En Cali, Lilibeth Tejada, propietaria de las canchas sintéticas Fútbol Cinco La Primera, dice que en el camino de la pandemia se quedaron varios de sus colegas. “No sobrevivieron, las deudas los ahogaron”, recuerda. Ella resiste para que su negocio no sea parte de esa lista, aunque reconoce que sus finanzas están en cuidados intensivos y con pronóstico reservado.

En seis meses de cierre, Lilibeth adeuda una alta suma. Su complejo deportivo, ubicado en el norte de Cali, tiene cuatro canchas sintéticas de microfútbol. Era el sueño de la familia y pudieron materializarlo hace cinco años. Adecuar cada cancha les costó 100 millones de pesos, entre drenajes, tapetes, malla y todo lo demás.

Hasta antes de la pandemia era un negocio rentable. Con una hora de juego por encima de 95.000 pesos, siempre Fútbol Cinco la Primera estaba a tope. A los caleños les gusta jugar en ese complejo por la calidad del tapete y su ubicación muy cerca de vías principales. No obstante, el cierre ocasionó un descalabro económico en todo el gremio deportivo. “Las canchas sintéticas en Cali perdieron durante la pandemia una cifra cercana a 6.000 millones. Y nosotros, en estos seis meses dejamos de recibir 300 millones de pesos”, cuenta Lilibeth.

Las canchas Fútbol Cinco la Primera están ubicadas en el norte de Cali. Antes de la pandemia era uno de los complejos deportivos más visitado por los caleños.

Con la flexibilización en Colombia de las medidas restrictivas en el marco de la covid-19, las canchas sintéticas en Cali empezaron a operar desde el 1 de septiembre, pero con entrenamientos individuales. Eso agudizó la crisis, porque se reactivaron los pagos de arriendos que estaban congelados.

Lilibeth, propietaria de las canchas Fútbol Cinco La Primera. | Foto: Cortesía

“Estamos batallando fuerte, porque con esos entrenamientos individuales no lográbamos reunir ni para pagar los servicios; abrimos, pero para tener más pérdidas”, asegura Lilibeth. Los arriendos en canchas sintéticas son costosos y varían según el lote. “El que menos paga, cancela 8 millones de pesos mensuales de arriendo, y el que más paga, desembolsa casi 32 millones”, agrega.

Lilibeth, que es la vocera del gremio de cancha sintéticas en Cali, explica que los complejos deportivos cerrados son doce. Sus puertas ya no están abiertas, pero aún tienen deudas vigentes. A Algunos les tocó desmontar y vender la grama (o tapete) por partes. Asegura que fue imposible acceder a los créditos anunciados por el gobierno nacional cuando inició la emergencia por pandemia en Colombia; incluso, algunos préstamos aprobados en enero y febrero fueron congelados en marzo.

“El mantenimiento de cada cancha son alrededor de 15 millones de pesos mensuales. Mi complejo tiene cuatro canchas (...) Nosotros tenemos otra empresa y nos sostenemos con eso, pero tenemos una deuda grande por el arriendo, nos tocó sacar a algunos empleados”, sostiene Lilibeth.

En cifras redondas, ella habla de hasta cuarenta empleos cesados por la situación que atraviesan. Espera ver la luz al final del túnel con la apertura total de las canchas permitido por la Alcaldía de Cali desde la segunda semana de septiembre. “Vamos con todo el entusiasmo para sacar esto adelante. La gente está que se juega y nosotros estamos preparados para brindar un servicio bioseguro”, concluye.