Pocas veces en la historia de Bogotá, una persona había llegado a ocupar la alcaldía despertando tantas expectativas. No sólo se trataba del primer alcalde elegido por voto popular, sino del dramatismo que adquirió la elección con el secuestro y milagroso rescate del candidato conservador, Andrés Pastrana Arango. La imagen de un muchacho joven, sano, incontaminado que había sido rescatado de las garras de la mafia un mes antes de la votación, por un lado, y la división liberal, por el otro, crearon de la noche a la mañana el fenómeno político de Andrés Pastrana.El 1° de junio, día de su posesión, el fervor que había despertado en la campaña seguía vivo, y no sólo e Bogotá sino en buena parte del país . La gran pregunta que todos se hacían era si la efectividad de su campaña iba a extenderse a su administración . En otras palabras, si el "diciendo y haciendo" que tanto gustó en vallas carteles, iba a ser algo más que un slogan, o si, como anticipaban los críticos, se iba a quedar más en el diciendo que en el haciendo.Las reservas no eran totalmente infundadas. Andrés Pastrana podía se una figura muy popular, pero su hoja de vida se limitaba a unas caminata en su adolescencia, un breve tránsito por la gerencia de las empresas de su familia (la revista Guión y la programadora Datos y Mensajes) y, finalmente, al cargo de director y anchorman del noticiero TV Hoy. Fuera de esto, su experiencia política se limitaba a 4 años en el Concejo de Bogotá y 32 al lado de su padre, el ex presidente Misael Pastrana Borrero.El cargo que iba a ocupar, parecía exigir un poco más de peso en la cola. Manejar el presupuesto de 500 mil millones del Distrito Especial, equivale a gerenciar las ventas sumadas del Fondo Nacional del Café, Avianca, Bavaria, Coltejer y la Flota Mercante Grancolombiana, el año pasado. Si se tiene en cuenta que, para manejar una de estas empresas personajes como Jorge Cárdenas y Augusto López, tuvieron que hacer una escuela de décadas de cargos inlermedios antes de llegar a la cumbre, el salto de la lectura del tele-prompter en el set de TV Hoy hasta el segundo cargo más importante del país, parecía demasiado grande.EL BALANCEAhora, seis meses más tarde, la pregunta es ¿qué tal ha resultado Andrés? Lo que es evidente es que hoy no se habla tanto del "joven maravilla" o de cómo es de linda su esposa, sino de los huecos de las calles, la acumulación de basuras, los teléfonos que no dan tono y la luz que se va. Pero el verdadero balance no puede hacerse con base en estas críticas más bien emotivas, sino con un corte de cuentas a una gestión de seis meses, sopesando los pros y los contras .La primera conclusión de los conocedores de la gestión del Alcalde, es que Andrés Pastrana no es un intelectual. La profundidad conceptual y el dominio total de los grandes problemas de la ciudad, no son su fuerte. Lo que sí le reconocen es muy buenos instintos, sentido politico e imaginación. Lo que no está establecido aún es si lo segundo compensa lo primero. El charme personal sigue inigualable. Persona que lo visita en su despacho en la alcaldía, sale de ella "andresista". Pero si la persona, más que un visitante desprevenido, es un conocedor de la problemática del Distrito, la sensación no es tan favorable al Alcalde. Detrás de esas excelentes relaciones públicas, hay cierta superficialidad, improvisación y hasta inseguridad cuando de ahondar en los problemas se trata.PROS Y CONTRASUna de las ventajas de Andrés Pastrana es que es consciente de sus limitaciones. De ahí que desde el momento de su posesión haya tenido siempre el cuidado de rodearse bien. Entre quienes lo defienden y quienes lo atacan todos coinciden en afirmar que nombró un buen gabinete, incluso mejor que el que acompañó a su antecesor Julio César Sánchez. Para escoger a sus más cercanos colaboradores, el Alcalde demostró independencia política, apartándose de la milimetría burocrática. Y aunque la semana pasada con el cambio del secretario de gobierno, Luis Suárez Cavelier, tuvo que echar para atrás y darle una cuota a los concejales, la verdad es que el grueso del gobierno distrital continúa manejado por técnicos y no por políticos.Una de las áreas en las que su independencia política se ha hecho más evidente es en la decision que posiblemente más elogios le ha