Sigue la racha de violencia en el departamento de Chocó por cuenta de los hombres que delinquen en las filas del Clan del Golfo. En las últimas horas, los uniformados de dos estaciones de la Policía Nacional fueron víctimas del plan pistola que ordenó alias Chiquito Malo.

El primer estruendo se escuchó en el municipio de Istmina donde una pareja de delincuentes que se movilizaba en una motocicleta lanzó una granada contra las instalaciones del comando. Una vez dejaron el artefacto explosivo, huyeron del sitio causando solo daños materiales.

Mientras que en el municipio de Río Quito una patrullera resultó lesionada en su pierna derecha cuando un grupo de hombres armados -sin mediar palabra- atacó con tiros a los uniformados que se encontraban prestando los servicios de vigilancia en esta población del noroeste del departamento.

El comandante de la Policía en Chocó, coronel Clauder Cardona Castaño, le adjudicó las acciones terroristas a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia que operan en la mayoría de los municipios de la región, mientras se enfrentan a la guerrilla del ELN para contener su expansión por las montañas.

Él explicó que, en el caso de Istmina, la granada no tuvo mayor impacto en la institución porque se tiró desde una distancia considerable: la estación está ubicada en la mitad de una cuadra y los ilegales no cruzaron la esquina. Sin embargo, esta situación puso en alto riesgo a los civiles que viven en el sector.

“Hacen un lanzamiento de una granada desde la esquina, pasan en una motocicleta. Esta detona al frente de un establecimiento público haciendo unos daños materiales e igualmente no hay afectaciones a nuestros policías, ni a las instalaciones o vehículos”, señaló el coronel Cardona Castaño.

Las unidades de investigación de la Policía están trabajando para lograr la judicialización de los responsables de los homicidios selectivos en Chocó. Hasta mayo, según las estadísticas del Ministerio de Defensa, fueron asesinados tres uniformados, mientras que otros ocho quedaron lesionados.

Esas tareas están siendo asumidas en coordinación con el Ejército y la Armada Nacional, bajo un plan especial que busca desestabilizar las cabezas visibles de la organización criminal que se mueven entre los departamentos de Chocó, Antioquia y Córdoba. En esos territorios concentran sus actividades delincuenciales.

En paralelo, se dio a conocer que los hombres que comandó alias Otoniel adoptaron en los municipios de Antioquia una de las estrategias más crueles que utilizó Pablo Escobar para hacerle contrapeso a la Policía: los ilegales le pusieron precio a cada homicidio contra los miembros de la institución.

De acuerdo con el Gobierno nacional, la muerte de cada uniformado en suelo antioqueño llega a costar hasta dos millones de pesos. Al parecer, la financiación estaría siendo asumida con las rentas que les deja los negocios delincuenciales.

En las subregiones del departamento tienen a cargo el narcotráfico, minería y tráfico de migrantes de Colombia hacia Panamá, con las rutas que apoderaron entre el Necoclí, Acandí y la selva del Darién.

Ese ofrecimiento está enmarcado en un plan pistola que ordenaron activar los cabecillas del Clan del Golfo en Antioquia, Chocó y Córdoba, para responder ante los constantes golpes que han recibido: capturas, extradiciones y retención de mercancías.

Esa técnica ilegal es una herencia que dejaron los capos de Medellín cuando empezaron a ofrecer plata por la muerte violenta de cada policía. En las calles de la ciudad circuló el ofrecimiento que iba desde un millón de pesos por un agente y tres por un oficial.

Según el registro de las víctimas del narcotraficante Escobar, al menos 500 policías murieron violentamente en la ciudad entre 1989 y 1992. En adelante, esa técnica ilegal fue replicada por cada uno de los grupos armados organizados.