A próposito del caso de la niña embera abusada sexualmente por siete soldados, SEMANA habló con Andrea Guerrero Zapata, psicóloga forense, perito del Colegio Colombiano de Psicólogos y docente de la Universidad Santo Tomás; sobre cómo afronta un menor de edad un episodio de violencia sexual. SEMANA: ¿Un niño o niña entiende que está siendo violentado sexualmente? ¿Cómo afronta un episodio así desde la parte mental? Andrea Guerrero Zapata: Depende de la edad. Cuando son niños muy pequeños en edad preescolar que todavía no tienen información suficiente sobre sexualidad muchas veces no entienden que están siendo violentados. La mayoría de los abusos que se dan al interior, por ejemplo, de la familia o por personas desconocidas, no necesariamente emplean el factor de violencia como coacción física o psicológica. Entonces, muchas veces los niños consideran que es algo normal, que puede ser un juego. Sin embargo, cuando son más grandes y tienen cierta información, bien sea por la familia, la escuela o los medios de comunicación, es más fácilmente que el niño comprenda que está siendo violentado. Entonces sí puede haber una diferencia respecto de la edad para saber si ellos entienden o no que están siendo abusados. Sin embargo, es muy factible que cuando se descubre el abuso, por esa información que empieza a llegar, el niño empieza a procesar que lo que ocurrió fue un abuso y obviamente tiene que reconfigurar la situación que vivió.
SEMANA: ¿Cuáles son las consecuencias más recurrentes que se dan cuando un niño o niña es abusado sexualmente? A.G.Z.: Por lo general, lo que se ha encontrado en la investigación científica es que el abuso sexual sí afecta de manera transversal todas las áreas de ajuste de un niño o incluso un adolescente. "Si no existiera otra vulnerabilidad o ningún riesgo, lo mejor era que la niña hubiera continuado con su familia, con su etnia". En algunos casos, por ejemplo, donde hubo factor de violencia, psicológica o física, es muy probable que encontremos incluso indicadores de estrés postraumático. La mayoría de los niños y niñas abusados sexualmente presentan alteraciones en el estado de ánimo como depresión, ansiedad, dificultades para relacionarse con otros niños, incluso con otros adultos. Algunas afectaciones son tan fuertes que pueden llegar a cambiar la personalidad que se está empezando a formar. En un adolescente puede generar cambios estructurales en la personalidad. El abuso produce cambios incluso en la manera como el niño concibe la sexualidad. Hay afectaciones dependiendo de la modalidad de abuso, del tiempo que haya durado y de quién haya realizado el abuso. Si es una modalidad de asalto sexual, por desconocidos, con factor de violencia, puede generar un mayor impacto.
SEMANA: ¿Cuál debería ser el tratamiento a dar de un padre o madre de familia cuando su hijo manifiesta que ha sido violentado o que experimentó un hecho que para él no es normal? A.G.Z.: Cuando un niño hace manifestaciones sobre abuso sexual lo que se recomienda es activar las rutas respectivas tanto por sector justicia, protección y salud. En salud para que el niño y la familia reciban atención psicoterapéutica: aquí hablamos de diferentes modelos de atención que se realiza desde la psicología y psiquiatría en un servicio de urgencias, cuando por ejemplo los niños son llevado a los hospitales; como también procesos psicoterapéuticos de larga data y en caso tal de la presencia de síntomas, por ejemplo, de tipo psiquiátrico, podría incluso hacerse un tratamiento farmacológico con apoyo de psiquiatría. Depresión, ansiedad y dificultades para relacionarse son algunas de las consecuencias que puede tener un menor tras ser abusado sexualmente. Apoyo también para la familia. También se considera importante la psicolocación a los niños sobre sexualidad para prevenir futuros abusos.
