Los chilenos elegirán hoy en segunda vuelta a su presidente de la República escogiendo entre dos extremos: uno de izquierda y otro de derecha.

Gabriel Boric, un profesor universitario que hasta hace poco lucía pelo largo, representa a la ultraizquierda, y José Antonio Kast, que no esconde apoyar algunas ideas de Augusto Pinochet, a la ultraderecha.

José Antonio Kast y Gabriel Boric lucharán en una segunda vuelta de infarto y sin favorito en un país totalmente polarizado entre derecha e izquierda.

Los dos vienen de resultados muy apretados en primera vuelta el pasado 21 de noviembre.

Gabriel Boric, de Convergencia Social, viene de lograr 25,83 % de los votos en las urnas en la primera vuelta y José Antonio Cast, del Partido Republicano, 27,91 %.

Se trata de una elección muy polarizada entre extremos que los mismos chilenos decidieron llevar a ese nivel en primera vuelta.

La escasa diferencia en votos de los candidatos ha llevado el clima a un estado de tensión absoluto.

Los sectores de derecha temen que Boric, que apoyó las violentas protestas que terminaron llevando al país a una nueva Constitución lo conduzca ahora desde la Presidencia al caos y a la pobreza con sus ideas socialistas.

Los de izquierda también temen que Kast, que defiende muchas ideas del régimen de Pinochet, se dedique a proteger el capital y el mercado y no avance con las reformas sociales.

Lo que al final pase hoy con Chile no será indiferente para el resto de Latinoamérica y para Colombia, que también se apresta a elegir a su presidente de la República en mayo próximo.

Esta parte del continente ha vivido en permanentes tensiones políticas los últimos años por la disputa que libran sectores de izquierda y derecha por el poder.

La mayor preocupación es que los sectores de izquierda, que también se declaran demócratas, al llegar al poder acuden a todas las formas posibles, inclusive a las elecciones controladas, para permanecer en él.

Permanecer en el poder, a costa de la democracia y de las libertades, parece ser la razón de ser de esa izquierda que se declara salvadora de los pobres, pero que terminan empobreciendo más a las sociedades con inmensos daños a las libertades y a la economía.

Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Argentina son claros ejemplos de países en los que los líderes populistas de izquierda han echado mano todo su arsenal para perpetuarse en el poder.

Pero además de torcer las reglas de la democracia para adaptarlas a sus intereses y utilizar el poder para su propia causa ideológica, esos regímenes de izquierda han terminado por destruir el mercado y aplastar las libertades individuales y colectivas.

Venezuela, por ejemplo, pasó de ser uno de los países más ricos de la región a uno de los más pobres hoy, por cuenta de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, en nombre del Socialismo Siglo XXI, desde 1999.

Foto: EFE.

Tanto Chávez como Maduro se precian de haber liderado el mayor número de elecciones democráticas, las cuáles terminaron siendo una farsa, pues ellos se apoderaron de todos los poderes, inclusive del electoral, y producen los resultados de las urnas que a ellos les sirven. En Venezuela, con Chávez y Maduro no volvió a haber elecciones libres.

Chávez y Maduro destruyeron en estos más de 20 años de gobiernos de izquierda la economía del país y desaparecieron las libertades.

Otro caso aberrante es el de Nicaragua, donde Daniel Ortega, elegido en 2007, se niega a entregar el poder.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, mostró su apoyo incondicional a su homólogo de Nicaragua | Foto: CREDIT AFP PHOTO / PRESIDENCIA NICARAGUA - CESAR PEREZ / Twitter @PresidencialVen

Su reciente triunfo en los comicios de noviembre para un nuevo mandato presidencial fue posible porque Ortega encarceló a todos sus contradictores.

Evo Morales, también apelando a sucesivas elecciones generales permaneció en el poder en Bolivia desde 2006 hasta 2019, cuando prácticamente fue sacado de su cargo.

Nicolás Maduro, Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega | Foto: Montaje Semana

Los Kirtchner se resisten también a salir del poder en Argentina apelando al populismo como una de sus mejores herramientas de campaña permanente.

Primero fue Nestor Kirchner, quien desempeñó la Presidencia entre 2003 y 2007. Y murió. Su viuda, Cristina Kirchner ejerció el poder en la Presidencia desde 2007 hasta 2015.

Tras soportar todo tipo de cuestionamientos morales por actos de corrupción en el poder, la expresidenta se hizo elegir como vicepresidenta del presidente Alberto Fernández en 2019.

También lo intentó Rafael Correa, en Ecuador, donde fue presidente desde 2007 hasta 2017. Y salió del poder porque uno de los suyos lo traicionó.

Colombia

Lo que ocurra hoy en Chile no deja de tener su impacto en el continente y en Colombia, donde habrá elecciones presidenciales en mayo próximo.

En Colombia también se viven tensiones parecidas entre los sectores de derecha e izquierda.

La presencia de un exguerrillero del M-19, Gustavo Petro, hoy aliado con todos los sectores de izquierda, inclusive los excombatientes de las Farc, también les produce miedo a los sectores de derecha.

Inclusive algunos temen que Petro se pueda volver un expropiador como lo han sido Chávez y Maduro, en Venezuela. Así piensan algunos como el expresidente Álvaro Uribe, su archirrival.

Federico Gutiérrez, Gustavo Petro, Hugo Chávez y Nicolás Maduro | Foto: SEMANA

Sí, muchos sectores en Colombia le temen a Petro.

Y también está la centroderecha, en la que está el sector de Álvaro Uribe, quien ha movido los hilos de la política los últimos 20 años haciéndose elegir él y algunos de los suyos en la Presidencia.

En Colombia no solo Uribe es exponente de esa centroderecha. En la actualidad una coalición de corrientes de centroderecha también lucha por la Presidencia.

Pero a diferencia de Chile, en Colombia parece estar mucho más fortalecido el centro del espectro político. O por lo menos hay para escoger.

El mapa político colombiano tiene hoy mucha fortaleza de la izquierda, la derecha y un centro, que lucha como los demás por el poder.