A Juan Sebastián Mazuera Giraldo, de apenas 8 años en aquel entonces, la curiosidad lo sorprendió a más de 10.000 pies de altura. En 2018 abordó su primer vuelo para acompañar a sus papás a una diligencia en Bogotá. El recorrido en el aire fue relativamente corto: 45 minutos desde Cali hasta la capital del país, pero suficiente para encender la chispa. Hoy, cuatro años después, el niño gurú de la aviación en Colombia puede identificar, con solo oír el motor, qué avión es y cuáles son sus características.
Ahora, con 12 años, sorprende a sus interlocutores con datos precisos como, por ejemplo, que el avión que más vuela en Colombia es el Airbus 320 y entre las aerolíneas que poseen estos ejemplares se encuentran Avianca, Viva Air, Ultra Air y Latam. “Es un avión comercial, de origen europeo, que le compite al Boeing 737 de Estados Unidos, que en este momento en Colombia lo usan tres aerolíneas: Wingo, Gran Colombiana de Aviación y Aerocaribe”, explica Juan Sebastián.
Además, ya cuenta con 203 horas de vuelo en un simulador virtual. Un récord que no posee ningún otro niño de su edad en el país. ¿Cómo lo hizo?
Luego del vuelo de 2018, Juan Sebastián se obsesionó con averiguar la verdad: era, para sus ojos inocentes de 8 años, casi imposible que algo tan grande pudiera sostenerse en el aire por sí solo. “Me pareció curioso y comencé a investigar, y desde ahí siempre me ha encantado la aviación”, cuenta.
Lo primero que hizo al aterrizar en Bogotá fue pedirle una réplica de juguete a sus papás, Diana Patricia Giraldo y Óscar Mazuera, un oficial retirado del Ejército. Ellos le compraron un Airbus 320 de Avianca, exhibido en un estante del aeropuerto El Dorado.
“Comenzó a realizar maquetas de aviones en plastilina, después los hizo en papel. Tuvimos una visita al Museo del Transporte, en Cali, y él comenzó a investigar, y hoy uno habla con Juan Sebastián y te habla de todo el componente que tiene la Fuerza Aérea”, dice Óscar Mazuera. La fama y el conocimiento de Juan Sebastián se trasladó a las redes sociales.
En TikTok tiene más de 34.000 seguidores, que esperan su contenido semanal en el que explica novedades y hechos relevantes que involucran a la aviación. “La cuenta la abrí en agosto pasado, y el video con más reproducciones fue uno que hice sobre la destrucción del avión más grande del mundo en la guerra de Ucrania. Y el último que subí fue explicando qué pasó en la emergencia aérea del pasado martes con el vuelo Medellín-Cartagena”, agrega.
En palabras de este niño gurú, el piloto de ese vuelo, que perdió el tren de aterrizaje delantero saliendo del aeropuerto José María Córdova en Rionegro, siguió las instrucciones de la empresa fabricante del Airbus 320: “Lo primero que hizo fue sobrevolar el aeropuerto para gastar combustible hasta poder aterrizar”, explica.
Su conocimiento sobre aviones lo ha llevado a escenarios poco comunes para un niño de su edad, a tal punto que las Fuerzas Armadas lo invitaron a un recorrido por su sede central en Bogotá. La explicación por parte del guía no fue necesaria, pues Juan Sebastián ya conocía al detalle fechas, tipos y características de todas las aeronaves que poseen. Preguntarle sobre qué quiere para su vida es un cliché. No hay otro sueño que vestirse de piloto comercial y volar un Airbus 318, 319, 320 o 321. De estos dos últimos es su mayor experiencia en horas de vuelo virtual, con uno de los simuladores que más se ajustan a la realidad. Él podría, si existiera la posibilidad, mantener en el aire cualquiera de estos ejemplares en un escenario real.