Por el sector protección debe activarse toda la ruta con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y con el Sistema de Bienestar Familiar porque el abuso puede darse, por ejemplo, al interior de la familia -los padres no ser lo suficientemente garantes- y en ese sentido es posible que amerite un proceso administrativo de restablecimiento de derechos. En muchos casos, el abuso no es la única circunstancia que aqueja a un niño o adolescente. A veces hay otro tipo de violencia; maltrato infantil, negligencia, explotación sexual comercial, entonces se requiere también que el Estado entre con todo lo que implica un proceso administrativo para que todas esas vulneraciones puedan ser subsanadas. Y en paralelo que el sector justicia actúe investigando el delito y en caso tal llevando a judicialización a los responsables. Entonces debe haber un tratamiento con múltiples áreas, no solo pensar en el tratamiento psicológico. SEMANA: Como señala el proceso de recuperación de un menor es de larga data y, poniendo el caso de la niña embera, cómo no caer en la revictimización? A.G.Z.: El hecho no se va a olvidar. Dependiendo el área de la psicología sobre la cual se haga el tratamiento se busca es resignificar la experiencia. Cambiar esas emociones negativas, tratar de amortiguar los efectos negativos que genera el abuso y generar contención emocional. Para el caso de la niña indígena lo que se recomienda son tratamientos específicos y con enfoque diferencial. Estamos hablando de una niña de una etnia específica que tiene una cosmovisión particular. No podría ser el típico tratamiento que le podrías dar a un niño que vive en Bogotá, por ejemplo, porque tiene situaciones culturales, antropológicas y psicológicas distintas. El boom mediático también tiene implicaciones, pues los agresores se allanaron a cargos y eso hace que sea mucho más rápido el proceso y eso también influye psicológicamente en la niña y en la familia.
Diferente a esos casos donde durante años se espera la judicialización. Acá aceptaron cargos y eso puede tener unas implicaciones benéficas para la niña porque inmediatamente puede empezar un proceso jurídico de reparación integral a la niña y su familia. Porque aquí la victimización no es solo para la niña, aquí la victimización es para todo el núcleo familiar. La niña requiere un tratamiento para resignificar la experiencia, con que pueda mejorar los síntomas que van a empezar a aparecer, porque el hecho es reciente. Durante el primer mes lo que se suele experimentar después de un hecho traumático es un estrés agudo. "Para el caso de la niña indígena lo que se recomienda son tratamientos específicos y con enfoque diferencial". No todos los casos son iguales. Hay niños que son más resilientes que distintos factores pero este hecho fue demasiado violento; impactante. Estamos hablando de siete hombres, seis de ellos que aceptaron los hechos como directos implicados y uno como partícipe. Es un hecho muy grave que seguramente impactará la salud mental de la niña. Con el paso de las semanas y los meses. algunos de estos síntomas podrían darse y otros menguarse por eso la atención debe darse desde ya.
SEMANA: La niña embera fue llevada a un hogar de paso por el ICBF y ahí surge la duda si en esta situación y, considerando que ella no fue violentada por alguien de su familia o su comunidad; ¿fue la mejor opción aislarla? A.G.Z.: Desconozco por qué en este proceso administrativo de restablecimiento de derechos el ICBF consideró que la mejor opción es retirar a la niña de la familia. Esas decisiones suelen darse cuando el agresor está al interior de la familia. La Ley 1098 dice que cuando se da, por ejemplo, una amenaza o vulneración de derechos del niño, niña o adolescente, entra el ICBF a valorar esas condiciones iniciales del niño, tanto por nutrición, psicología y trabajo social para mirar la verificación de derechos. No sé si encontraron otra variable que ameritaba la toma de decisión. Pero si no existiera otra vulnerabilidad o ningún riesgo, lo mejor era que la niña hubiera continuado con su familia, con su etnia. Eso sí con todo el apoyo estatal para mejorar las condiciones. familiares y psicológicas. Si encontraron otro factor ahí si ameritaba haberla sacado, de lo contrario me parece que se puede complicar más la situación emocional de la niña porque es víctima de la violencia sexual y luego, de alguna manera, se desarraiga.