a unir a los colombianos de la región en torno a ayudar a los venezolanos y luchar contra la xenofobia. A esta obra social cada día se unen más personas para colaborar como voluntarios. El grupo de 100 colombianos que inicialmente comenzó esta labor social ya va en 800, más 30 venezolanos. La Casa muestra lo mejor de los nortesantandereanos y exalta esos valores cristianos que buscan el bien del prójimo.