"Aspiramos asumir -después de 40 años de estar a la defensiva- el liderazgo que nos corresponde en los escenarios internacionales. Hay que saberse globalizar y no solo dejarse globalizar". Con esas palabras de su discurso de posesión, el presidente Juan Manuel Santos señaló el principal derrotero de la política exterior de su cuatrienio. La sexta Cumbre de las Américas de Cartagena marcará el cenit de las relaciones internacionales del actual gobierno, al menos en lo que se refiere a escenarios multilaterales. El evento en La Heroica constituye la reunión de más alto nivel del hemisferio occidental y recoge el esfuerzo de la Casa de Nariño para desplegar una agenda más diversa en temas y en geografía. Por esa razón es pertinente analizar qué tan cerca está hoy Colombia de seguir esa pauta de líder regional que prometió el primer mandatario. En los primeros 20 meses de la administración Santos, la Cancillería es una de las entidades con mejor balance. El notable mejoramiento de las relaciones con los países vecinos es el logro con mayor impacto en la opinión pública. Mientras que en julio de 2010 casi la mitad de los colombianos consideraba que la política exterior estaba empeorando, en octubre de ese mismo año las cifras dieron un vuelto drástico: el 84 por ciento creía que estaban mejorando. La inteligente combinación entre quiebres de estilo y mensaje con continuidades en algunas posturas del gobierno anterior le ha permitido a Santos quebrar el aislamiento heredado de Uribe sin descuidar el desafío interno. Lo anterior se suma a la obtención de púlpitos importantes como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y servir de anfitrión a 32 jefes de Estado del continente americano.No obstante, hay un largo trecho entre cultivar con éxito "la semilla de nuestra buena imagen ante los ojos de la comunidad internacional" y convertirse en un actor relevante en el hemisferio que se cuele entre el claro liderazgo compartido entre Estados Unidos y Brasil. El posicionamiento regional viene acompañado de la toma de posiciones en asuntos sensibles para los vecinos como la política antidrogas o Cuba. Escoger un lado podría ir en contravía de los intereses nacionales que rigen el abordaje pragmático del presidente Santos. Más que encabezar posturas en uno u otro sentido, el gobierno ha demostrado gran pericia en servir de puente entre los distintos bloques en los que hoy está dividida la geopolítica americana. Como 'bisagra' entre un norte conservador y un sur más izquierdista o entre los defensores a ultranza del liberalismo y otras apuestas más estatistas, la Casa de Nariño puede adquirir un papel estratégico ante la realidad continental actual. Pero el positivo cambio de tono en las relaciones exteriores y el logro diplomático de Cartagena no deben obnubilar otros frentes por mejorar. La analista Sandra Borda se pregunta en El Espectador sobre la "visión estratégica y de largo plazo". Observadores de las Naciones Unidas como Laura Gil quieren que la tarea de Colombia en el Consejo de Seguridad sea más visible. Por ejemplo, en la traducción del apoyo a Haití en un cambio diplomático tangible para una nación, cuya situación alarma a la región entera. "Se está haciendo poco", afirma Gil.La cumbre de esta semana cierra un periodo intenso y fructífero de la política exterior colombiana donde las rupturas iniciales ayudaron a la visibilidad y la inclusión del país. El desafío que sigue en lo que queda de la administración Santos es transformar este innegable protagonismo en el liderazgo anunciado el 7 de agosto de 2010. Las expectativas en este tema seguirán siendo grandes.