"Ahora en nuestra querida región, nadie se muere en silencio. Sólo se permite un silencio: el de las armas" (Miguel Angel Barajas). Para Miguel Angel Barajas, asesinado el lunes pasado en Cimitarra junto con Josué Vargas y Saúl Castañeda -todos dirigentes de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare- y la periodista Silvia Margarita Duzán, estas palabras fueron su sueño. Pero como pocas veces, ese sueño logró convertirse en realidad, por lo menos hasta ese lunes.
Cansadas de más de 40 años de violencia, primero entre liberales y conservadores y luego entre los grupos guerrilleros, los paramilitares y el ejército, las 1500 familias que habitan esta región del Magdalena Medio santandereano decidieron hace dos años tomarse la historia por su propia cuenta. Bajo el principio de un NO rotundo a las armas y con el lema "Por el derecho a la vida, a la paz y al trabajo", este grupo de campesinos colonos del corregimiento de la India resolvió un día pararse frente a frente con sus intimidadores y decirles: ¡basta! Sin un arma en la mano y "con los brazos en alto", como ellos mismos lo dicen, se fueron primero ante los comandantes de los Frentes de las FARC que operaban en la región, luego ante los militares y paramilitares y les expusieron su propio plan de paz, basado únicamente en el diálogo franco y el compromiso de respeto a los demás. De allí surgió el 21 de mayo de 1987, la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare, un ejemplo de paz que no se quedó sólamente en evitar los muertos sino que se convirtió además en un motor de desarrollo económico, social y cultural que en dos años logró ser ejemplo para el mundo entero. Esa era la historia que Silvia Duzán, contratada por la BBC de Londres, iba a contarle a esa parte del mundo que solo ve a Colombia como un país sin remedio.
La lucha por mantener esa paz fue intensa, difícil y costosa. Finalmente, la violencia pudo más que ellos. El 5 de febrero pasado, los dirigentes de la ATCC le habían enviado al Estado Mayor de las FARC una carta en la cual denunciaban el inusitado regreso de ese grupo guerrillero a la zona. Según decían, la guerrilla los había vuelto a convertir en el blanco de las balas. Pero no solo retornó la amenaza de los grupos guerrilleros. Volvieron también los paramilitares. A comienzos del año empezaron a circular nuevamente por las calles volantes en los que se amedrentaba a los campesinos del Carare, acusándolos de ser "el parapeto legal de la guerrilla".El lunes pasado 32 meses de trabajo quisieron ser borrados rompiendo el silencio de las armas que Barajas, Vargas y Castañeda, con la ayuda de todos sus compañeros habían conseguido con su propio esfuerzo.La crónica a través de la cual Silvia Duzán iba a contar una experiencia ejemplar de vida, fue reemplazada en las salas de edición en la BBC de Londres, por la historia absurda de su muerte.