En Medellín, un vendedor ambulante rompió en llanto cuando una pareja le compró por 300.000 pesos una de las cocadas que llevaba en el carrito. Unos cuantos kilómetros al nororiente, cerca de la costa, las reclusas de la cárcel femenina de San Diego en Cartagena, están dedicadas a confeccionar tapabocas. Con las donaciones que les han hecho, dos esposos en Cúcuta coordinan la elaboración de más de 2.000 trajes de bioseguridad para surtir al personal médico de la ciudad. Y en Cali, la fundación Club Deportivo Ases del Swing recogió en menos de 24 horas dinero suficiente para ayudar a 150 niños que forman en Aguablanca y extenderle la mano a decenas de familias más.
Ni la búsqueda de la paz, ni los devastadores años de la guerra habían conseguido unir al país con tanta fuerza.
Los actos de generosidad y grandeza se repiten en el país, con más intensidad que con la que se propaga el coronavirus. Hay una explosión de iniciativas de la sociedad civil, organizaciones sociales, fundaciones, empresas privadas y del sector público. Unas prometen darles un respiro a quienes viven al día y no tienen los medios para pasar la cuarentena obligatoria en casa sin que el hambre los aceche. Otras buscan fortalecer el sistema de salud para que cuando el virus se expanda, pueda atender a los pacientes dignamente. Y hay quienes desean aliviar a pequeñas, medianas y grandes empresas para que no quiebren y pierdan el empleo.
La Asociación Banco de Alimentos, en alianza con miles de donantes, ha entregado en los últimos días más de 3 millones de platos de comida.
El mundo alcanzó esta semana una cifra aterradora: más de 500.000 contagios y más de 25.000 muertos. Colombia llegó el viernes a 539 infectados y 6 fallecimientos. Pero, como escribió Albert Camus en La peste, algo “se aprende en medio de las plagas: hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio”.
Eso vive Colombia en este momento de incertidumbre. Ni la búsqueda de la paz, ni los devastadores años de la guerra, ni tantos momentos difíciles causados por la violencia o desastres naturales habían conseguido unir al país con tanta fuerza. Los esfuerzos por recomponer el tejido social y económico se concentran en ayudar a las personas, empresas y sectores más expuestos en la crisis. Cada quién hace lo que puede con lo que tiene.
El Gobierno de Iván Duque, más allá de sus decisiones de política pública, lanzó una campaña para recaudar insumos que le permitan entregar un millón de mercados a los más vulnerables del país. Y la Alcaldía Mayor de Bogotá ofreció auxilios a 350.000 hogares y abrió una plataforma para que los capitalinos donen con el objetivo de llegar a los 500.000. Y desde diferentes orillas, todos ponen.
El Partido Liberal anunció que adoptará 2.000 familias. Los congresistas de Farc, Alianza Verde, Decentes, Mais y Polo Democrático donarán el 50 por ciento de su sueldo. La Fundación Mano en el Corazón y la bancada del Centro Democrático ayudarán a equipar las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Por su parte, los concejales de Bogotá y los magistrados de las altas cortes donarán un día de sueldo.
Mercaditos Medellín. Foto: David Adrien Robert Velásquez @davidrobertv
Hay iniciativas de todo tipo. La Fundación Solidaridad por Colombia creó la Coronatón, con el apoyo de Fenalco, Cruz Verde, ProBogotá y Puntored, entre otras, para recaudar pequeñas donaciones y beneficiar a pequeños comercios paralizados. Y el Banco de Alimentos, por su parte, cerró alianzas con organizaciones sociales y empresas para garantizar que niños y adultos mayores en todo el país no sientan hambre.
Los que siempre ayudan también salieron al rescate. La Cruz Roja y Recon habilitaron sus plataformas para recibir donaciones para las zonas más remotas. Surgió la iniciativa Colombia Cuida Colombia, que busca conectar y articular la oferta de los programas con quienes la requieren. Estas 120 organizaciones buscan evitar duplicar esfuerzos, para no desperdiciar recursos y canalizar la ayuda.
Hasta los polos opuestos terminaron por trabajar en la misma causa. El comando de logística del Ejército suspendió la dotación para sus hombres y reenfocó las energías en fabricar tapabocas. Días antes, un pequeño grupo de excombatientes de Farc en Icononzo (Tolima) hicieron el mismo anuncio. Después de formarse en YouTube, arrancaron con tres metros de tela y hoy ayudan a veredas enteras.
