En alerta se mantienen las autoridades médicas de la Clínica Medical Duarte de Cúcuta, a donde fueron trasladados los nueve militares que resultaron heridos, luego del violento atentado terrorista perpetrado por la guerrilla del ELN, en Catatumbo, Norte de Santander. Los galenos están en constante monitoreo de los uniformados heridos.
La acción criminal dejó como saldo lamentable la muerte de dos sargentos y siete soldados, quienes se encontraban entre los 18 y 23 años de edad, algunos de ellos estaban prestando el servicio militar y los habían enviado a dicha zona para custodiar infraestructura sensible para el país.
A los uniformados los atacaron a eso de las 3:00 a.m., mientras descansaban. Les lanzaron tatucos con explosivos y les dispararon con armas de fusil de alto poder. Quienes sobrevivieron fueron evacuados hacia la ciudad de Cúcuta.
Según Marta Isabel Pérez, directora científica de la clínica Medical Duarte de Cúcuta, ocho de los nueve uniformados se encuentran en recuperación. “Atendimos nueve heridos, cinco de los cuales se encuentran en proceso de recuperación en el área de hospitalización, dos en el área de quirófanos en recuperación, y dos de ellos en la unidad de cuidados intensivos, en general ocho de los militares se encuentran en recuperación y uno de ellos con pronóstico reservado”, dijo la profesional de la salud.
Cerebros del atentado terrorista
SEMANA conoció en exclusiva que alias Alfred, Daniel y Fercho, presuntos integrantes del ELN del Frente Camilo Torres, serían los cerebros de la masacre de nueve militares, en el Catatumbo, cometida por el ELN. Los subversivos de la guerrilla habrían atacado a la unidad militar por estar protegiendo el oleoducto Caño Limón Coveñas, según información de inteligencia de las autoridades.
SEMANA conoció, también en exclusiva, apartes de los informes de inteligencia de las agencias del Estado sobre el frente de guerra nororiental, que habría realizado el ataque terrorista del ELN, que dejó nueve militares asesinados y otros nueve heridos al ser asaltados con tatucos y disparos de fusil.
Dicho frente se divide en varias estructuras, entre ellas la que delinque el área Magdalena, del que es presunto jefe alias Ñelo o Daniel; debajo de dicha estructura sigue el Frente Camilo Torres, bajo el mando de alias Alexander o David, quien tiene bajo su mando a alias Fercho, identificado como Alonso Contreras Ramírez. Este último sería, según informes de inteligencia, el hombre detrás del vil ataque con explosivos contra los soldados.
Una alta fuente de inteligencia reveló a SEMANA que en dichas estructuras no toman esta clase de decisiones, de atacar una unidad militar de esta manera sin que “los cabecillas superiores tengan conocimiento o la autoricen”.
Del frente de guerra nororiental, las agencias de seguridad del Estado tiene a alias Alfred, un curtido pero temido guerrillero, con sangre fría a la hora de ordenar ataques contra la fuerza pública, como jefe máximo. De acuerdo con los informes de inteligencia conocidos por SEMANA, el frente de guerra nororiental tiene a su cargo la zona donde se encontraba la unidad militar.
Dicho corredor, dijo la fuente, es de vital importancia para las organizaciones al margen de la ley, porque por allí se pueden conectar varios departamentos entre ellos Norte de Santander, Magdalena, Cesar, Bolívar y Sucre, por donde se mueven toneladas de cocaína.
El frente Camilo Torres tiene aproximadamente 204 hombres, de los cuales 87 están en armas y 121 en redes de apoyo al terrorismo, RAT, añadió la fuente de inteligencia militar.
Los cañones de la muerte
El Ejército llegó a la zona de la masacre y se encontró con imágenes desgarradoras del campamento militar completamente destruido luego del ataque terrorista.
Aterradoras son las imágenes con las que se encontraron los militares que llegaron al área donde se presentó el ataque del ELN en Catatumbo en Norte de Santander. Durante el barrido que hicieron las tropas para asegurar el área, se encontraron con los cañones desde los que los criminales lanzaron los explosivos contra los uniformados, quienes se encontraban descansando.
