El jueves de la semana pasado el gobierno divulgó una de las mejores noticias económicas de los últimos años. Ese día el presidente Andrés Pastrana anunció un proyecto de ley marco para la financiación de vivienda, que incluye la posibilidad de condonar entre el 10 y el 25 por ciento de las deudas hipotecarias inferiores a los 100 millones de pesos que se encuentren al día al finalizar 1999. La intención es generar un descenso en los saldos para aliviar a miles de deudores cuyos ingresos habían aumentado a un ritmo inferior al de sus deudas.El proyecto soluciona en parte el problema de los deudores del Upac _que llevó a la Corte Constitucional a tumbar todo el sistema_ y mejora las perspectivas de la construcción al reducir la probabilidad de un ascenso dramático en las daciones de pago y en la cartera morosa de las entidades financieras. No obstante no es clara la viabilidad de algunos de los instrumentos contemplados en el nuevo sistema.En el proyecto de ley _ante la decisión de la Corte de eliminar la capitalización de intereses, que permitía acceder al sistema de crédito hipotecario con cuotas relativamente bajas_, el gobierno propone una ampliación de los créditos hasta por 30 años para que las cuotas mensuales queden al alcance de los colombianos de menores ingresos. Esta no será, sin embargo, una tarea fácil, ya que el país no tiene ninguna tradición en créditos con plazos superiores a los 20 años. Es más, desde 1997, debido a la crisis financiera, al aumento de la volatilidad en las tasas de interés y a largos períodos de iliquidez en el sistema financiero, el promedio de los plazos de los créditos y de las captaciones ha tenido una reducción sustancial (ver gráficas). Hoy más del 50 por ciento de las captaciones no superan los seis meses. Para hacerle frente a esta situación el gobierno decidió emular sistemas de otros países y propone en el proyecto que las entidades financieras emitan bonos hipotecarios y titularizaciones. Bajo este sistema, en lugar de prestar dinero al comprador la entidad financiera emite un título que se puede vender en el mercado de capitales. Así se distribuye el riesgo del crédito hipotecario y se elimina la brecha de liquidez que se origina en el balance de una entidad cuando presta en efectivo a largo plazo y financia con instrumentos de corto plazo.En el papel esto suena muy bien. No obstante, en los países en donde se utilizó este sistema tuvieron que pasar muchos años antes de que los títulos se volvieran populares. Y la realidad es que debido a la crisis de la construcción la Nación no se puede dar el lujo de crear un sistema de financiación de vivienda que se demore mucho tiempo en operar.Por eso, más allá de los instrumentos, el gobierno y el Banco de la República tendrán que buscar incentivos para que se desarrolle el ahorro de largo plazo. Por un lado, generando expectativas de tasas estables y, por el otro, creando mecanismos que hagan que los títulos sean atractivos. De lo contrario se corre el riesgo de que nadie compre los títulos y de que la reactivación de la construcción _motor de desarrollo de la economía colombiana_ continúe en veremos.