Colombia acaba de hacer una de las mayores ventas de armas de su historia. Indumil, la estatal a cargo de la producción bélica, enviará a Guatemala 8.000 fusiles Galil SAR Córdova 13, calibre 5,56x45 milímetros. Cada uno vale aproximadamente 1.290 dólares, lo que significa que se trata de un negocio que ronda los 10 millones de dólares, una cifra casi inédita en las exportaciones de armas del país. Detrás de la transacción hay todo un movimiento de esa industria colombiana para posicionarse a nivel internacional en el mercado de la defensa.
El arsenal vendido por Indumil no es poca cosa. Las Farc, por ejemplo, entregaron menos que eso en su proceso de desarme, en el que pusieron 6.177 fusiles a disposición de Naciones Unidas. Y aunque la fecha del embarque de los Galil a Guatemala no se conoce por motivos de seguridad, se sabe que saldrán desde el puerto de Cartagena en un buque designado por el gobierno del país centroamericano.
Este es el Galil, un fusil creado en Israel y perfeccionado durante años en Colombia. Indumil acaba de venderle 8.000 unidades a Guatemala. Bomba MK 81 como las que Indumil vendió a los Emiratos Árabes, interesados en armarse para combatir a Isis.También venden explosivos mineros.
El negocio forma parte de un convenio firmado en Bogotá entre el general Luis Miguel Ralda, ministro de Defensa de Guatemala, y el almirante Hernando Wills Vélez, gerente de Indumil. Los guatemaltecos no compraban un arsenal así desde 1978 y, según explicaron fuentes de ese gobierno, lo hacen para atender las actuales amenazas del crimen transnacional como el narcotráfico, el terrorismo y el tráfico de personas. Pero la transacción también implica un hito para la industria militar colombiana. De hecho, la fabricación de esos fusiles es uno de los mayores logros internacionales de Indumil.
Los Galil terminaron por convertirse en el arma principal de la infantería colombiana desde que empezaron a llegar a finales de los años noventa desde Israel,donde los concibieron. Y Colombia, uno de sus mayores usuarios en el mundo, durante años tuvo que comprarlos al país de origen. Pero a comienzos de la década pasada Israel dejó de producir esos fusiles y Colombia, por el contrario, siguió trabajando por mejorarlos hasta el punto en que Indumil empezó a venderles repuestos a los propios israelíes. Los nuevos modelos del fusil, como los vendidos a Guatemala, tienen ya el sello local, pues buena parte de sus piezas han recibido mejoras importantes. La exportación de ese arsenal a Guatemala no es un negocio aislado. De hecho, Colombia negoció hace poco su mayor venta en la historia. Se trata de un contrato con Emiratos Árabes celebrado en 2017 y hecho efectivo el año pasado. Indumil recibió 22,4 millones de dólares por la venta de bombas MK 81 de 250 libras y MK 82 de 500 libras, lanzables desde aviones. Ese país se ha convertido, a punta de petrodólares, en uno de los mayores importadores de armas del mundo, y su interés por ese tipo de munición de fabricación colombiana surgió a partir de la guerra con Estado Islámico o Isis y los conflictos con algunos de sus vecinos de Oriente Medio. El negocio fue tan grande para lo acostumbrado por Indumil, que representó el 95 por ciento de sus ingresos por exportaciones durante 2018. Hizo otras 15 ventas a Paraguay, Surinam, Israel y Estados Unidos, que apenas sumaron 1,1 millones de dólares. El negocio con los Emiratos Árabes impulsó las exportaciones bélicas colombianas a su punto máximo, 68.000 millones de pesos, frente a los 8.400 de 2017. Sumando los cuatro años anteriores, esos ingresos no alcanzan ni a la mitad de lo logrado el año pasado. Y con la reciente venta de los fusiles a Guatemala, Indumil podría conseguir un resultado similar este año.
Esas ventas internacionales de armas contrastan con los resultados a nivel interno. El presupuesto del sector defensa ha caído en los últimos años y las Fuerzas Armadas, motivadas por el desescalamiento del conflicto tras la firma del acuerdo de paz con las Farc, disminuyen cada vez más sus compras. Por ejemplo, según los informes financieros de Indumil, mientras que en 2014 el Ejército hizo compras por 72.000 millones de pesos, el año pasado solo llegó a 14.000 millones. La Fuerza Aérea, que en 2014 compró 7.600 millones de pesos, compró 1.187 en 2018. Es decir, las ventas de productos militares a nivel interno han dejado un hueco que se ve compensado con las recientes exportaciones.
Histórico Exportaciones 2014-2018 La estrategia de internacionalizar las armas hechas en Colombia empezó a tomar vuelo en el último quinquenio, a la par que avanzaban las negociaciones con las Farc. Hacia 2015 y 2016, por ejemplo, emisarios del jeque Jalifa bin Zayed Al Nahayan y del rey Salmán bin Abdulaziz, los monarcas de Emiratos Árabes y Arabia Saudita, respectivamente, visitaron la fábrica de municiones Santa Bárbara, en Sogamoso, una de las tres de Indumil. En la Antonio Ricaurte, en Sibaté, hacen explosivos, y en la José María Córdova, en Soacha, fabrican armas. En su informe de gestión de 2018, Indumil dejó clara la estrategia. “La empresa se enfocó en posicionar a la Industria Militar Colombiana en el exterior, buscando diversificar las relaciones, tanto comerciales como bilaterales, con el fin de llegar a nuevos mercados”. Para eso, habrían establecido contactos con al menos 15 embajadas colombianas en el exterior, entre las que están las de Estados Unidos, Bélgica, Francia, Turquía, India, Corea del Sur, Kenia y Sudáfrica. Indumil ha contactado con al menos 15 embajadas en América, Asia, Europa y África para expandir el negocio. El negocio internacional de la guerra se perfila, entonces, como el área más prometedora de Indumil. Pese a que la empresa tiene en la fabricación de armas su línea más conocida, su verdadero negocio ha estado en la minería y la infraestructura. De hecho, de los 585.000 millones en ingresos que la estatal tuvo el año pasado, solo el 15 por ciento corresponde a productos militares. En ese periodo, a Indumil le entraron 250.000 millones de pesos por vender emulsiones y materiales como el Anfo a 19 empresas como Cemex o Argos, que lo usan para explotar canteras o para la minería a cielo abierto. Los negocios con el sector de la infraestructura, por ejemplo, les significaron 42.500 millones de pesos, impulsados por el comienzo de nuevas concesiones viales de cuarta generación, especialmente en Antioquia.
El sector petrolero también le compra a Indumil para llevar a cabo las pruebas en busca del crudo. Eso sí, los recientes negocios de Indumil son apenas los primeros pequeños pasos en un mercado muy lucrativo a nivel global. El hecho de que Colombia hoy esté desarrollando y modernizando los Galil, por ejemplo, abre una ventana de oportunidad. Los cuerpos policiales en México, Costa Rica u Honduras, y los militares de Portugal y Sudáfrica aún utilizan estos fusiles. Lo cierto es que ahora hay bombas colombianas que estallan en Oriente Medio, en una de las zonas más ‘calientes’ el mundo. Y pronto habrá fusiles colombianos en la lucha contra el crimen en Centroamérica.