Ese fiscal tuvo problemas con ese señor y nos ordenó que lo matáramos. Iba en un carro y se sicarió (sic). Se llamaba Pedro y era muy conocido. Por orden de ese fiscal lo sicarió la oficina… Yo era el encargado del sicariato y del cobro. Yo tenía un poco de hombres para sicariar a la hora que quisiera”.Esta espeluznante confesión proviene de un sujeto llamado Jhon Keneber Cárdenas. Conocido con el alias de Kener, ese personaje pertenecía a la cúpula de una temida y sanguinaria oficina de cobros y sicarios que actuaba principalmente en Ibagué, Tolima. El relato de ese crimen forma parte de lo que le ha contado en varias oportunidades a fiscales e investigadores. Pero tiene de trasfondo un tema profundamente escandaloso.Alias Kener ha señalado en sus declaraciones y evidencias que un fiscal especializado de Ibagué no solo estaba en la nómina de esa oficina sicarial, sino que, como si fuera poco, le ayudaba a ese grupo de asesinos a desaparecer investigaciones en su contra, alertarlos de operativos y, lo más grave, les contaba del paradero de los enemigos de la banda para que los asesinaran.
“El fiscal era el que nos daba a nosotros todas las informaciones de lo que estaba pasando. Si había algo en contra de nosotros, cuando había algún hurto o sicariato sin autorización de nosotros y luego dejaban en libertad al responsable, el fiscal Diego nos lo entregaba a nosotros para que tomáramos la ley en nuestras manos”, afirma en una serie de aterradores audios (escuchar en Semana.com). “Desde el año 2009 trabajaba con nosotros, yo lo conocí en el 2012. Si había alguna investigación contra nosotros, él la borraba. Él recibía 8 millones de pesos mensuales”, afirma.Alias Kener participaba desde hacía años en la oficina sicarial, liderada por José Alexánder Granada, alias el Tigre. Conformado por más de 30 asesinos, ese grupo sembró el terror en la capital del Tolima y sus alrededores. “Nosotros teníamos un monopolio de comida en la ciudad y nombrábamos quiénes podían vender y quién no en las plazas. Al que llegaba sin permiso, se le sicariaba. Poníamos los precios. Recibíamos las órdenes del Tigre desde la cárcel de La Dorada porque estaba preso”, contó alias Kener.
Las autoridades bautizaron a esa oficina de sicarios con el exótico nombre del Cartel de la Cebolla Larga, porque ese era uno de los productos cuyo precio regulaban en los mercados a sangre y fuego. Sin embargo, las actividades ilegales de ese grupo se extendían a homicidios, microtráfico, extorsiones y vacunas. Por los delitos que cometió alias Kener está detenido desde 2013. Desde prisión declaró varias veces en contra del fiscal, pero extrañamente las pruebas que había entregado a un investigador del CTI sencillamente jamás fueron anexadas al proceso.Su antiguo jefe, alias el Tigre, se enteró de que había dejado en evidencia al fiscal que trabajaba con esa organización criminal. “Vea viejito la vuelta es la siguiente. Lo pasado pasado es. Usted pague lo suyo sin meter a nadie en problemas que yo pago lo mío y pórtese bien. Si usted necesita algo con ese fiscal Diego Fernando mándeme bien explicadito que yo la voy muy bien con ese señor y créame que yo le colaboro”, dice uno de los apartes de una carta fechada el 5 de junio de 2017.“Parcero necesito que me colabore con el fiscal Diego Fernando y con Jairo. Parcero dígame cómo es para cuadrar con Diego y con Jairo algo de plata para que le den porque hay un rumor que la Fiscalía de Bogotá va a entrar a investigar al fiscal Diego y usted es el único que lo puede salvar o hundir”, le escribió nuevamente el Tigre a su antiguo lugarteniente en otra carta fechada el 16 de noviembre de 2017. “Usted sabe que él es amigo mío y también suyo. Colabóreme con este fiscal que yo le debo mucho a él. Tenemos amigos y personal de la Fiscalía. Mándeme a decir que necesita, que este fiscal colabora con lo que sea para que no le dañe la carrera” (ver cartas).
SEMANA intentó entrevistar al fiscal mencionado por el sicario, pero no fue posible localizarlo. Hace dos semanas alias Kener fue enviado desde la cárcel de máxima seguridad de Cómbita a la penitenciaria Picaleña en Ibagué. Fue citado por la fiscal cuarta para, una vez más, escuchar sus denuncias. Un alto funcionario del búnker confirmó que efectivamente existe una investigación supremamente grave y escandalosa contra ese fiscal de Ibagué. Y no es para menos. Se trataría del primer caso de un fiscal aliado y cómplice en homicidios de una oficina del crimen organizado.