Hernán Giraldo Serna -alias el Taladro–, el exjefe paramilitar del Bloque Resistencia Tayrona que más se ensañó contra las niñas y mujeres, fue condenado por la justicia transicional a ocho años de prisión por violar a 38 menores de edad entre 1977 y 2006. La pobreza y las armas le permitieron a este depredador, bautizado como el sucesor de Pablo Escobar, catapultar su ejército privado para controlar negocios ilegales por tres décadas. Giraldo comenzó con la marihuana, luego siguió con la cocaína y después peleó a sangre y fuego por el control del narcotráfico de la Sierra Nevada con las Farc, con el clan de los Rojas, con los Castaño y hasta con escuadrones del exparamilitar Jorge 40. Para antes de su desmovilización en 2006 su imperio de la impunidad estaba derrotado. Protagonizó su debacle un hombre en quien confiaba como un hijo, Jairo ‘Pacho‘ Musso, quien regresó a Colombia en 2011, tras pasar varios años extraditado en Estados Unidos. Hasta el día en que entregó las armas, en 2006, consiguió tener a una niña a su lado. Pero desde hace muchos años hay evidencia de su apetito brutal por las vírgenes; casi desde el mismo momento en que decidió vengar la muerte de su hermano y conformar su ejército privado, llamado los Chamizos. En 1977, Hernán Giraldo reunió a un grupo de defensa personal, que en realidad era una fachada para controlar negocios ilegales que apenas comenzaba a descubrir. En paralelo a su crecimiento criminal, se expandía su obsesión sexual por las niñas. Con ellas tuvo hijos que después pasaron a hacer parte de sus tropas, incluidas varias mujeres. El conocido clan Giraldo reunía a sus hermanos, sobrinos, familiares y, cómo no, a algunos de sus herederos. Muchos de estos paras quedaron privados de la libertad después de la desmovilización. Aunque la mayoría de víctimas no querían aparecer, ni revivir su tragedia en los estrados, otras sí lo hicieron. A pesar del estigma y los conflictos familiares, lograron poner en jaque y revelar el rostro más repugnante del Señor de la Sierra, como también era conocido Giraldo. Relacionado: Las vírgenes contra la bestia Una de sus víctimas conoció a Hernán Giraldo en la finca en la que trabajaba su tía. En principio fue a este lugar para una temporada de vacaciones, pero se quedó más de lo esperado. A sus 14 años la obligaron a tener relaciones sexuales con Giraldo y aunque luego intentó ocultarse y regresar a su casa, el jefe paramilitar terminó por encontrarla. Allá la visitaba cada tanto, rodeado de hombres armados. Un día Giraldo escribió una carta a los padres para avisarles que la niña se mudaría a su finca. Su papá se opuso, pero nada pudo hacer. Durante un año y cinco meses tuvo que ser la mujer de Giraldo. Como ella, muchas mujeres y sus familias no podían decirle no, por el poder que representaba Giraldo en sus regiones. Por esa razón, la Sala de Justicia y Paz destacó que en ninguno de estos casos hubo consentimiento así Giraldo diga lo contrario. "No son violaciones forzadas; en el campo es normal que mujeres con 13 y 14 años tengan relaciones a esa edad. Tuve hijos con ella siendo menor de edad, pero no fue hecho de mala fe”, explicó Giraldo ante la Fiscalía. Hijos en contra de sus madres La Fiscalía ha rastreado por lo menos a medio centenar de hijos de Giraldo registrados con su apellido. Muchos de ellos se resisten a creer que seguirá preso cuando regrese de pagar 16 años de condena en Estados Unidos. Reclaman su libertad, defienden sus antiguos territorios o se rebelan ante la madre que prolongará su permanencia en prisión por ocho años en Colombia. A Juliet, otra víctima de Giraldo, su hijo la amenazó si insistía en denunciar a su padre y, al sol de hoy, su hija pasa por el frente de su casa sin saludarla. “Ella es la que menos acepta que yo haga parte de este proceso. Sufrí mucho al lado de Hernán. Si nunca me fui es porque me amenazaba con quitarme a los hijos”. También: “Ningún actor armado reconoce la violencia sexual, más fácil un asesinato” Aunque solo se documentaron 38 casos de violencia basada en género, la Fiscalía ha dicho que los delitos cometidos por su grupo contra las mujeres ascenderían a 200. Así, pese a su larga lista de aberraciones hacia niñas menores de edad y mujeres, Giraldo no pagará los 40 años de pena que tendría, como mínimo, si su caso hubiera sido juzgado en la justicia ordinaria. Cuando vuelva a Colombia, Giraldo pagará máximo ocho años de prisión, pues esa fue la pena que los exparamilitares pactaron con el Gobierno en el proceso de paz con el que los paramilitares dejaron las armas en 2006. Sin embargo, para algunos abogados de exparamilitares, Giraldo podría quedar en libertad. Aseguran que dentro de los delitos por los que Giraldo fue condenado por Justicia y Paz está el narcotráfico, por el que también fue condenado en EE. UU. y del que se podría reconocer que tuvo una conexión con el conflicto armado. Así las cosas, le podría descontar el tiempo que duró detenido en el extranjero de su pena en Colombia.