El debate presidencial con los precandidatos de la Centro Esperanza, moderado por la directora de SEMANA, Vicky Dávila, fue más un concierto de propuestas, que una confrontación o algo parecido. Y también, muy ameno.

Aunque Sergio Fajardo, Juan Fernando Cristo, Jorge Enrique Robledo, Juan Manuel Galán, Carlos Amaya y Alejandro Gaviria no provienen de la misma cantera ideológica, representan imaginarios distintos, e inclusive, han sido contradictores, en el debate parecían sincronizados en sus respuestas.

Desde la primera pregunta todos mostraron proximidad en sus conceptos. Apenas hubo ligeros matices de diferencia.

Ninguno de estos seis precandidatos que se enfrentarán en la consulta interpartidista de marzo próximo por la candidatura presidencial del Centro está de acuerdo con fumigar con glifosato. Ninguno.

Todos prefieren hablar de sustitución de cultivos, de no castigar a los campesinos que representan el eslabón más frágil de la cadena del narcotráfico, y todos admitieron que la política de la prohibición impuesta por Washington desde hace medio siglo no funciona. No ha sido eficaz.

Cristo hizo énfasis en que debe haber “mayor interdicción y aplicar el acuerdo de paz de La Habana” en cuanto tiene que ver con la sustitución de cultivos ilícitos.

Si Robledo llega a la Presidencia, lo primero que haría sería promover un gran “compromiso global” para adoptar la nueva estrategia.

La nueva estrategia, según Amaya, tiene que centrarse en “proteger a los campesinos” y “atacar las utilidades del negocio”.

Sergio Fajardo mostró su inclinación por “perseguir el dinero” de los narcos y atender el consumo como un “problema de salud pública”.

Juan Manuel Galán, de ser elegido Presidente, impulsaría un “diálogo con Estados Unidos y la Unión Europea para establecer una nueva regulación” y despojaría a los extraditados de todos los recursos para reparar a las víctimas.

Alejandro Gaviria, quien como ministro de Salud del gobierno Santos firmó la suspensión de fumigar con glifosato, aboliría el “prohibicionismo” y atacaría las “mafias”.

Cuando Vicky Dávila les preguntó si apoyan la legalización de las drogas como respuesta al problema, también hubo acuerdo mayoritario. Todos incorporaron en sus respuestas una misma palabra: regulación.

El punto de partida de esta pregunta fue una afirmación reciente de Juan Manuel Galán, uno de los asistentes al debate, quien sí había hablado de legalización de todas las drogas.

Pero también Galán terminó explicando que cualquier proceso de legalización tiene que pasar por una regulación.

Todos coincidieron, además, en que ninguna decisión de fondo sobre una nueva estrategia contra las drogas puede ser una determinación de Colombia por su cuenta, sino que debe hacerse con el apoyo de la comunidad internacional.

Todos lejos de César Gaviria

Aunque el rechazo de todos estuvo más dirigido a aceptar cualquier diálogo o transacción por votos con el jefe del Partido Liberal, César Gaviria, el cuestionamiento fue para todos los expresidentes.

Vicky Dávila le preguntó a cada uno si en caso de pasar a segunda vuelta y sentir que le faltara los votos de César Gaviria, los aceptaría, y hubo un rechazo total. Ninguno de los seis se sentaría a transar con César Gaviria por los votos que le faltaran para ganar.

El único que admitió que aceptaría “adhesión” de Gaviria fue Alejandro Gaviria, quien antes de formar parte de esta coalición, era el candidato presidencial del expresidente. Pero dejó claro que no se sentaría a hablar con él. Solo “adhesión”.

Todos los demás fueron contundentes en rechazar cualquier posibilidad de entrar en componendas con el jefe liberal.

De hecho, casi todos repitieron la expresión acuñada por Fajardo: “¡Chao, expresidentes!”, refiriéndose a todos.

Tampoco Petro

Salvo Carlos Amaya, quien está en la coalición en representación de los ‘verdes’, los demás aseguraron que ni adherirán a Gustavo Petro ni votarán por él, si pasa a segunda vuelta.

Fue una de las pocas veces en que la sinfonía tuvo una nota discordante. Amaya dijo que si la Coalición Centro Esperanza no pasa a segunda vuelta y la confrontación final se da, como en 2018, entre el uribismo y Petro, votaría por este último.

