Hace apenas unos meses se conoció, 10 años después de ocurrido el asesinato de Diego Felipe Becerra en extrañas circunstancias, en el noroccidente de Bogotá, la captura del patrullero que disparó en contra del llamado grafitero. Se trata de Wilmer Alarcón, condenado a 37 años de prisión, el mismo que cuando conoció su condena decidió convertirse en prófugo de la justicia. Este viernes se podrían conocer otras cuatro condenas en contra de los coroneles y comandantes del patrullero Alarcón.
Los coroneles José Javier Vivas, Nelson de Jesús Arévalo, Johan Peña, el teniente Rosember Madrid y el intendente Juan Carlos Leal están citados para conocer la lectura del fallo que redactó un juez de conocimiento luego de un largo proceso en el que la Fiscalía trató de demostrar la responsabilidad de los uniformados en un polémico montaje para convertir al grafitero en un peligroso delincuente que acababa de asaltar un bus de servicio público.
El caso ocurrió el 19 de agosto de 2011, cuando Diego Felipe y varios amigos pintaban un grafiti bajo el puente de la 116 con avenida Boyacá, en Bogotá. Fueron increpados por la Policía y decidieron correr antes de enfrentarse, seguramente a una multa o arresto temporal. Los uniformados del cuadrante los persiguieron y cuadras más adelante se escucharon los disparos. En el suelo quedó el grafitero. En ese momento arrancó el montaje.
La información preliminar indicaba que Diego Felipe participó de un atraco a un bus y en su huida fue abordado por la Policía, tras el llamado de auxilio del conductor. Incluso en el lugar de la escena se encontró un arma de fuego, la que supuestamente usó el grafitero en el atraco. Luego los resultados de Medicina Legal revelaron detalles que no coincidían con el relato de los uniformados.
Los disparos en el cuerpo de Diego Felipe explicaron el lugar y la posición en la que se encontraba cuando fue impactado, además en sus manos no se hallaron rastros de pólvora que indicara que disparó o usó algún arma de fuego. Después aparecieron testigos que confirmaban la hipótesis de los uniformados implicados, testimonios que luego se supo eran falsos.
Esos testigos después revelaron cómo fueron contactados para entregar una versión que dejara a Diego Felipe como un supuesto ladrón, se retractaron y arrancó una investigación que tiene a una docena de uniformados y hasta un abogado en líos con la justicia. Buena parte de esos oficiales tendrá que escuchar del juez la sentencia condenatoria o la absolución.
Lo cierto es que después de 10 años de proceso, las víctimas, la familia de Diego Felipe, esperan que se haga justicia en este caso. Fuentes cercanas aseguraron que los elementos probatorios en contra de los uniformados son contundentes, aunque sienten, las víctimas, algo de escepticismo por cuenta de los años y la forma en que avanzó el proceso, no es normal y las implicaciones son bastante particulares.
Por ahora, sólo una persona, el patrullero Alarcón, es el único detenido, mientras sus comandantes, que según la Fiscalía se encargaron de diseñar el plan o montaje para hacer pasar al grafitero como un supuesto ladrón, lograron pasar estos años en libertad y pendientes de su defensa.