reportado: la de subcontratar con la empresa privada el 40% de la recolección de basuras en la capital, medida que, según el propio Alcalde, entrará en plena vigencia el año entrante. El acierto de la medida, según algunos concejales consultados por SEMANA, es el de que va poner a la caótica Empresa Distrital de Servicios, EDIS, tradicionalmente en manos del sindicalismo y la politiquería, a competir con contratistas privados para ver quién es mejor a la hora de la verdad.Otro acierto que se le reconoce a Pastrana tiene que ver más bien con una cuestión de filosofía administrativa. A Pastrana se le ha visto en varias oportunidades enfrentado con el gobierno nacional en una clara colisión de competencias sobre varios asuntos: el metro, la deuda externa del Distrito y hasta el manejo del orden público. Lo que el Alcalde evidentemente ha querido, es que se definan las fronteras entre el poder distrital y el poder nacional, conflicto que no existía en el pasado, pues el Alcalde era nombrado directamente por el Presidente, y en caso de desacuerdo el que se iba era el mandatario distrital. En esto, Pastrana ha tenido la audacia de llevar por momentos las cosas al extremo, probablemente para demostrar que aún falta legislar y reglamentar sobre los límites del poder local frente al poder central.Si como administrador a Pastrana se le reconocen algunos aciertos, como político también se ha anotado algunos puntos. El más importante es, sin duda, el haber puesto como prioridad de su administración el gran problema de la drogadicción. Sus programas en este campo se encuentran bastante avanzados. Pensando más en prevención y educación que en la rehabilitación de los drogadictos, una veintena de psicólogos se encuentra hoy trabajando con 25 mil jóvenes en centenares de escuelas y barrios de la capital. Pero su relación con la juventud, que es la población de alto riesgo de este fenómeno, no se ha limitado a planes de "no a la droga", sino que ha ofrecido alternativas de recreación que tuvieron su momento más espectacular en el concierto de rock en español, que llenó el estadio El Campín hace apenas dos meses. En este punto no sólo puede resultar ganadora la juventud, sino el propio Andrés. Si como muchos analizan, el Alcalde está pensando en sus posibilidades para las presidenciales de 1994, entre los sardinos que cantan rock en español está una buena parte de los futuros votantes.Pero las virtudes del Andrés político, que puede estar afectado por lo que algunos llaman el "sindrome del 94", implican riesgos para el Andrés administrador. En el caso de los conciertos de rock, es evidente que los intereses de la ciudad, al menos de su juventud, coinciden con los del Alcalde. Pero esto no es tan claro en otras materias, por ejemplo, la del metro. En este delicado punto, para muchos el Alcalde ha pecado de populismo. Independientemente de la urgencia de encontrar una solución a los graves problemas de transporte masivo de la ciudad, Pastrana se opuso a que la construcción del metro se financie con impuestos. Es obvio que esta es una posición con taquilla, pero en el fondo compromete la viabilidad del proyecto que, de no comenzar a hacerse pronto, puede crearle a la ciudad un caos de transporte aún peor que el que hoy soporta. Pastrana, sin embargo, no se ha limitado a frenar simplemente la iniciativa del metro. Para obviar un poco su financiación por medio de impuestos directos, Pastrana ha hecho una propuesta alternativa que implicaría un mayor compromiso de la nación con el proyecto, que implicaría que ésta devolviera a la capital una parte de lo que recibe por concepto de impuesto a la gasolina por parte del Distrito.Otro asunto en el que la búsqueda de la imagen política puede estar afectando la gestión administrativa es el afán del Alcalde por estar en todas partes. Pastrana no falla coctel, inauguración, ni siquiera eventos fuera de Bogotá como el del reinado de Cartagena. Aunque esta actitud refuerza la imagen de hombre simpático y buena persona, no ayuda mucho para la del "camellador" .Muchos de sus críticos consideran que un Alcalde con tanta actividad social y de relaciones públicas no puede estar dedicándole todo el tiempo posible a solucionar los problemas inmensos de la administración. Algunos concejales consideran que esto