La unión hace la fuerza
Hasta las redes sociales, que estaban en el banquillo por haberse convertido en una trinchera de odios, egos y pasiones, se convirtieron en la más efectiva plataforma para canalizar ayudas. Las fotos, servicios, convocatorias, ideas y contactos inundan la red. Más tardó una mujer en postear la preocupación por los agricultores de fresa en Subachoque para que un centenar de cibernautas les compraran en masa. Incluso, allí se afianzó el éxito de AMIGOSXLAVIDA, que empezó a fabricar –con donantes– máscaras de uso médico para abastecer a más de 150 personas, que en total les han solicitado 4.000 piezas.
En Colombia, millones de seres humanos necesitan ayuda. Unos le apuntan a las 13 millones de personas en situación de pobreza, los 6,2 millones de mayores de 60 años, los 7 millones de víctimas de la violencia y los 1,4 millones de migrantes venezolanos. Mientras tanto, otro porcentaje importante se enfoca en apoyar al cuerpo médico para atender la emergencia. Esto explica por qué una parte relevante de las iniciativas tiene que ver con proyectos de bioseguridad o en dotar los laboratorios para realizar pruebas de covid-19, como anunciaron la Universidad de los Andes, la Nacional, la de Caldas, del Rosario y El Bosque.
Los ‘pros’ están ayudando a liderar la iniciativa privada en esta causa social de emergencia. ProAntioquia, de la mano de los empresarios paisas, recaudó 17.000 millones de pesos para las UCI de Medellín. ProPacífico, con las empresas del Valle, aseguró más de 6.000 millones de pesos la semana pasada. ProBarranquilla, también está enfocada en recaudar fondos y en articularse con el Gobierno local. Y ProBogotá, junto con la Cámara de Comercio y otras entidades, canaliza recursos de la capital para mejorar las pruebas, dotar a los médicos y ampliar la capacidad de los hospitales de la ciudad que concentra el 40 por ciento de contagios.
Las empresas han puesto más que un grano de arena. Asocaña donó 250.000 litros de alcohol para abastecer cinco regiones. Promigás girará 22.000 millones de pesos para ampliar el número de camas hospitalarias y comprar elementos de protección. Bavaria, en alianza con Binner Personal Care, entregará 100.000 botellas de gel antibacterial elaborado con el alcohol extraído al producir la cerveza Águila Cero. El Grupo Argos donará 10.000 millones de pesos para habilitar cerca de 100 camas adicionales. Las cajas de compensación Cafam y Comfenalco ofrecieron el hotel Corales de Indias, en Cartagena, para apoyar al personal médico.
Los bancos también juegan un papel clave. Liderados por el Grupo Aval, Davivienda y Bancolombia, las entidades financieras han flexibilizado condiciones de plazo y tasa. Ante la pérdida de empleos, algunos optaron por ampliar periodos de gracia sin que los deudores queden reportados en centrales de riesgo; otros bancos, por congelar los pagos por un par de meses, debido a la reestructuración de créditos e incluso por las rebajas en las tasas de interés.
En materia fiscal, la Dian otorgará más plazos a los contribuyentes. Para los que deben pagar el impuesto de renta amplió el plazo una semana, mientras que a empresas del sector de turismo y restaurantes les dio hasta el 30 de junio para hacer los pagos del IVA que vencían a mediados de abril.
También algunas administraciones municipales han optado por aliviar las cargas para sus contribuyentes. Bogotá, por ejemplo, amplió el plazo pagar el impuesto predial, programado para abril, y lo corrió para el 5 de junio (con descuento) y para el 26 de junio (sin descuento). El impuesto de vehículos también pasó de mayo a julio: hasta el 3 con descuento y después del 24 sin descuento. Para los pequeños negocios, como microempresas y pequeñas y medianas, el pago del impuesto de Industria y Comercio (ICA) pasó de mayo para agosto.
Explosión de iniciativas
Postobón, por su parte, anunció 9.000 millones de pesos para desarrollar respiradores. La inversión pretende patrocinar a un grupo interdisciplinario de la Universidad de Antioquia y Ruta N, que con materiales de fácil acceso desarrollaron un prototipo de ese aparato. La apuesta es clave si se tiene en cuenta que la capital apenas tiene 1.000 camas con soporte respiratorio, de 3.000 que eventualmente llegaría a necesitar.
