Aún no está muy claro por qué fue asesinado en Palmira, Valle del Cauca, el pesista olímpico Edwin Mosquera Roa, después de que el sábado a las nueve de la noche un hombre le disparara varias veces luego de un rato de departir entre amigos al rededor de unas cuantas cervezas y un juego de billar. Las heridas de bala le quitaron la vida de manera instantánea cuando compraba algo para comer. Luego de su muerte, se empezaron a conocer detalles inéditos de lo que pudo suceder esa noche. Tanto las autoridades como algunos testigos coinciden en asegurar que ese crimen pudo ser el restultado de la intolerancia. Todo parece indicar que la rencilla, de la que estaba inocente Mosquera, empezó cuando el pesista se acercó a una mesa donde había un pareja de novios y saludó a la mujer. Según algunos relatos, en ese instante no hubo nada anormal, pero la pareja se retiró del sitio unos minutos después del encuentro con Mosquera. En adelante, lo que sigue es una especulación, ya que varias versiones advierten que el hombre que le disparó, era el mismo acompañante de la mujer que saludó minutos antes. No obstante, todos esos detalles serán materia de investigación, por cuanto las autoridades indagan tres hipótesis, pero coinciden en advertir que este crimen pudo tratarse de un caso de intolerancia, motivado por celos, “lo único que puedo adelantar, es que no estamos frente a un asesinato motivado por su condición de militar”, aclaró el coronel Mauricio García, comandante de policía en Palmira, tras recordar que además de pesista, Mosquera era soldado profesional. Edwin Mosquera Roa se mostró como una de las promesas del deporte colombiano en los pasados Juegos Olímpicos de Brasil, donde tuvo una actuación brillante pese a que no era titular, pues participó debido a una lesión que sufrió el pesista Francisco Mosquera. En esa versión olímpica, Mosquera Roa levantó un total de 310 kilogramos en enviones de 165 y 170 kilogramos; ese rendimiento le permitió ubicarse en el puesto séptimo de la competencia olímpica y recibir un diploma.Meses antes ya había mostrado su buen desempeño como deportista, al conquistar la medalla de plata en el Mundial de Pesas celebrado en Houston, Estados Unidos.De hecho, el Comité Olímpico Colombiano fue uno de los primeros en “rechazar y condenar el asesinato de Mosquera”. De paso recordaron sus cualidades no solo como deportista, sino como persona.El joven pesista tenía una doble condición que causaba orgullo y admiración entre su circulo de confianza, ya que era soldado profesional y pertenecía a la liga de levantamiento de pesas de las fuerzas Militares, con sede en el batallón Agustín Codazzi, de Palmira, Valle.Edwin Mosquera nació en Tadó, Chocó, pero la mayor parte de sus 32 años de vida los disfrutó en Palmira, donde se radicó y allí forjó por un corto tiempo un hogar con la mamá de su único hijo de siete años. Era miembro de una familia nómada muy numerosa formada por siete hermanos y diez tíos. “Aunque algunos ni nos conocemos personalmente porque tenemos padres o madres diferentes”, aseguró Ángel Jair Perea Lemus, sobrino de Edwin.Perea Lemus confesó que el día del asesinato, Edwin acababa de salir a disfrutar de unos días de vacaciones que le dieron en el ejército, y que ese mismo fin de semana viajaría a Medellín para acompañar a una de sus sobrinas que haría la primera comunión. Justamente el cuerpo será velado y enterrado en esa ciudad, donde vive la madre del pesista. Las autoridades ofrecieron una recompensa de diez millones de pesos para quien brinde información que permita capturar al asesino.