es tan evidente, que por eso se ha presentado un vacío legislativo durante su administración. Son muy escasos los proyectos de acuerdo que el Alcalde ha presentado a los ediles.LAS CUATRO BANDERAS El Alcalde conoce todas estas críticas y frente a ellas tiene una respuesta global:"Yo basé mi campaña en cuatro grandes banderas: basuras, inseguridad, drogadicción y deuda del Distrito. Sobre esto se debe juzgar mi trabajo".En cuanto a basuras y drogadicción, Pastrana sale en general bien librado y no hay mayores críticas en el sentido de que haya abandonado esas banderas. Falta ver, sin embargo, que su audaz proyecto de entregar a manos privadas el aseo de parte de la ciudad se refleje en calles limpias y amas de casa contentas. En cuanto a la inseguridad, Pastrana tuvo el acierto de continuar con el programa de los CAIS, iniciado por su antecesor Julio César Sánchez. Y no sólo lo ha continuado, sino que ha intentado extenderlo y optimizarlo con juntas de vecinos y guardias cívicas que sirvan, básicamente, para mantener informadas a las autoridades y para fomentar actitudes de "buen vecino".Finalmente, en lo que se refiere a la deuda externa Pastrana está tratando de jugársela con la reprogramación de una parte de los créditos en un proyecto que hoy es demasiado temprano para juzgar.En resumidas cuentas el consenso general es que, aunque la gestión de Andrés Pastrana no ha sido de 5 aclamado, su calificación de todas formas está por encima de 3. Es muy posible que a estas alturas, el Alcalde ya se haya dado cuenta de que gobernar no es tan fácil como hacerse elegir. Las criticas comienzan a aflorar y hoy en día es difícil saber qué tan bien le va a ir al Distrito en el año y medio que le queda al mandato del actual Alcalde. Lo que no es tan difícil de saber es que, de todas maneras, a él le va a ir bien.En política, llamar la atención es generalmente más importante que ser realmente bueno. El indiscutiblemente, Andrés Pastrana sigue llamando la atención. Por otro lado, como se decía del presidente norteamericano Ronald Reagan, su imagen tiene las mismas características del teflón, ese material sintético que protege a las sartenes: nada malo se le pega y todo le resbala. Por eso, todos los aspirantes conservadores que tienen su vista clavada en la posibilidad de ser candidatos de su partido en 1994, deben irse preparando para un contendor que les dará pelea.HECHO EN MEDELLINLa administración de Juan Gómez Martinez en Medellín, ha brillado por contraste. Su antecesor, William Jaramillo Gómez, peleaba con todo el mundo mientras que Gómez Martínez no pelea con nadie.Es el símbolo de tranquilidad y su imagen abelisariada le ayuda un poco en este propósito. A pesar de no contar en su despacho con los sectores mayoritarios de los partidos tradicionales, el de Guerra Serna en el liberalismo y el de Villegas Moreno en el conservatismo, ha manejado las cosas con equilibrio. Se vive cierta paz politica y, con excepción del cambio de gerente de las Empresas Públicas, que tradicionalmente se mantenía al margen de la disputa política, no se le ha criticado mucho.No se le considera una administración espectacular, pero no es la más mala de los últimos años. La espectacularidad se mide más en la cantídad de guardaespaldas con los que anda y porque se ha preocupado por hacer una obra que llega al alma de los paisas: la ampliacíón del estadio Atanasio Girardot.Tal vez el príncipal problema que le ha surgido al alcalde de Medellín es el hecho de que prometio más de la cuenta y la gente normalmente tiende a juzgar confrontando lo que se hace con lo que se dice. Prometió cosas que no están necesariamente en manos de un alcalde, como disminuir el desempleo, acabar con la inseguridad y cosas de ese estilo, que obviamente no han mejorado y que pueden restarle popularidad. Sin embargo, cuenta con el aparato de prensa a su favor, lo que hace que se produzca el equilibrio.Este respaldo le ha permitido iniciar una campaña en favor de lo que se produce en Medellín y que tiene como propósito mostrar la buena cara de los paisas. Esta campaña, llamada "Hecho en Medellín", puede ser la que lo deje, al final de su administración, bien parado.NI MUY MUY,NI TAN TANLa gestión del alcalde de Cali Carlos Holmes Trujillo, es considerada por casi todos los