Luego de una batalla política sin precedentes por el poder en la costa, Carlos Caicedo se hizo a la victoria y se posesionó en la noche del miércoles como gobernador en propiedad del departamento del Magdalena. El evento se realizó en la Quinta de San Pedro Alejandrino, lugar donde murió el libertador Simón Bolívar, como escenario simbólico de un cambio radical en el enfoque político de la ciudad y del departamento.Caicedo tomó posesión en ese emblemático lugar de la mano de Virna Johnson, nueva alcaldesa de la ciudad de Santa Marta, quien se juramentó al lado de su coequipero como la primera mujer en ocupar ese cargo. Al evento asistieron cientos de samarios, entre quienes se cuenta a ciudadanos del común, artistas, líderes sociales y políticos. Quedó en evidencia que este primero de enero marcará un punto de inflexión para el Magdalena.
De hace unos años para acá, la política de ese departamento había sido manejada por fuertes clanes familiares que con el poder de su apellido lograban poner a algunos de sus miembros, así estos apenas hubiesen alcanzado la mayoría de edad, a dirigir los destinos del departamento. En los últimos ocho años la familia Cotes había mandado la parada política en el departamento. Carlos Caicedo y su copartidaria Virna Johnson entraron en la contienda en las pasadas elecciones para enfrentar a la familia Cotes en la que entonces se veía como una carrera desigual. Los Cotes tenían de su lado toda la maquinaria y la ventaja de haber ostentado el poder local durante tanto años.Caicedo y Johnson, por su parte, no venían de un partido tradicional sino de un movimiento ciudadano que no contaba con la estructura ni la maquinaria que si tenían sus rivales. La suya era una campaña austera y que le apostaba al voto de opinión. Contra todo pronóstico, los dos aspirantes que hoy se posesionaron como alcaldesa y gobernador lograron vencer en las urnas a los candidatos del establecimiento que tenía todo a su favor.
Así las cosas, el triunfo de los independientes le puso fin a una dinastía política pero inició una nueva batalla de poder que sigue latente. En su acto de posesión, Carlos Caicedo y Virna Johnson fueron muy claros en afirmar que lo que se viene ahora para el Magdalena es un giro de 180 grados tanto en las costumbres políticas como en el enfoque social que estos piensan imprimirle a cada aspecto de la administración pública.Los dos aprovecharon para hacer un corte de cuentas sobre la ciudad y el departamento que hoy reciben. Fueron críticos no solamente con las castas políticas que han venido manejando al Magdalena desde hace años sino con el gobierno central de quien dicen, tiene una deuda histórica con el departamento. Los dos nuevos mandatarios quisieron dejar claro, sin entrar en ataques personales, en qué estado está lo que reciben hoy para poder determinar cuáles fueron los avances cuando lo entreguen dentro de 4 años.
Una de las grandes preocupaciones que los recién posesionados mandatarios dejaron ver en sus intervenciones fue que en el proceso de empalme encontraron una estructura institucional muy débil que, a su juicio, se presta para escándalos de corrupción pues todas las decisiones caen sobre un gobernante con pocos controles y contra pesos. Así mismo, hicieron una radiografía de la precaria situación que vive el Magdalena en términos de avances sociales. Caicedo afirmó que el departamento que hoy recibe tiene uno de los índices de analfabetismo más altos de país, que en los últimos 4 años solo se hicieron 26 obras públicas y que 38 de cada 100 habitantes tiene carencias en todos los aspectos, entre muchos otros indicadores preocupantes.Evidentemente, más que un cambio en las personas que dirigirán los destinos del Magdalena, lo que se vio hoy fue una llave entre un gobernador y una alcaldesa entrantes que le han prometido a los ciudadanos jugársela por cambiar las costumbres políticas de una de las zonas del país que más ha sufrido con las malas prácticas electorales.