Por: Juan Pablo VásquezLejos de parecer una estrella de internet o llamar la atención con su presencia, Jairo Noreña transmite una imagen serena. En tiempos en que las redes sociales están cada vez más acaparadas por la publicidad y hay sobreabundancia de contenidos que se comparten, este bugueño ha emprendido un proyecto que él mismo denomina salud digital y tiene más de 150.000 seguidores en su cuenta de Instagram. Ahora mismo se encuentra en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y desde allí alterna su tiempo entre las redes sociales y una importante investigación sobre los efectos de la insulina intranasal. SEMANA habló con él.SEMANA: ¿Qué fue primero? ¿La medicina o las redes?Jairo Noreña: La medicina entró en mi vida a temprana edad por mi hermana. Ella, que en esa época estudiaba medicina en la Universidad Nacional, estaba haciendo su internado en Ibagué y mis papás me mandaron a visitarla. Me acuerdo muy bien que mientras esperaba que ella sacara unos documentos del consultorio, yo me senté en una silla cuando entró un paciente herido que hizo paro. Me tocó ver cómo lo reanimaban y quedé con muchas preguntas a partir de eso. Tantas preguntas que terminé estudiando medicina en la Universidad de Antioquia.Le puede interesar: De la plaza de mercado de Manizales a la escuela de Gobierno de HarvardSEMANA: ¿Cómo fue el proceso para llegar a una de las mejores universidades del mundo?J.N.: Todo comenzó cuando me enteré de que la universidad tenía un programa de becas, el programa Guillermo Velásquez Tangarife. La beca consistía en hacer unos meses del internado en Estados Unidos y los requisitos eran tener un buen promedio, asistir a unos cursos y hacer investigación. La idea me llamaba la atención, pero yo no sabía cómo se hacía investigación. A la mala me metí y le cogí el sabor. Fue así como me gané la beca, hice unos meses del internado en Virginia y al regresar a Colombia me tracé la meta de que quería volver a Estados Unidos a seguir preparándome.SEMANA: ¿Y en qué momento aparecieron las redes sociales?J.N.: Lo primero que tuve fue MySpace. Ahí aprovechaba y ponía canciones de Mojiganga, Código Rojo, Tom Sawyer. Más que todo punk rock local. Como en cuarto semestre una amiga me mostró Facebook y lo abrí. En esa época montaba fotos como cayeran, sin importar el qué dirán. Se volvió mi red social hasta que apareció Instagram y fue, más o menos, la misma dinámica: fotos con la novia o vivencias del momento.SEMANA: ¿Pero cómo dio el salto de manejar una cuenta personal a ser ‘influencer‘?J.N.: Después de graduarme y hacer el rural, ingresé a trabajar en el Hospital San Vicente en donde estuve cuatro años hasta hace 8 meses que llegué a Harvard. Y fue ahí, mientras estuve en San Vicente, que muchos de mis compañeros de gimnasio me hacían preguntas referentes al consumo de proteínas y las consecuencias que estas traían al cuerpo. La pregunta se repetía tanto que tomé la iniciativa de hacer un video y montarlo para que el próximo que me preguntara yo le pudiera decir que revisara mi cuenta de Instagram.SEMANA: ¿Ese fue el primer video? ¿Qué siguió después?J.N.: Sí, esa fue la primera vez. Ya luego subía fotos del día a día de un médico, siendo siempre muy respetuoso con los pacientes. Me fotografiaba con mis compañeros y utilizaba hashtags. La gente me empezó a seguir y hacer preguntas entonces empecé a subir contenido con más regularidad.SEMANA: ¿Cómo aumentaba de seguidores?J.N.: A medida que utilizaba hashtags llegué como a 3.000 seguidores. Los comentarios de la gente cada vez eran más y me percaté de que el enfoque estaba equivocado porque yo tenía en mente dirigirme a estudiantes y médicos, pero la gran mayoría de mis seguidores eran pacientes. Por esto cambié mi lenguaje técnico por uno más sencillo y corto por la restricción de duración del video.SEMANA: ¿Cuál fue la clave para llegar a tanta gente como lo hace hoy en día?J.N.: Llegarle a la gente no es suerte, hay que