sectores que se mueven en el tejemaneje municipal como discreta. No se ha caracterizado por grandes obras, pero tampoco ha tenido mayores problemas. Se ha entendido con todos los sectores políticos y ha dado participación equitativa. Con excepción del grupo encabezado por el concejal Humberto Pava Camelo y de su candidato para la alcaldía, el periodista Henry Holguín, prácticamente no ha tenido oposición.Su administración arrancó con una inmensa popularidad hasta el punto de que las encuestas, a sólo 100 días de su gobierno, mostraban una buena imagen en el 65% de la población. Su popularidad aumentó con la realización de una obra bandera que consiste en una especie de Cai, pero administrativo. Los Cali, Centros de Atención Local Integrada, en donde la gente puede hacer sus reclamos pagos de servicios y todo tipo de diligencias relacionadas con la administración municipal, se convirtieron en un eficaz instrumento de descentralización y acercamiento de la ciudadanía al municipio. Pero pasadas las inauguraciones de los Cali, la buena imagen del alcalde ha mermado un poco.En general ha hecho una buena administración, afirman algunos concejales, pero no parece que vaya a pasar a la historia. No parece muy preocupado por la planeación y desarrollo hacia el futuro y no le ha parado muchas bolas a uno de los mayores problemas de la ciudad: el Distrito de Aguablanca, sitio en donde su principal opositor ha logrado mucha simpatia a raíz de la casi ausencia de la administración. Se ha caracterizado por ser amplio, pero se le critica un poco el esfuerzo que hace por mantener su cuota burocrática. Según los políticos del Valle. pasa con un 3.5 .UN BARCO EN BARRANQUILLAParece todo menos un alcalde de Barranquilla. A los 50 años, Jaime Pumarejo Certein, hijo del más importante líder liberal de la Costa Atlántica en este siglo, Alberto Pumarejo, se levanta temprano todos los días -venciendo sus propias costumbres de trasnochador y noctámbulo- y, prácticamente, abre las puertas del edificio de la Alcaldía. Desde entonces y hasta bien entrada la noche, despacha en su oficina, desde la cual inició, hace seis meses al posesionarse como primer alcalde popular de la ciudad, una reestructuración administrativa que sacó de quicio a los políticos y le ganó el respeto de unos pocos conocedores."Es un administrador, no un político", dicen los barranquilleros, acostumbrados a que pasaran por el despacho de la alcaldía algunos personajes que, por lo general, eran todo lo contrario, o sea políticos y no administradores, cuando no eran ni lo uno ni lo otro. Pumarejo no es un hombre simpático. Es más: tiene fama de cascarrabias. Frío con la prensa y con los demás funcionarios y políticos, también es raro verlo recorriendo barrios de la ciudad y hablando con la gente en las calles. Es, en el mejor sentido barquista, un hombre que no le gusta que lo manoseen. Tampoco es bueno para los discursos, que al principio y para su desgracia, pretendía improvisar. Hoy los escribe con anticipación y los lee pausadamente.Los primeros seis meses de su administración han estado marcados por el deseo de poner orden en una ciudad a la que bastante falta le hace. Su obsesión es el montaje de una Empresa de Desarrollo Urbano que ejecute un plan de desarrollo diseñado por una misión japonesa hace varios años, por un costo de 70 mil millones de pesos, plan que tuvo que desempolvar de los anaqueles de la oficina de Planeación. Para cumplir con esto, tiene que maniobrar con delicadeza de cirujano y poder así operar el cuerpo de políticos de la ciudad , que domina el concejo y es capaz de hacer fracasar cualquier gestión. A pesar de los problemas iniciales, Pumarejo ha ido cogiendo cancha en este difícil terreno, al grado que hoy está gobernando con el respaldo de una coalición minoritaria de liberales y conservadores, sin que la coalición mayoritaria que se le opone haya podido entorpecer su trabajo.En fin, la verdad es que la administración de Pumarejo ha resultado mejor de lo que parece. Es el riesgo que corren quienes desprecian la imagen, y ese es el caso del alcalde de la capital del Atlántico. Con él, Barranquilla puede decir que tiene su propio Barco. Un barco que en los primeros seis meses de su gestión, ha navegado en aguas poco profundas, pero ha evitado encallar.