El senador del Polo Iván Cepeda se ha convertido no solo en uno de los principales contradictores del expresidente Álvaro Uribe, sino también en un vehemente crítico del gobierno de Iván Duque.

Así lo dejó ver este lunes cuando desde su cuenta de Twitter calificó al Jefe de Estado de “guardián de la impunidad”, luego de los pronunciamientos que ha hecho Duque en los últimos días sobre los casos de alias Otoniel y Aida Merlano.

Ante el riesgo por el que está atravesando la extradición a la justicia de Estados Unidos de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel -exjefe máximo del Clan del Golfo-, el presidente Duque lo calificó de “sinvergüenza” al recurrir a maniobras para dilatar su envío a Estados Unidos para que responda por crímenes relacionados con narcotráfico.

Así mismo, el primer mandatario recordó que alias Otoniel no solamente es el Pablo Escobar actual que tiene el país, sino que es uno de los principales autores de abusos sexuales en contra de menores edad, hechos que deben ser castigados.

“Otoniel es quizá el bandido más tenebroso que ha tenido Colombia, Pablo Escobar era el demonio, un ser humano despreciable que lo único que hizo fue dañar a este país, pero este criminal Otoniel es Pablo Escobar más lo que usted quiera”, sostuvo Duque.

Frente a estas declaraciones, el senador Cepeda manifestó: “El presidente Duque debería dejar de fungir como guardián de impunidad en los casos de las declaraciones de Aida Merlano y alias Otoniel. Él sabe que las declaraciones de ambos afectan a poderosos jefes políticos y militares”.

El congresista del Polo le hizo, además, un llamado especial a Duque: “Que permita a la justicia actuar con independencia”.

Extradición

Por otro lado, la extradición hacia EE. UU. de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, el exjefe del Clan del Golfo, el peor narcotraficante de los últimos tiempos, está en riesgo. Como en las épocas de Pablo Escobar, pero con otros métodos, Otoniel trata de impedir ser enviado a responder a una corte de ese país.

Durante años, los narcotraficantes como Pablo Escobar, del cartel de Medellín y los hermanos Rodríguez Orejuela, del Cartel de Cali, lograron infiltrar las más altas esferas de la sociedad política y judicial del país a través del dinero producto del narcotráfico. El mismo Escobar decía que prefería una tumba en Colombia que una cárcel en EE. UU.

Una de los principales argumentos de la violencia y del terrorismo desatados en los años ochenta fue, precisamente, el deseo de esos capos de acabar con la extradición. Y en un momento dado arrodillaron al país a punta de plata y plomo y lo lograron. En ciertos casos se compraban funcionarios, periodistas, policías y militares con el poder casi infinito de corrupción de los narcodólares. Miles de personas que se opusieron a esos objetivos acabaron muertos defendiendo la legalidad. No obstante, se logró restablecer el mecanismo de extradición para castigar a estos criminales. Durante décadas ha sido una herramienta poderosa en la lucha contra la corrupción y muchos delincuentes colombianos están presos en EE. UU. o ya pagaron largas condenas delatando a sus cómplices.

Finalmente, pareciera que Colombia regresa a esos dolorosos años. El mundo al revés. Algunos políticos de la oposición e incluso voces en la justicia aplauden y piden que Otoniel no sea extraditado como lo hicieron en el caso de Jesús Santrich, que terminó escapando hacia Venezuela, al ser dejado en libertad tras su captura con pedido de extradición por narcotráfico de parte de EE. UU. Su caso quedó en la impunidad.