Colombia volvió a Viena, Austria, para asistir al 60o. Período Ordinario de Sesiones de la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas pero esta vez con otra prioridad: el posconflicto. La canciller María Ángela Holguín, en cabeza de la delegación, se pronunció e hizo un claro llamado para que haya un cambio de estrategia en materia de políticas antidrogas. Con la autoridad que le merece al representar uno de los países más golpeados por el tráfico de estas sustancias, la canciller presentó las cifras del abrumador crecimiento de área cultivada de coca y del consumo de estas sustancias. En el 2009 fueron sembradas 162.000 hectáreas en el mundo. En el 2014, descendió a 132.300, pero volvió a subir en los años siguientes.

Lea: “No veo la estrategia para enfrentar los cultivos de coca”: Daniel M. RicoExpuso, además, los números que dan cuenta de la lucha interna que en Colombia se da para derrotar el narcotráfico que, valga decir, no ha sido suficiente. En el 2015, la fuerza pública desmanteló 3.840 centros de infraestructura para la extracción de la base de coca y refinamiento de clorhidrato de cocaína. El número subió en el 2016 y llegó a la cifra de 4.900 laboratorios destruidos. Su objetivo era poner en perspectiva la gravedad de la situación. “Y permítame compartir con ustedes unas cifras que nos muestran la dificultad que es acabar con este negocio. Un kilo de hoja de coca se lo compran al campesino colombiano en un dólar. Ese, dentro de Colombia ya cuesta 2.500 dólares. Pero déjeme decir que cuando pasa a Centroamérica, ya vale entre 10.000 y 15.000 dólares. Cuando llega a Estados Unidos, vale 25.000 el kilo. A Europa, 40.000, y a China, 70.000 el kilo. En las calles esto se multiplica entre 10 y 15 por kilo. Ahí estamos viendo el tamaño del problema que tenemos”, explicó Holguín.Contexto: La coca se dispara Como si fuera poco contar con carteles de droga en el país, la canciller denunció que han detectado la incidencia creciente de carteles extranjeros, lo que complica la lucha para acabar con el multimillonario negocio ilícito. Por eso, y como ya en otras ocasiones lo ha dicho el propio presidente Juan Manuel Santos, la canciller invitó a buscar una alternativa más efectiva contra el problema de las drogas ilícitas, ya que las viejas usanzas no han alcanzado los resultados esperados. La canciller también se refirió a la Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU (UNGASS), que hace un año tuvo lugar y en la que el presidente Juan Manuel Santos pidió que los protocolos en materia de derechos humanos se ajusten a las convenciones internacionales sobre drogas. Es decir, que se replanteen las penas de muerte por delitos relacionados con drogas, propuesta que no llegó a buen puerto. Holguín recordó que en días pasados el país se vistió de luto por Ismael Arciniegas, el primer colombiano condenado a pena de muerte en China.Puede leer: Un triángulo de drogas, armas y violencia: la terrible realidad de la frontera entre Brasil, Colombia y Perú En tiempos de posconflicto Ahora cuando el acuerdo de paz con las FARC está firmado y que en tiempo de la implementación la palabra clave es el posconflicto, la delegación reconoció que en esta etapa la lucha contra las drogas es vital, de hecho, Rafael Pardo, el alto consejero para el Postconflicto, aseguró ante la Comisión que “mientras exista esa área de cultivos de coca, la paz no va a ser sostenible”. A lo que se refiere Pardo es a que en Colombia nunca se habían registrado tantas matas de coca cultivadas. En pocos días el Departamento de Estado de Estados Unidos, específicamente la CIA, anunciará una cifra que supera las 180.000 hectáreas. Desde el 2013 se ha duplicado el área cultivada. El año pasado, esta misma entidad había situado los cultivos en 159.000 hectáreas. Un crecimiento del 39 % respecto al 2014. La tendencia que muestra la CIA es consistente en porcentaje con la que presenta el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) de Naciones Unidas, cuya última medición para el 2015 ubicaba los cultivos en 96.000 hectáreas (entregará las cifras del 2016 en un par de meses).

Consulte: Erradicación forzada, ¿peor el remedio que la enfermedad? Holguín también se refirió a este punto y explicó cómo el acuerdo con las FARC ha sido un cuchillo de doble filo. Por un lado se reconoce la importancia del Capítulo de Drogas que quedó en el documento final y por el otro, expone que los “campesinos y cultivadores de coca, viendo los beneficios que por la sustitución de cultivos en la etapa del posconflicto tendrían, aumentaron la siembra e involucraron más área con el fin de acceder a los recursos que el Estado se comprometió a otorgar, a partir de la firma del Acuerdo de Paz”.