El desempleo se convirtió en un grave efecto secundario del coronavirus en la economía global. Las medidas de aislamiento han servido para frenar el contagio, pero el impacto económico está disparando los niveles de paro.Con una desocupación de 21,4 por ciento en mayo, Colombia es el país con la mayor tasa de desempleo de los 37 miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), según un informe conocido esta semana. España, que sufrió con mayor rigor los efectos de la pandemia, es el segundo en el ranking, pero no supera el 15 por ciento, mientras que el promedio de la tasa de desocupación en los miembros de la Ocde está alrededor del 8,4, y 13 muestran una cifra inferior a 5 por ciento.Tener el peor desempleo en un club de países ricos no sorprende. Pero sí lo hace ser el más afectado en América Latina, entre economías semejantes. En la región presenta el mayor número de trabajos perdidos por la pandemia, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Chile en mayo tuvo una tasa de 11,2 por ciento; Brasil, 12,9 por ciento; Argentina, 10,4 por ciento; Perú, 13,1 por ciento; y en México ha subido a doble dígito, con aumentos entre 2 y 3 puntos porcentuales. Pero ninguno ha crecido a los niveles de Colombia, a pesar de que México y Perú cuentan con cifras de informalidad muy elevadas.El desempleo no es un problema nuevo en el país. El mercado laboral venía débil incluso antes de los efectos del virus. Pese a la recuperación del año pasado, el empleo había caído y el desempleo promedio llegó a 10,5 por ciento en 2019.Para la Ocde, la desocupación nacional subirá entre 10,6 y 11,5 puntos porcentuales (depende de un nuevo brote o no), mientras que, en el conjunto de estos países, la tasa de desempleo aumentará en promedio entre 3,8 y 4,6 puntos porcentuales. Solo en Estados Unidos y Canadá habrá un deterioro tan fuerte.Con esto, la Organización prevé que el desempleo en Colombia se mantendría en alrededor del 20 por ciento este año y del 18 por ciento al finalizar 2021, en el caso de que haya un solo impacto.Sin duda, los datos del mercado laboral preocupan. La desocupación alcanzó el registro más alto para este mes en los últimos 20 años, y la tasa de desempleo urbana (13 ciudades) llegó al 24,5 por ciento. La destrucción de alrededor de una cuarta parte de los trabajos por la pandemia ha llevado a que por primera vez en la historia el número de personas inactivas supere al de ocupados.

Pero algunos análisis advierten que, si todos los que perdieron su empleo se clasificaran como desempleados, Colombia sería uno de los únicos países con tasas superiores al 30 por ciento, es decir, de las más altas del mundo.

Colombia tiene el desempleo más alto de ma OCDEJuan Daniel Oviedo, director del Dane, señala que la metodología para medir el desempleo responde a las mejores prácticas internacionales, reconoce la situación que enfrentan los hogares y no hace supuestos. Además, afirma, a partir de abril hay una mejora en todos los indicadores de la economía, incluidos los del mercado laboral. La reactivación gradual ha comenzado a mostrar, desde mayo, una reducción en la población inactiva y el aumento en los niveles de empleo. No obstante, llama la atención porque buena parte de la caída en la ocupación se presentó en unidades de menos de diez empleados. Por eso, dice, el Gobierno trabaja muy fuerte en la formalización laboral.Causas estructuralesLo cierto es que la pandemia está revelando los defectos estructurales del mercado laboral colombiano. Su fuerte vulnerabilidad asociada a los altos niveles de informalidad, las grandes brechas de género, el desempleo juvenil y frente a las regiones y el campo, así como los bajos niveles de productividad. Antes de la pandemia, según la Ocde, el 47 por ciento del empleo total en el país era vulnerable, muy por encima del 35 por ciento de América Latina y el 12 por ciento de los países de la Ocde.

Las mujeres y los  jóvenes registran las  peores tasas de desocupación en medio de la pandemia.Sin duda, los informales son los que más sufren con la crisis, que también podría abrir más las brechas de género y edad. Las mujeres y los jóvenes trabajan en una mayor proporción que los hombres en actividades con bajo valor agregado y en algunas de las que permanecerán más tiempo cerradas.Asimismo, a pesar de estar mejor preparadas, las mujeres tienen una fuerte restricción porque se ocupan de los trabajos domésticos. La tasa de desempleo femenino ha sido tradicionalmente 5 puntos más alta que la de los hombres. En mayo, la diferencia llegó a 8 puntos.Por otra parte, la alta desocupación juvenil podría explicarse por la divergencia entre las competencias que construye el sector educativo y las que en verdad necesita el mercado laboral. El país tiene un sesgo hacia las ciencias sociales en detrimento de la formación técnica y tecnológica.Por esta razón, el Dane estaría preparando junto con el Ministerio del Trabajo, el Sena y el Servicio Público de Empleo un sistema de información para emparejar mejor la oferta y la demanda del mercado laboral. No puede ser que la mayoría de la gente reporte que consiguió trabajo por referencia de amigos o familiares.Por último, algunos expertos estiman que el país viene creciendo en sectores que no impulsan el empleo, pues no usan mucha mano de obra. Eso explica que, aunque la economía venía repuntando, la desocupación hubiera vuelto a crecer a niveles de dos dígitos.Por tanto, consideran necesario trabajar en una política industrial y productiva que busque incentivar nuevas actividades claves, rsto es, encontrar nuevas fuentes de crecimiento y diversificación del aparato productivo y de exportaciones, hasta ahora muy dependientes de bienes básicos como el petróleo. Estas deficiencias hacen que Colombia tenga la cuarta parte de la productividad de Estados Unidos y esté 6 puntos por debajo de la de América Latina.

En la coyuntura de la pandemia, el Gobierno ha utilizado todas la recetas aplicadas por la mayoría de los países de la Ocde con subsidios a la nómina, líneas de crédito garantizado, mayor liquidez, pagos aplazados de servicios públicos, impuestos diferidos o giros a los más vulnerables y los informales mediante el nuevo programa de Ingreso Solidario. Algunos contradictores dicen que no lo ha hecho en las dimensiones ni velocidad requeridas y que debería extenderlas y focalizarlas mejor. Algo complicado con las fuertes restricciones fiscales de hoy.Además, el Gobierno diseña un Plan Marshall criollo para reactivar la economía y el empleo, basado no solo en aumentar la inversión en las grandes obras de infraestructura. También, impulsar las carreteras terciarias, dar mayores subsidios a la construcción de vivienda y edificaciones, ejecutar las regalías para acelerar la reactivación regional y revolucionar la financiación empresarial, entre otros temas.Eso lo han pedido desde el gremio de la infraestructura hasta centros de pensamiento, como Fedesarrollo. Este, además, ha lanzado la idea de que el Gobierno subsidie los costos no salariales de los nuevos empleos, que alcanzan alrededor del 16,5 por ciento del costo de la nómina. Para Luis Fernando Mejía, director de la entidad, se requieren no solo medidas como las creadas para proteger el empleo, sino herramientas para generar nuevos puestos de trabajo.El Gobierno lanzó una Misión de Empleo para estudiar asuntos relacionados con el mercado laboral, los problemas estructurales y las reformas por hacer. Aun antes de la pandemia, el desempleo ya era un tema. Pero para que la crisis actual no agrave los problemas estructurales y se convierta en una talanquera para la recuperación, es necesario plantear propuestas extraordinarias y políticas más agresivas. Llegó la hora de buscar los consensos para no tener el triste récord de ser el país con el desempleo más alto del mundo.