El patrullero de la Policía Néstor Julio Rodríguez, de acuerdo con la Fiscalía, es el responsable de atacar a Nicolás Neira, un menor de edad que participaba de las manifestaciones del día del trabajo en mayo de 2005. Quince años después, un juzgado declaró culpable a ese uniformado.
Desde ese momento la familia de Nicolás inició una cruzada para obligar a la justicia a cumplir con la investigación y el juzgamiento de quienes fueron responsables de disparar una granada de gas lacrimógeno en contra del menor y que provocó como consecuencia de un trauma craneoencefálico severo.
La Fiscalía aseguró que los testimonios de personas que estuvieron el día y hora junto a Nicolás, señalan al uniformado -que hacía parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Metropolitana de Bogotá- de accionar el arma conocida como Truflay, sin autorización de los superiores y en contra de la humanidad del menor.
La manifestación de ese primero de mayo de 2005 transcurría con normalidad por la Carrera Séptima en el centro de la ciudad de Bogotá, quienes participaban caminaban en dirección a la Plaza de Bolívar, entre ellos Nicolás Neira y sus amigos, que apenas cursaba noveno grado de bachillerato.
La Fiscalía inició una investigación que al inicio estuvo llena de dilaciones, falsas interpretaciones y versiones amañadas de los uniformados que ese día hicieron parte del operativo para dispersar a los manifestantes. Los investigadores tienen declaraciones que advierten como los policías, por orden de un mayor de la institución, acomodaron una versión de lo sucedido para entregar a los medios y las autoridades.
Sin embargo, el dictamen de Medicina Legal era bastante concluyente. Las heridas que provocaron la muerte de Nicolás eran diferentes a las que se producen por una caída, que era la versión compartida por los uniformados en las indagaciones preliminares.
Fue el testimonio de otro uniformado que cuatro años después del crimen, decidió contar la verdad. Que un mayor ordenó entregar una sola versión y que su compañero, el patrullero ahora condenado, disparó en contra de Nicolás. Esa declaración le dio un giro a la investigación y la Fiscalía citó a imputación de cargos al patrullero Rodríguez.
Los investigadores continuaron en las verificaciones, mientras la familia del menor insistió durante estos 15 años que la justicia se olvidó de reparar a las víctimas, de ofrecer una garantía de resarcimiento y de encontrar y juzgar a los responsables. Solo hasta este 25 de enero de 2020 cuando se conoció el sentido del fallo en contra del uniformado, se puede hablar de justicia en este caso.
“Un juez penal de Bogotá avaló los argumentos y elementos de prueba presentados por la Fiscalía General de la Nación, y emitió sentido de fallo condenatorio contra el patrullero de la Policía Nacional Néstor Julio Rodríguez Rúa por disparar la granada de gas lacrimógeno que ocasionó la muerte de un menor de edad, durante las movilizaciones del Primero de mayo de 2005, en el centro de la ciudad”, señaló la Fiscalía.
Los elementos de prueba también demostraron, según la Fiscalía, que el patrullero Rodríguez conocía bien el alcance y el daño que podría provocar el uso de esa arma, sobre todo cuando se apunta a la cabeza de un menor.
“Adicionalmente, los peritajes de balística y los dictámenes médico-forenses evidenciaron que el patrullero desconoció los protocolos de uso dispuestos para este tipo de artefactos, y lo disparó de forma lineal y directa contra multitud”, explicó la Fiscalía.
El monto de la pena, los años que tendrá que pasar en la cárcel el patrullero Néstor Julio Rodríguez por el homicidio de Nicolás Neira, se conocerá el 5 de marzo de este mismo año.