La emboscada ocurrió en horas de la madrugada, hora en la que los criminales aprovecharon para lanzar los explosivos y atacar con ráfagas de fusil a los soldados, quienes se encontraban en la zona para proteger el oleoducto Caño Limón Coveñas, como lo afirmó el comandante de las Fuerzas Militares, el general Helder Giraldo.
Víctimas mortales
La acción terrorista causó la muerte de: Cabo Segundo Brayan Alberto Gómez Gamboa, del arma de Artillería con 7 años de servicio oriundo de Palmira, Valle del Cauca.
Cabo tercero Juan Mateo Benavides Bohórquez, del arma de Infantería con 5 años de servicio, oriundo de Bogotá, con un hijo.
Soldado Jaime Manuel Redondo Uriana, oriundo de Manaure, La Guajira con 1 año de servicio.
Soldado Kevin Andrés Acevedo Osorio, oriundo de San Alberto, Cesar, con 10 meses de servicio.
Soldado Jhoan David Gómez Gelvez, oriundo de Girón, Santander, con 10 meses de servicio.
Soldado Rafael David Fallece Jiménez, oriundo de Fundación, Magdalena, con 10 meses de servicio.
Soldado Herzel José Fernández Bonivento, oriundo de Riohacha, La Guajira, con 10 meses de servicio.
Soldado José David Pushaina Epieyu, oriundo de La Guajira, con 10 meses de servicio.
Soldado Fabio Epinayu Ipuana oriundo de Manaure, La Guajira con 10 meses de servicio.
La mayoría de las víctimas mortales se encontraban entre los 19 y 22 años de edad, y estaban prestando el servicio militar, algunos hacían parte de las comunidades indígenas.
Habló el ministro de Defensa
El ministro de la Defensa, Iván Velásquez, condenó el atentado terrorista ejecutado en la noche del pasado martes por la guerrilla del ELN en zona rural del Catatumbo en Norte de Santander.
En la acción violenta murieron nueve soldados y otros nueve resultaron heridos, en medio de una emboscada en la vereda El Carmen, zona rural del municipio de Villanueva.
“Es desafortunadamente un día de luto, de tristeza, el atentado cometido en el Catatumbo, nueve soldados, nueve luchadores por la paz, fueron asesinados. Con el sentimiento de repudio por este hecho que poco contribuye a la paz”, afirmó el funcionario.
“Esta aspiración de paz en medio de la guerra y sentimiento de repudio por estos asesinatos”, aseveró Velásquez tras presentar el informe de este ataque que enluta al país. El ministro no entiende cómo un grupo que ha manifestado estar interesado en la paz ejecuta este tipo de acciones. “Los grupos ilegales deben entender que la ‘paz total’ es la vía para garantizar los derechos y la vida de los ciudadanos”,señaló.
Para el ministro, este tipo de situaciones son claramente contradictorias ante los propósitos de paz que han anunciado en los últimos meses. “El sentimiento, pues de repudio por estos asesinatos, de condolencia a las familias, homenaje a estos soldados que dieron su vida por todos (...). Solidaridad con las Fuerzas Militares en este día tan trágico para todos”.
El ministro reveló que los suboficiales Brayan Gómez Gamboa y Juan Benavides Bohórquez; los soldados Kevin Acevedo Osorio, Ersel Fernández Bonivento, Johan Gómez Gelves, José David Prusiana Epiayu, Fabio Epiayu Ipuana, Rafael Fallece Jiménez, Jaime Manuel Redondo Juliana fueron asesinados. Otros nueve soldados se encuentran en proceso de recuperación.
Las imágenes del vil ataque
El país se despertó con una noticia que sólo produce impotencia, rabia y dolor; los criminales del ELN atacaron, de forma cobarde mientras dormían, a un grupo de militares que se encontraban en la vereda El Carmen, del municipio de Villanueva, en la región del Catatumbo.
SEMANA tuvo acceso a las primeras imágenes de los hechos y son demoledoras, por su contenido resultan impublicables, pero el país debe conocer la brutalidad con la que esta guerrilla, que supuestamente está negociando la paz, atacó a ese grupo de forma despiadada y en completa incapacidad de defenderse.