Ninguno de los demás lo hará. Todos aseguraron, a una sola voz, que el próximo presidente de Colombia, será uno de ellos.

Fajardo, en tono jocoso dijo: “Si una sola noche me acuesto pensando por quién otro votaría en segunda vuelta, al siguiente día no me levanto y no hago más política”.

Posiblemente, si ese fuera el caso, preferirían votar en blanco, como lo hicieron todos en 2018, según lo confesaron.

Todos harán reforma tributaria

Con mucha franqueza, todos admitieron que de llegar a la Presidencia, tendrá que hacerse una nueva reforma tributaria. Pero una para los cuatro años, no una cada año.

El aspecto diferencial en la reforma tributaria que haría Alejandro Gaviria está en que impondría “tasas efectivas de tributación, mayor impuesto a los ricos, pero en todo caso saludables y sostenibles”. Les impondría mayores impuestos a las bebidas azucaradas, un debate vigente en el mundo.

“Que los que más tienen y más ganen, paguen más impuestos”, prometió Juan Manuel Galán.

Sergio Fajardo anunció que pondría un “impuesto al patrimonio a los más ricos, para destinarlos a educación, ciencia y tecnología”.

Amaya, quien llamó la atención por sus conocimientos en el tema, dijo que las reformas tributarias son el mejor instrumento para luchar contra la pobreza y generar igualdad. Haría una con ese propósito, pero solo una.

Si Robledo ganara la Presidencia, haría una “reforma tributaria anticorrupción”, con “menos impuestos indirectos”.

Cristo hizo énfasis en hacer por fin una reforma tributaria -también una sola- que dé recursos a las entidades territoriales.

Todos, como en coro, dijeron que en un gobierno de Centro Esperanza, el salario mínimo siempre tendría incrementos por encima de la inflación.

Muy personal…

El encuentro de los precandidatos de Centro Esperanza con Vicky Dávila estuvo lleno de momentos divertidos. Amenos.

No hubo un solo instante de confrontación ácida o agresiva entre ellos.

El momento de mayor confrontación se dio cuando Vicky Dávila le preguntó a Alejandro Gaviria si seguía pensando que le ganaría a su compañero Sergio Fajardo. Gaviria se envalentonó y respondió que sí, porque él sí sabe como es un Consejo de Ministros, porque él conoce cómo es el Gobierno nacional y Fajardo, no.

Fajardo le respondió sonriendo y mirándolo con cierto cariño: “Soñar no cuesta nada”. Y le dijo que él si sabe cómo es subir una cuesta, porque monta en bicicleta.

Pero fue más un cruce de sonrisas que de ataques.

Para mostrar cómo sería contra la politiquería, Alejandro Gaviria relató una anécdota; dijo que cuando era ministro de Salud lo fue a visitar una comisión de congresistas conservadores con la hoja de vida para nombrar un recomendado en la dirección de un instituto, y que cuando terminaron de exponer sus razones para la intriga, les dijo: “Pueden botar esa hoja de vida de una vez a esa caneca de la basura”.

Amaya contó prometió hacer política una vez que fue al Congreso, a hablar como estudiante, cuando tenía 22 años. Ese día prometió que llegaría al Congreso, elegido, como ocurrió.

Juan Manuel Galán no quiso responder quién es mejor para hacer política, si él o su hermano Carlos Fernando.

Juan Fernando Cristo habló de sus “días amargos” junto al presidente Ernesto Samper, como asesor de comunicaciones, en pleno proceso 8.000.

Jorge Enrique Robledo recordó que fue uno de los primeros en dejarse el pelo largo, en los sesentas. Dijo que lo tenía muy abundante.

Amaya, además de sorprender con sus conocimientos tributarios, recitó varios versículos de la Biblia, para sustentar su fe en que será el próximo presidente de los colombianos, a pesar de tener los más bajos índices de intención de voto, como “la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

Queda claro, luego de esta jornada de los precandidatos de Centro Esperanza, con Vicky Dávila, es que tienen más coincidencias que diferencias. O mejor, que casi no tienen diferencias políticas, a pesar de sus orígenes diversos.

Y que tienen la capacidad de asumir la confrontación política, inclusive, con sentido del humor.