saber hacerlo. Eso es de marketing digital, muy visual y muy concreto. A medida que uno avanza, se da cuenta que hay colores que dan más likes que otros. Por ejemplo, el azul pega más que el rojo. Yo no sabía mucho de eso y aprendí tras concentrarme y estudiar como lo hacían varios influencers americanos.SEMANA: Teniendo tantos seguidores y tocando temas de salud, ¿Cómo explicarle a la gente que se les está informando y no prescribiendo?J.N.: En los videos me llegan muchos mensajes de gente de todas partes del mundo, pero, en especial, de Colombia, Venezuela, Argentina, Brasil, Honduras y España. Siempre he creído importante que los contenidos que subo tengan una conexión con mis seguidores, por eso trato de tocar temas que ellos mismos me solicitan. Sin embargo, al final de mis videos siempre hago la aclaración de que no estoy reemplazando a ningún especialista y que los medicamentos o tratamientos mencionados deben ser utilizados siempre y cuando sean prescritos por un médico. Hay que ser claro con eso.SEMANA: ¿Cómo fue que terminó en Harvard?J.N.: En Colombia me desanimó mucho que me presenté tres veces a hacer la especialización en medicina interna en universidades de Bogotá y Medellín y en ninguna pasé. Incluso me enteré de que una de las personas que se presentó conmigo, no hizo el examen de admisión y aun así pasó a entrevista. Volví a considerar el regreso a Estados Unidos, pero lo veía como algo imposible porque tenía que capacitarme para los exámenes con unos cursos, eran tres, y cada uno tenía un valor como de cinco mil dólares. Eso era mucha plata y yo no la tenía, sin contar que el examen valía como mil dólares. Comencé a trabajar, ahorré, me di cuenta que era posible y empecé a creérmela. Pensé entonces que lo correcto era poner un ladrillo a la vez entonces y, en vez de venirme de una a Estados Unidos, me propuse a sacar uno por uno los exámenes. Aprobé el primero y ya el segundo me tocó venir hasta Houston a presentarlo. Lamentablemente, me enfrenté a la realidad que cuando la gente se presenta a un mismo puesto de posgrados, las facultades suelen elegir primero a los graduados de Estados Unidos.SEMANA: ¿Qué hacer en ese caso?J.N.: Decidí buscar más opciones y me di cuenta que a través de Harvard podría conseguir una especie de patrocinio para adelantar una investigación en el Beth Israel Hospital. Mandé la hoja de vida en esta aplicación que encontré en internet para un postdoctoral fellowship en investigación clínica y me eligieron.SEMANA: ¿Qué requisitos tiene todo esto?J.N.: Hoja de vida, básicamente. Las publicaciones que uno tenga o en las que haya contribuido, los promedios, cartas de recomendación y trayectoria. Todos lo que se presentan cumplen con todos estos requisitos.SEMANA: ¿Por qué lo eligieron a usted entonces?J.N.: El factor diferencial que me tiene hoy acá es tener una historia interesante que contar. Esto se lo aprendí a un médico americano que conocí, por eso cuando tuve la entrevista con la directora de la investigación le mencioné que era influencer en Instagram. Al principio me dio hasta pena. Ella me miró con cara de asombro y me preguntó más cosas. Le expliqué que era un proyecto de salud digital e incluso me pidió ayuda para abrirle una cuenta de Instagram al laboratorio.SEMANA: ¿En qué consiste la investigación que usted adelanta?J.N.: Estoy trabajando en el estudio más grande de insulina intranasal del mundo para demostrar que esta reduce el deterioro cognitivo.SEMANA: ¿Qué le diría usted a los estudiantes colombianos que sueñan con estudiar en Harvard?J.N.: Especialmente los de medicina…El primer paso es soñar y creérsela. Cuando vos te la sueñas y crees, puede que al principio piensen que estás loco, por el simple hecho que ellos nunca soñaron así. Entonces hay que soñar y no dejarse opacar. Lo segundo es meterle disciplina porque solo así el sueño muta y se convierte en una meta ya que uno le está trabajando todos los días.Instagram: @jaironove