Uno de los videos más fuertes fue grabado por uno de los soldados sobrevivientes del ataque, quien, con celular en mano, recorre el devastado lugar donde sólo se ven cuerpos tirados en el piso y bañados en sangre. Paso a paso, entre la maleza, ve a cada uno de sus compañeros.
En ese momento graba a uno de los soldados que aún está con vida y entre quejas y gritos de moribundo trata de moverse, como si de eso dependiera salvar su existencia. Su cuerpo está boca abajo, sin camiseta y con el pantalón del camuflado puesto; la espalda está desnuda y está bañado en sangre. Mientras se queja trata de lograr la misión imposible de levantar la mirada.
El soldado que graba con la voz cortada le da ánimo: “Carroloco, no te vayas, marica, que de esa salimos, no te muevas, no te muevas, no te muevas, quédate quieto, no respires así”. En seguida viene una imagen desgarradora, al lado del cuerpo del soldado moribundo, apenas a unos cuatro pasos, hay otro militar, muy joven, su rostro es el de un niño, pero él sí está muerto. La parte de atrás de su cabeza está destrozada.
A los pocos segundos empezaron las ráfagas de fusil con las que remataron a los hombres que se encontraban patrullando en esta zona del departamento de Norte de Santander.
Una vez conocida la información, al lugar se trasladaron grupos de apoyo, tanto aéreos como por tierra, para evacuar a los heridos y contrarrestar a los delincuentes.
Los hechos ya lamentables se convierten en una tragedia mayor si se tiene en cuenta que entre los nueve muertos había varios jóvenes soldados que apenas estaban prestando servicio, tres de ellos, indígenas wayuu.
La muerte de este joven, por la brutalidad de la herida, debió ser en el instante; lo sorprendió dormido, tirado en su catre improvisado, hecho con tela verde militar y amarrado con ramas a su lado al estilo de una camilla.
El soldado sigue caminando por la apocalíptica escena, en su recorrido no se ven más que cuerpos sin vida, tirados en el piso, jóvenes que apenas superan la mayoría de edad. Al acercarse a cada cuerpo trata de verificar si aún tienen signos vitales y los llama por su apellido esperando la milagrosa respuesta que nunca llega. En ocasiones, ni los llama ni los nombra, pues a simple vista se nota que están muertos.
Los cadáveres están seguidos, uno tras otro, sólo hay unos pasos de distancia entre ellos. Algunos están bocarriba, con los ojos abiertos y su cara desencajada. Todos tienen los camuflados maltrechos, rotos y bañados en sangre. La imagen de uno de ellos es aterradora, resume el caos del lugar, está tirado en el piso, aunque ya falleció tiene cara y ojos de dolor.
Su cara de dolor es un reflejo del macabro ataque, que al haber sido realizado con tatucos, la explosión no tiene nada de control, en su cuerpo se ven las esquirlas y un palo que le atravesó el pecho y seguramente fue el que le ocasionó la muerte instantánea. Es otro joven que tiene un naciente bigote de quien apenas entró a la adultez, y su vida le fue arrebatada en este ataque.
Uno tras otro están tendidos, agarrados de sus camas, o abrazados de lo primero que encontraron. En los rostros también se ven los rasgos indígenas de algunos de ellos, pues como se pudo confirmar, tres de los nueve muertos, y uno de los heridos, son del pueblo wayuu.
Es aterrador su camino en la espesa manigua por donde pasa en medio de cuerpos sin vida. Apenas se puede ver el gesto de dolor en los rostros, por las heridas que recibieron mientras dormían y que se tradujo en sus muertes. Se ven algunos con vida retorciéndose en el piso, los que se pueden mover, otros apenas dan quejidos nerviosos que sólo describen el temor de dejar de existir.
En el campamento se ven algunas carpas, también hamacas y los improvisados catres que arman los soldados para acomodarse a descansar cuando los sorprende la noche en medio de la selva. Ahí fueron atacados cobardemente.
Aterrador, en medio de la penumbra, sin posibilidad de defenderse y sobre todo cobarde, fue el ataque del ELN a este grupo de militares. El país está indignado por la doble moral del ELN que mientras está sentado en una mesa en la que solo pone condiciones para acercarse a una enredada negociación de paz fuera del país, en Colombia arrecian sus ataques terroristas y criminales.