Pese a las dificultades de la economía, un porcentaje importante del sector empresarial enfiló sus recursos humanos y económicos para tratar de reducir el impacto de la pandemia. Cine Colombia, Arturo Calle, Crepes & Waffles, Constructora Capital, Librería Panamericana y Mario Hernández decidieron cerrar temporalmente sus establecimientos garantizándoles todas las prestaciones a sus empleados, que pasan la cuarentena en casa. Y otras empresas comenzaron a poner de su parte.
La lista es larga: el Grupo Éxito entregará 48.000 paquetes de alimentos para la primera infancia vulnerable. Interrapidísimo se comprometió a donar 4.000 mercados en el ámbito nacional. Rappi entregará comida gratis a 500.000 profesionales de salud y Domicilios.com hará lo propio con bonos de comida para estos héroes. Frisby y Wingz pusieron más de 74.000 unidades de comidas en clínicas, hospitales y hogares de ancianos. El Grupo Semana contribuirá con mercados para 10.000 niños menores de 5 años y sus familias. Tecnoglass adoptará tres barrios que surtirá durante la cuarentena, mientras que Pernod Ricard creó un fondo para ayudar a capacitar a los empleados de bares, restaurantes y discotecas que por estos días quedan inactivos.
Los trabajadores del Banco Agrario, Ecopetrol, Holcim, ProBogotá y BBVA donarán el salario correspondiente a un día de su trabajo. Pintuco decidió apoyar a 1.700 pintores mayores de 60 años que hacen parte de uno sus programas con bonos de alimentación, pues en estos tiempos no pueden desarrollar sus labores. Por su parte, la Andi lanzó esta campaña, con la que invita a empresas, empleados y funcionarios para financiar respiradores mecánicos y dar apoyo a iniciativas territoriales y a la Unidad de Gestión del Riesgo.
Pero quizás lo más extraordinario son esos cientos de héroes anónimos que emergen en los momentos difíciles. Más cuando “ocupar el extremo inferior de la escala de la desigualdad y pasar a ser ‘víctima colateral’ de una acción humana o de un desastre natural son posiciones que interactúan como los polos opuestos de un imán: tienden a gravitar una hacia la otra”, como dijo Zygmunt Bauman. De ahí la importancia de enfocar gran parte de los esfuerzos en aquella población más expuesta y con menos recursos para enfrentar la crisis.
Irma Tamayo y Nora Tamayo trabajan en la confección de tapabocas para e cuerpo médico del hospital en San Jerónimo (Antioquia)
SEMANA identificó decenas de iniciativas civiles. Una mujer de 76 años, por ejemplo, aceptó la convocatoria que un colega le hizo a su hija y se comprometió a coser los tapabocas para el hospital de San Jerónimo (Antioquia), pese a sus problemas de visión. En el barrio Egipto de Bogotá, la Fundación Univivir se organiza a fin de recolectar alimentos para 300 personas que se quedaron sin ingresos. “Son jóvenes (que dejaron pandillas y drogas) que viven de recorridos turísticos, hasta adultos mayores que trabajan en la economía informal”, explica la líder del proyecto.
Fubrana, una empresa que conecta a productores locales con restaurantes, trabaja en alianza con Techo y en menos de 24 horas recogieron 500 mercados. Hay dos iniciativas, sin embargo, que se robaron el corazón de muchos: Del Dicho al Hecho y Mercaditos Medellín. La primera ha sorprendido con conmovedores videos que certifican la entrega de recursos a más de 700 vendedores ambulantes. El otro grupo de amigos reunió más de 10 millones de pesos en menos de 24 horas para distribuir en la capital antioqueña. Pero ese amor por el otro alcanza para todos, incluidos los animales. El zoológico de Santa Cruz está recaudando ayudas para el sostenimiento de 700 ejemplares.
Las iniciativas de solidaridad ante la magnitud del desafío se multiplican exponencialmente. Es la cara visible y real de la grandeza del ser humano ante la adversidad, y más cuando se siente amenazado. Esta tragedia demuestra que los seres humanos son tan frágiles que solo unidos pueden evitar una catástrofe Pero a la vez, que son tan fuertes que juntos pueden vencer cualquier adversidad.
Foto: Fundación del dicho al hecho