“Se siente una sensación superchévere y hermosa cuando uno está volando. Es lo mejor, junto a mi familia, que me haya pasado en la vida (...) Cuando estoy en el aire, les explicó cómo se le disminuye velocidad a un avión, dónde están los spoilers, que sirven para quitar aerodinámica al avión al aterrizar, y cosas así”, dice.
Los copilotos
La familia Mazuera Giraldo funciona como una pequeña tripulación de apenas cuatro integrantes, que realizan diferentes labores simultáneas para que el vuelo llegue a feliz término. Óscar y Diana llevan las riendas; Nicolás, de 9 años, y Juan Sebastián caminan a la par. Manejan una empresa familiar de alimentos no perecederos, que cuenta con cuatro socios: dos mayores de edad y dos menores. Así son las cosas.
Los socios de la compañía siempre viajan juntos y discuten sobre nuevas estrategias de mercadeo mientras comen en cualquier restaurante. O a bordo de un avión. “La empresa es familiar, siempre estamos los cuatro, viajamos juntos. Siempre es muy importante la unión familiar”, señala Óscar.
Y complementa: “Creamos comida que dura un año, se llama kit alimentario humanitario. Lo pensamos para personas de escasos recursos y poder llevarlos a zonas apartadas. Y tenemos una gran variedad de menús para darle a la persona desayuno, almuerzo y comida durante 45 días sin repetir los alimentos”.
Oficialmente, la compañía nació en 2019. Antes incursionaron en otros negocios. Óscar fue oficial del Ejército entre 1997 y 2004, pero se retiró por el peligro de enfrentar los años más duros del conflicto armado en Colombia, se casó con Diana en 2007 y dos años más tarde nació Juan Sebastián en Cali. En 2012 llegó Nicolás.
En 2018 la vida les dio un giro inesperado en el aire: en Juan Sebastián se encendió la chispa de la aviación. Desde ese momento, la familia se volcó ante ese sueño utópico de un niño de 8 años. El pequeño en poco tiempo se leyó los manuales de aviación que encontró en bibliotecas, consultó miles de páginas en internet, le dedicó su tiempo libre a capacitarse para ser un piloto imaginario. Tiempo después, sus papás le regalaron el primer simulador; entonces la idea de volar ya no era tan lejana.
Mientras aprendía sobre aviación, mantuvo el primer lugar en las calificaciones del colegio, ganó un concurso nacional de lectura de libros y se destacó en concursos virtuales sobre comprensión lectora. “Mi día comienza a las cinco de la mañana, desayuno y voy al colegio. Regreso a las dos de la tarde, hago las tareas y después reviso el celular para saber si hay novedades en el mundo de la aviación y preparo el contenido que subiré a redes sociales”, dice Juan Sebastián.
Óscar ha tratado de confundirlo con preguntas difíciles, pero muy pocas veces lo ha logrado: “Sabe qué avión es, a veces vamos y me dice: ‘Papá, ese avión que va a 3.000 pies tiene estas características (...)’. También cuando estamos en el aire nos explica el porqué de las turbulencias, de dónde vienen, por qué se presentan, y eso nos tranquiliza mucho. Lo hemos apoyado como familia, siento que los conocimientos que tiene parecen de un adulto de 30 o 40 años”, señala.
El sueño de Juan Sebastián de estar en una cabina de mando de cualquier aeronave podría hacerse realidad muy pronto. El Ejército estudia la posibilidad de permitirle sobrevolar, como copiloto, un vuelo desde Bogotá a Cali. La idea es premiar su conocimiento e incentivar los nuevos talentos en Colombia.
Sin embargo, esta iniciativa apenas es una idea vaga. Mientras se presenta la oportunidad, Juan Sebastián ya tiene su destino claro: a los 20 años se vestirá de piloto, volará un Airbus y en su primera incursión estará su familia del otro lado de la cabina. Se ha preparado cuatro años para eso y espera profundizar sus conocimientos por ocho años más. Aunque hoy ya es una autoridad no menor para consultas de aviación, quiere ser el mejor. La curiosidad se convirtió en su motor, las ganas, en el combustible, y la altura es la meta.