Hace 53 años, en 1968, se perpetró el asesinato de Ana Agudelo, una joven ascensorista que trabajaba en el edificio Fabricato, ubicado en la ciudad de Medellín. Hasta hoy no es claro por qué murió ni cómo se llevó a cabo el lamentable hecho, pues el señalado de cometer el crimen se declaró inocente y negó su participación en la macabra historia.

La investigación del caso conocido como Caso Posadita o el Crimen del Sótano duró alrededor de dos años luego de que Abel Antonio Saldarriaga Posada fuera sentenciado a veinte años de prisión en la cárcel de La Ladera y luego en la Isla de Gorgona. Aunque esa fue su condena inicial en 1979, obtuvo la libertad condicional, regresó a su casa y solo pagó once años de prisión.

Lo que se conoce del caso

En 1968, Ana Agudelo tenia 23 años y trabajaba como ascensorista en el edificio de Fabricato, ubicado en la calle Boyacá con Junín, en la capital antioqueña.

Allí conoció a Abel Antonio Saldarriaga Posada, quien trabajaba en oficios varios y tenía cercanía con la joven por la naturalidad de cada uno de sus trabajos. Un día, Ana debió regresar al edificio por uno de sus uniformes, en el lugar solo se encontraba el hombre, a quien llamaban Posadita.

Según su hermana, la joven no volvió a salir del edificio y no la volvieron a ver nunca más. Medios de la época señalaron que Ana había quedado de encontrarse con su familiar luego de ir por su ropa al edificio, pero al ver que la ascensorista no llegaba, la mujer llamó a su mamá y por intuición le respondió: “Vaya y pregunte al edificio”.

La mujer se acercó al emblemático centro empresarial, ícono para los paisas, y al llegar se encontró con Posada, a quien conocía porque lo había visto en diferentes ocasiones cuando pasaba a recoger a su hermana.

Algunas versiones señalan que la mujer encontró al hombre arañado y sin camisa, ella no prestó mayor atención y continuó con su búsqueda.

Se dice que once días más tarde se comenzó a sentir en el edificio un olor putrefacto que despertó sospechas y condujo a la búsqueda del cuerpo por los bomberos y la Policía. Así fue como hallaron a Ana, primero encontraron su cabeza en uno de los sótanos del edificio, luego de perforar uno de los muros, y después uno de los bomberos notó que una pared tenía un revoque fresco, al derrumbar se encontró el resto del cuerpo que había sido descuartizado.

Nunca encontraron sus genitales, por lo que fue imposible esclarecer si fue víctima de violencia sexual. Los medios de la época calificaron la situación como “macabra”, pues Ana fue descuartizada, su cabeza estaba rodeada por una cabuya cuando fue encontrada, y en el techo de la Iglesia de La Candelaria, cercana al emblemático edificio, también fueron encontrados algunos restos de su cuerpo, y posterior a ello fue “emparedada”.

Al momento de encontrar los restos fue capturado Posada, el único señalado del crimen y a quien la familia acusa debido a que este tenía una fijación por la joven, a pesar de ser casado y tener tres hijos.

Norela, la hermana de Ana, dijo en una entrevista con el medio Vivir en El Poblado que: “Posadita fue un domingo a la casa a limpiar las ventanas. De pronto Ana dijo: ‘¡Ay, cómo les parece que me caso!’. Lo dijo así, con el modo de ser de ella, hablantinosa, conversadora, alborotada. No era de muchas amigas o amigos, pero en la casa era muy alegre (...). Con eso tuvo Posadita para ponerse furioso y no volver a hablar. De inmediato se le notó el cambio y salió y se fue. Eso se quedó así, no volvió a la casa a limpiar vidrios y la vida siguió normalmente”.

Este asesinato fue considerado como un crimen pasional, muchos contaron lo enamorado que se le veía a Posadita de su compañera, de igual manera, lo indiferente que ella era con él, pues, este era un hombre casado y mayor y al parecer ella estaba enamorada y pensaba casarse con otro hombre.

Posada en la actualidad

Poco se conoce de la vida de Abel Antonio Saldarriaga Posada luego de que se le concediera casa por cárcel. Incluso, tal fue el impacto del hecho en los medios de comunicación que estos también cubrieron la decisión del juez, allí el hombre dio algunas entrevistas en las que señaló que era inocente y había sido víctima de “una gente que fue echarle sangre a su ropa”.

Actualmente, el hombre tendría 88 años y no se conoce de su paradero, pero lo que sí es cierto es que hizo historia en la ciudad con el terrible caso de feminicidio que ocasionó en 1968.