El pasado 26 de octubre, Jorge Robledo, senador referente del Polo Democrático, les anunció a las directivas del partido su intención de ser el candidato presidencial en las elecciones del 2018. Ese mismo día pidió al Comité Ejecutivo Nacional activar el proceso para la escogencia del candidato único y aceptó someterse al mecanismo que la colectividad acordara.La noticia, en teoría, debía de ser recibida con júbilo por la dirigencia del Polo y por todos sus militantes. El senador que ha encarnado la oposición a los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, el que ha sido calificado el mejor congresista en los últimos cinco años por los líderes de opinión, podría ser la carta para que este partido, que nació en el 2005 con el objetivo de unificar todos los sectores de la izquierda, pudiera tener amplias posibilidades de llegar al poder, después de la histórica votación de Carlos Gaviria en el 2006 (2.613.157 votos) y la de la ministra Clara López en la primera vuelta del 2014 (1.958.371).Le puede interesar: Crisis en el Polo Democrático está a punto de reventar ¿aguantará?Pero sucedió todo lo contrario. La precandidatura de Robledo, lejos de emocionar, cayó como una bomba en el corazón del Polo Democrático. Más aún cuando el senador le cerró la puerta a cualquier alianza con el grupo político que surja de la desmovilización de las FARC, como también a Gustavo Petro, antiguo miembro del partido. En ese momento se olfateó en el ambiente que la candidatura de Robledo, lejos de congregar, volvía a generar una división en el partido amarillo.Las diferencias Robledo lidera una importante facción, la del MOIR, que sin embargo no es mayoría en el Polo. Los que sí la ostentan, a la luz del IV Congreso Nacional (2013), son los del Polo Social, liderados por Clara López, que en coalición con otras tendencias sumaban 17 de los 30 miembros del Comité Ejecutivo Nacional. Mientras el MOIR, que insiste en una candidatura “ni santisita ni uribista”, plantea un modelo económico diferente al neoliberal, la prioridad para el Polo Social en las próximas elecciones es garantizar el futuro del proceso de paz y las reformas democráticas y sociales de la etapa del posconflicto.En principio las posturas de ambos sectores parecen conciliables. Pero como este particular debate tiene nombres propios, las diferencias entre Robledo y Clara López parecen ser el obstáculo para la reconciliación. Diferencias que nacieron en el debate presidencial del 2014, cuando López adhirió a la reelección de Juan Manuel Santos, y se profundizaron cuando la dirigente aceptó el Ministerio de Trabajo en mayo del año pasado.Consulte: “Se equivoca el senador Robledo al generar suspicacias”: Vargas LlerasPolémica decisiónAunque después de la precandidatura de Robledo se vivía cierta calma en el Polo, las aguas se volvieron a agitar esta semana por cuenta de la resolución que aprobó el Comité Ejecutivo el lunes 16 de enero, que fijó nuevas reglas de juego en materia de candidaturas presidenciales.Una de ellas señala que quienes aspiren a inscribirse como candidatos a la Presidencia deberán hacerlo de manera personal hasta el 31 de enero ante la Secretaría General. Es decir, quienes aspiren a ser candidatos presidenciales del Polo tendrían menos de una semana para registrarse en el partido (Ver Resolución 01 de 2017 del Polo Democrático Alternativo).Para Alejandro Ocampo, del Comité Ejecutivo del Valle del Cauca, esta decisión pretende que el Polo, en contra de los estatutos, termine proclamando como candidato único a Robledo, toda vez que la ministra López tendría que precipitar su renuncia al Gobierno para “inscribirse personalmente”, pues ningún militante la podría postular.La resolución fue aprobada en buena parte porque desde cuando Clara López ingresó al gabinete ministerial y abandonó la presidencia del Polo Democrático, las cargas se han modificado en el Comité Ejecutivo Nacional.El Polo Social tenía 17 de los 30 votos, mientras que el MOIR apenas 11. Pero el concejal Álvaro Argote, actual presidente del partido; el excongresista Jaime Dussán, y el exsenador Antonio Peñalosa (quien hizo política con el cura Bernardo Hoyos en Barranquilla), que representaban también al grupo de Clara López, ahora están votando con Robledo. “Se voltearon”, en términos de Ocampo.No sólo ellos, los dos representantes del grupo Poder de Unidad Popular (PUP), del senador Alberto Castilla, que había hecho coalición con López, ha votado en las últimas decisiones con el MOIR. Con esa suma, el grupo de Robledo ahora cuenta con 18 votos, los mismos con los que se aprobó la resolución.Congreso Nacional Al advertir que la decisión aprobada el pasado 16 de enero afectaría una eventual candidatura de Clara López, principal figura del Polo Social, más de 300 dirigentes del partido, encabezados por los congresistas Iván Cepeda, Senén Niño y Alirio Uribe, le exigieron al concejal Argote convocar el V Congreso Nacional para el próximo mes de mayo, y que, como lo establecen los estatutos, sean los delegados de todo el país los que decidan la candidatura. Si ninguna alcanza el respaldo del 60 %, se acudiría a una consulta popular.Lo hicieron a través de un derecho de petición y le notificaron a Argote que de no convocar el Congreso del Polo, acudirían al Consejo Nacional Electoral para hacer cumplir los estatutos del partido. “Claramente, la legitimidad y la legalidad de las decisiones que debe adoptar la colectividad en materia de política de alianzas y selección de candidatura presidencial corresponde al nuevo Congreso, con delegados y delegadas legitimados por mandato electoral”, expresaron en la carta.Aunque Robledo fue quien pidió al Polo iniciar el proceso de selección de candidatura. Había propuesto un Congreso extraordinario, antes de febrero, que no tendría la presencia de Clara López. Pero un Congreso ordinario supone unas elecciones para determinar los delegados. En las del 2013, el Polo Social ganó la mayoría frente al MOIR, y hay quienes creen que la historia se podría repetir.Las siguientes semanas serán determinantes para el Polo. El próximo lunes se volverá a reunir el Comité Ejecutivo, en la llamada casa amarilla del barrio Teusaquillo, en el centro de Bogotá, y los vientos que se olfatean son de auténtica confrontación. La guerra fría en el Polo Democrático va para largo.